En el corazón de Faro, Portugal, se encuentra una joya oculta que resuena con historia y música: el órgano de la Catedral de Faro. Este magnífico órgano, creado por el famoso Arp Schnitger en 1715/1716, no es solo un instrumento, sino también un testimonio del rico tapiz de influencias culturales e históricas que han moldeado esta región a lo largo de los siglos. Al entrar en la catedral, el órgano se erige como un guardián del patrimonio musical, con sus intrincados diseños y melodiosos tonos que invitan a explorar su pasado lleno de historias.
El viaje del órgano comenzó en el taller de Schnitger en Hamburgo, donde fue meticulosamente construido con 25 registros distribuidos en dos teclados y un pedal. No fue una creación ordinaria; fue un trabajo de amor y artesanía que involucró a Johann Hinrich (H)ulenkampf, alumno de Schnitger, quien jugó un papel crucial en su instalación. Originalmente, el órgano contaba con 22 registros, un número que ha evolucionado con el tiempo debido a diversas restauraciones y modificaciones.
Este majestuoso instrumento fue diseñado inicialmente para reflejar la grandeza de su órgano hermano en Mariana, construido alrededor de 1712. La estructura del órgano presenta una torre central poligonal flanqueada por dos torres puntiagudas, con intrincadas tallas y figuras angelicales adornando su fachada. Los campos de tubos superiores son meras fachadas, mientras que los tubos inferiores producen los sonidos encantadores del órgano. Las tallas doradas y los colores vibrantes del órgano son un festín visual, un testimonio del arte de sus creadores.
El camino del órgano no ha estado exento de desafíos. El infame terremoto de Lisboa de 1755 dejó una estela de destrucción, y el órgano en Faro no fue la excepción. Sin embargo, ya había enfrentado adversidades en 1722, cuando un terremoto anterior causó daños significativos. En respuesta, el órgano fue trasladado a la parte oeste de la iglesia, donde encontró un nuevo hogar en una pequeña galería al sur.
A lo largo del siglo XVIII, el órgano experimentó varias restauraciones. Notablemente, en 1767, el constructor de órganos italiano Pasquale Gaetano Oldovini asumió la tarea de restaurar el órgano tras los terremotos. Su trabajo incluyó la adición de una trompeta horizontal y la modificación de la cornisa del trabajo principal. Las mejoras de Oldovini insuflaron nueva vida al órgano, asegurando su supervivencia para el disfrute de generaciones futuras.
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El órgano de la Catedral de Faro no es solo un relicto del pasado; es una pieza viva de la historia que continúa encantando a los visitantes con sus ricos y resonantes tonos. La disposición del órgano fue restaurada en el siglo XX por Dirk Andries Flentrop, quien reinstauró la configuración de 1767 y revirtió algunas de las modificaciones posteriores. Una restauración adicional por el constructor de órganos portugués Dinarte Machado en 2006 aseguró que el sonido del órgano siga siendo tan cautivador como siempre.
Hoy en día, los 25 registros y 36 filas de tubos del órgano son impulsados por un sofisticado sistema de viento, que incluye dos fuelles de cuña. Su acción mecánica y la afinación desigual reflejan la experta artesanía tanto de Schnitger como de Oldovini, convirtiéndolo en una combinación única de excelencia histórica y musical.
Los visitantes de la catedral pueden sumergirse en la rica historia y el encanto melódico del órgano. Al estar frente a este majestuoso instrumento, casi se pueden escuchar los ecos de siglos pasados, la música que ha llenado los pasillos de la catedral y las historias de quienes lo han tocado y mantenido.
Las exquisitas tallas y los colores vibrantes del órgano son un deleite visual, ofreciendo un vistazo a las sensibilidades artísticas del período barroco. Las figuras angelicales, con sus trompetas alzadas, parecen anunciar el legado perdurable del órgano, invitando a todos los que lo visitan a participar en su esplendor musical.
Para los amantes de la música, los entusiastas de la historia y los viajeros curiosos, el órgano de la Catedral de Faro es una atracción imperdible. No es solo un órgano; es un símbolo de resiliencia, creatividad y patrimonio cultural. Al explorar Faro, deja que los tonos armoniosos del órgano te guíen a través de la rica historia y vibrante cultura de la ciudad.
En conclusión, el órgano de la Catedral de Faro se erige como un monumento al poder perdurable de la música y el arte. Su historia es una de triunfo sobre la adversidad, una narrativa tejida a través de siglos de historia y artesanía. Ya sea que seas un aficionado experimentado del órgano o un viajero curioso en busca de nuevas experiencias, este magnífico instrumento promete dejar una marca indeleble en tu viaje por Faro.
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