La Catedral de Faro, conocida localmente como Sé de Faro, es un testimonio de la rica historia y el tapiz cultural de Faro, la capital de la región del Algarve en Portugal. Situada en el corazón del centro histórico de la ciudad, esta joya arquitectónica invita a los visitantes a explorar su pasado y admirar su singular mezcla de estilos e influencias.
Los orígenes de la Catedral de Faro están envueltos en leyendas y tradiciones. Según la tradición local, la catedral se erigió sobre los cimientos de una basílica paleocristiana y una mezquita posterior. Sin embargo, no hay evidencia arqueológica que respalde esta afirmación. Lo que es seguro es que la estructura actual comenzó a construirse en 1251, poco después de la reconquista cristiana de Faro. El Arzobispo de Braga, D. João Viegas, encargó el edificio inicial, que luego fue entregado a la Orden de Santiago en 1271 como recompensa por su papel en la recuperación de la ciudad de los moros.
El edificio original probablemente era modesto en tamaño, pero las expansiones significativas comenzaron en 1321 durante el reinado del Rey Dinis. El siglo XV trajo más modificaciones, añadiendo elementos medievales que aún sobreviven hoy en día, como la torre en la fachada, el portal principal y las capillas en el crucero.
La historia de la Catedral de Faro está marcada por períodos de destrucción y renovación. En 1577, bajo el obispado de D. Jerónimo Osório, la iglesia fue elevada al estatus de sede episcopal de la Diócesis del Algarve, reemplazando a Silves. Sin embargo, esta nueva prominencia fue breve. En 1596, tropas inglesas lideradas por Robert Devereux, el segundo conde de Essex, saquearon y prendieron fuego a Faro y su catedral. La devastación fue extensa, dejando intactas solo las capillas del presbiterio, la torre y las paredes de la nave.
El proceso de reconstrucción comenzó con el apoyo del Rey Felipe I. Las arcadas góticas de la nave fueron reemplazadas por columnas toscanas de estilo sencillo, mientras que las antiguas capillas se conservaron inicialmente. Una reconstrucción significativa del presbiterio ocurrió alrededor de 1640 bajo el obispo D. Francisco Barreto I, cuyo escudo de armas adorna el arco triunfal de la capilla. El retablo del presbiterio, elaborado en estilo manierista y adornado con pinturas, se completó entre 1642 y 1643. Las dos capillas que flanquean el presbiterio también fueron reconstruidas en el siglo XVII, aunque las capillas del crucero conservaron su carácter gótico.
Durante los siglos XVII y XVIII, la Catedral de Faro continuó evolucionando, enriqueciéndose con diversas obras de carpintería dorada y paneles de azulejos. Un punto culminante de este período es el órgano, construido alrededor de 1715. Tradicionalmente atribuido al constructor de órganos alemán Arp Schnitger, el instrumento fue en realidad elaborado en Lisboa por Johann Heinrich Hulenkampf, un discípulo de Schnitger que se había establecido en Portugal en 1701. Las decoraciones en estilo chinoiserie del órgano fueron añadidas en 1751 por Francisco Correia da Silva, un artista de Tavira. Un gemelo de este órgano fue enviado a la Catedral de Mariana en el Brasil colonial por orden del Rey Juan V alrededor de 1750.
Los terremotos de 1722 y 1755 causaron daños significativos a la catedral, lo que requirió más reparaciones y renovaciones. A pesar de estos desastres naturales, la catedral ha sufrido pocos cambios desde entonces, preservando gran parte de su carácter histórico.
Los visitantes de la Catedral de Faro son recibidos por su imponente fachada, dominada por una robusta torre que insinúa sus orígenes medievales. El portal principal, con su arco gótico, invita a entrar y explorar su rico interior. La nave, sostenida por columnas toscanas, dirige la mirada hacia el presbiterio, donde el retablo manierista se erige como un punto focal, con sus intrincados detalles que cuentan historias de fe y arte.
Las capillas dentro de la catedral ofrecen una visión de diferentes períodos de su historia. Las capillas góticas en el crucero conservan su encanto medieval, mientras que las capillas del siglo XVII exhiben el estilo barroco que caracterizó las adiciones posteriores. El órgano, con sus decoraciones en chinoiserie, es una maravilla de la artesanía y un testimonio de los intercambios culturales que moldearon el patrimonio artístico de la catedral.
La Catedral de Faro es más que un edificio; es un símbolo de la resiliencia y la fe de la gente de Faro. A través de siglos de conflictos, destrucción y renovación, la catedral ha permanecido como un faro de esperanza y continuidad. Sus paredes resuenan con las oraciones y los himnos de generaciones, y su arte y arquitectura reflejan las diversas influencias que han dado forma a la región.
Mientras recorres la catedral, tómate un momento para apreciar la mezcla de estilos y las historias que cuentan. Desde la torre medieval hasta los retablos barrocos, cada elemento contribuye a un rico tapiz que es a la vez exclusivamente de Faro y parte de la historia más amplia de Portugal.
En conclusión, una visita a la Catedral de Faro es un viaje a través del tiempo, ofreciendo una visión de la evolución histórica y cultural de esta vibrante ciudad. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente un viajero curioso, la catedral promete una experiencia gratificante y enriquecedora. Así que tómate tu tiempo, explora sus rincones y deja que el espíritu del pasado de Faro te envuelva en su abrazo eterno.
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