De Keetmolen en Ede, un encantador molino de viento situado en el corazón de los Países Bajos, es un testimonio de la ingeniosidad y la historia holandesa. Este pintoresco monumento se alza con orgullo en la Stationsweg, cerca de la bulliciosa estación de tren Ede-Wageningen, y es un símbolo del rico pasado agrícola de la región. Ya seas un entusiasta de la historia o simplemente un amante de los paisajes hermosos, De Keetmolen te ofrece una encantadora visión de la vida tradicional holandesa.
A pesar de una inscripción que afirma su construcción en 1750, De Keetmolen fue realmente construido en 1857, según los registros catastrales. Su nombre proviene de un cobertizo cercano, o keet, utilizado para alojar a los trabajadores que construían la línea ferroviaria Arnhem-Utrecht a mediados del siglo XIX. Este cobertizo más tarde se convirtió en el primer edificio de la estación de Ede-Wageningen, consolidando el nombre del molino en el folclore local.
Originalmente encargado por la familia van de Craats, De Keetmolen fue diseñado como un molino de grano, moliendo principalmente centeno y alforfón. A medida que la zona circundante comenzó a cultivar cebada, el molino se adaptó para incluir el descascarado de cebada. Hoy en día, conserva un par de piedras de molino azules y un par de piedras artificiales, mostrando su versatilidad e importancia histórica.
De Keetmolen es un beltmolen, un tipo de molino de viento construido sobre una colina artificial o cinturón, lo que permite un acceso más fácil a las aspas. Su estructura original presentaba una torre octogonal de madera coronada con caña, asentada sobre una base de piedra. Sin embargo, después de que un rayo destruyó la estructura superior de madera en 1865, fue reconstruido en 1866 con una sección superior de ladrillo. Esta reconstrucción le dio al molino su forma cónica actual, asegurando que no se volviera demasiado alto para su base original.
El capuchón del molino está elegantemente cubierto de paja, y sus aspas, con un alcance de 24 metros, se extienden con un enrejado para compensar el asentamiento del cinturón con el tiempo. Las aspas se giran utilizando una rueda de enrollado externa tradicional, una característica distintiva del diseño de los molinos de viento holandeses.
Dentro, el molino es un tesoro de maquinaria histórica. El eje de hierro fundido de 4.90 metros de largo, que data de 1896, lleva la inscripción De Prins van Oranje 1896, no. 1479. La rueda superior, elaborada a partir de un viejo remo de madera, presenta cuatro brazos cruzados y un solo borde, impulsando el eje del rey. Este eje, reforzado con gruesas tablas, es una maravilla de la ingeniería, mantenido unido por abrazaderas espaciadas regularmente.
El sistema de frenado, conocido como freno de bloque flamenco, consiste en cuatro bloques operados con una palanca de freno. Este intrincado mecanismo es un fascinante ejemplo de ingeniería histórica, ofreciendo una visión del pasado operativo del molino.
De Keetmolen dejó de usarse en la década de 1950, pero su valor histórico fue reconocido cuando el municipio de Ede lo adquirió en 1971. Una restauración integral en 1978 revitalizó el molino, y posteriores esfuerzos de conservación en 2006-2007 aseguraron su presencia continua como un hito. Estos esfuerzos incluyeron el refuerzo de vigas con cabezas de resina y el revoque del molino, preservando su integridad estructural para las futuras generaciones.
Hoy en día, De Keetmolen se erige como un orgulloso símbolo del patrimonio holandés. Los visitantes son bienvenidos a explorar sus terrenos y aprender sobre la historia y operación del molino. El área circundante ofrece un paisaje sereno, perfecto para un paseo tranquilo o un picnic. La proximidad del molino a la estación de tren lo convierte en un destino accesible para los viajeros que buscan una mezcla de historia, cultura y belleza natural.
De Keetmolen es más que solo un molino de viento; es un viaje a través del tiempo, encapsulando el espíritu de innovación y resiliencia holandesa. Sus paredes resuenan con las historias de los trabajadores que construyeron el ferrocarril, los agricultores que dependían de sus piedras de molienda y la comunidad que lo ha apreciado durante generaciones. Al estar frente a esta majestuosa estructura, no solo estás presenciando una pieza de historia; te estás convirtiendo en parte de ella.
En conclusión, una visita a De Keetmolen es imprescindible para cualquiera que viaje por los Países Bajos. Ofrece una oportunidad única para retroceder en el tiempo y experimentar la artesanía tradicional y el legado perdurable de los molinos de viento holandeses. Ya sea que te cautive su belleza arquitectónica o te intrigue su narrativa histórica, De Keetmolen promete una experiencia inolvidable.
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