Situado majestuoso en lo alto de una colina con vistas al río Wear, el Castillo de Durham es una joya histórica en el corazón de Durham, Inglaterra. Esta fortaleza normanda, que ha sido residencia, bastión defensivo y ahora parte de la Universidad de Durham, ofrece un recorrido fascinante a través de siglos de historia inglesa. Desde su construcción inicial bajo Guillermo el Conquistador hasta su papel actual como un vibrante colegio universitario, el Castillo de Durham es un testimonio de la resistencia y evolución de las estructuras arquitectónicas y sociales.
La historia del Castillo de Durham comienza en 1072, seis años después de la Conquista Normanda de Inglaterra. Encargado por Guillermo el Conquistador, el castillo fue inicialmente supervisado por Waltheof, Conde de Northumbria. Sin embargo, después de la rebelión y posterior ejecución de Waltheof en 1076, la construcción continuó bajo la atenta mirada del Obispo Walcher, el primer Príncipe-Obispo de Durham. La ubicación estratégica del castillo en una colina proporcionaba una defensa formidable contra incursiones escocesas y rebeliones locales.
Las primeras estructuras del castillo probablemente eran de madera, pero a finales del siglo XI, la construcción en piedra comenzó en serio. La historia del castillo está marcada por relatos de asedios y conflictos, notablemente el ataque en mayo de 1080 por rebeldes de Northumbria, durante el cual el Obispo Walcher fue asesinado. A pesar de estos eventos tumultuosos, el castillo permaneció como símbolo de autoridad y poder.
Contribuciones arquitectónicas significativas fueron hechas por obispos posteriores, incluyendo al Obispo Pudsey en el siglo XII, quien construyó el arco normando, y al Obispo Thomas Hatfield en el siglo XIV, quien reconstruyó la torre y expandió las defensas del castillo. El Gran Salón, creado por el Obispo Antony Bek a principios del siglo XIV, es un testimonio de la grandeza del castillo, con su impresionante altura y longitud.
En 1832, el papel del Castillo de Durham como palacio episcopal llegó a su fin cuando el Castillo de Auckland se convirtió en la nueva residencia de los Obispos de Durham. Cinco años después, en 1837, el castillo encontró un nuevo propósito como parte de la Universidad de Durham, gracias a la donación del Obispo William Van Mildert. La transición de palacio episcopal a colegio universitario marcó un nuevo capítulo en la historia del castillo, combinando la vida académica con su rico patrimonio histórico.
Hoy en día, más de 100 estudiantes llaman hogar al castillo, y sigue siendo un edificio en funcionamiento. Las visitas guiadas permiten al público explorar este fascinante sitio, ofreciendo una visión tanto de su pasado histórico como de su presente vibrante.
El Castillo de Durham cuenta con varios aspectos arquitectónicos destacados que reflejan su larga y variada historia. La Capilla Normanda, construida alrededor de 1078, es la parte más antigua accesible del castillo. Sus características arquitectónicas anglosajonas sugieren que se pudo haber utilizado mano de obra anglosajona forzada en su construcción. Aunque la capilla cayó en desuso en el siglo XV, fue reutilizada durante la Segunda Guerra Mundial como puesto de mando y observación para la Real Fuerza Aérea. Hoy en día, está reconsagrada y se utiliza para servicios semanales por el colegio.
La Capilla de Tunstall, nombrada así por el Obispo Cuthbert Tunstall, fue construida en el siglo XVI y ha sufrido modificaciones a lo largo de los siglos. Sigue siendo un lugar de culto dentro del colegio, reflejando la duradera importancia espiritual del castillo.
En 1986, el Castillo de Durham, junto con la Catedral de Durham, fue designado como Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Este prestigioso estatus destaca la importancia cultural e histórica del castillo. El informe de la UNESCO enfatiza el papel del castillo dentro del Palatinado de Durham, mostrando las responsabilidades cívicas y privilegios de los Príncipes-Obispos a través de varios edificios, incluyendo la Corte del Obispo, hospicios y escuelas.
Palace Green, un amplio espacio abierto que conecta el castillo y la catedral, una vez sirvió como lugar para procesiones y reuniones acordes con el estatus de los Príncipes-Obispos. Hoy en día, sigue siendo un foro para eventos públicos, continuando la tradición de reuniones comunales en este entorno histórico.
Los visitantes del Castillo de Durham pueden sumergirse en su rica historia y esplendor arquitectónico a través de visitas guiadas. A medida que recorres los pasillos y patios del castillo, encontrarás historias de poder, conflicto y transformación. El Gran Salón, con su galería de músicos de madera y exhibiciones de armamento y armaduras, ofrece una visión de la vida medieval de los habitantes del castillo.
La torre del castillo, reconstruida por el Obispo Hatfield, proporciona una vista imponente del paisaje circundante, recordando a los visitantes su importancia estratégica. La Capilla Normanda y la Capilla de Tunstall ofrecen espacios serenos para la reflexión, conectando el pasado con el presente.
El Castillo de Durham no es solo una reliquia del pasado; es una parte viva y vibrante de la comunidad. Los estudiantes que residen dentro de sus muros añaden una energía dinámica al sitio histórico, combinando las actividades académicas con el rico patrimonio del castillo. Esta combinación única de historia y modernidad hace del Castillo de Durham un destino fascinante para visitantes de todas las edades.
En conclusión, el Castillo de Durham se erige como un testimonio de la resistencia y adaptabilidad de las estructuras históricas. Desde sus orígenes como una fortaleza normanda hasta su papel actual como colegio universitario, el castillo ha evolucionado con el tiempo mientras preserva su rico patrimonio. Una visita al Castillo de Durham ofrece un cautivador viaje a través de siglos de historia, proporcionando ideas sobre las vidas de aquellos que dieron forma a su historia y de aquellos que continúan habitando sus muros hoy en día.
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