El campanario de Dunkerque, conocido localmente como el Beffroi de Dunkerque, se erige como un majestuoso centinela en el corazón de Dunkerque, Francia. Esta estructura icónica, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2005, es un testimonio de la rica historia y la destreza arquitectónica de la región. Con su imponente presencia y su pasado lleno de historias, el campanario ofrece a los visitantes una visión única de la era medieval, sirviendo tanto como un hito histórico como un faro cultural.
Construido en 1233, el campanario de Dunkerque fue originalmente una torre de vigilancia y un faro para los marineros del obispo de Cambrai y el señor local. Durante siglos, fue un punto vital de defensa y navegación, con hogueras encendidas en su cima para guiar a los barcos a la costa de manera segura. La responsabilidad de la torre fue confiada a la familia Garcia durante más de 600 años, quienes vigilaban diligentemente la llegada de enemigos y posibles incendios.
A mediados del siglo XV, el campanario fue elevado a su altura actual de 58 metros e integrado en la Iglesia de Saint-Éloi como su campanario. A pesar de la destrucción de la iglesia durante el saqueo de Dunkerque en 1558 por el mariscal francés Thermes, el campanario permaneció intacto, siendo un testigo silencioso de la turbulenta historia de la ciudad. Con el tiempo, la iglesia fue reconstruida, y en 1782 se construyó una nueva fachada, separando deliberadamente la iglesia del campanario, una distinción que se mantiene hasta hoy.
El campanario de Dunkerque es un impresionante ejemplo de arquitectura gótica de ladrillo, caracterizado por su forma rectangular y los ladrillos de color claro que forman su estructura. La base de la torre mide 15 metros de ancho, estrechándose hasta 8 metros en su cima. Sus cimientos se adentran 1,7 metros, mostrando la robusta ingeniería de su época.
El diseño del campanario guarda un notable parecido con otras torres costeras de la misma era, como la antigua iglesia y actual faro en Westkapelle, Países Bajos, y la torre de la Iglesia de Santa María en Gdańsk, Polonia. Estas similitudes destacan el patrimonio arquitectónico compartido de la región, ofreciendo una visión única de las técnicas y estéticas de construcción medievales.
Una de las características más atractivas del campanario es su vista panorámica de Dunkerque y su bullicioso puerto. La plataforma de observación, renovada en 1836, ofrece a los visitantes vistas impresionantes que se extienden por el paisaje urbano y más allá. Es un lugar perfecto para los entusiastas de la fotografía y aquellos que buscan un momento de reflexión en medio del ajetreo de la vida moderna.
El campanario es famoso por su carillón, un conjunto de campanas que llenan el aire con melodías encantadoras. El carillón original, donado por Gaspard Malo en 1853, fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el conjunto actual de 50 campanas, fundido en 1962 y mejorado en 2005, sigue deleitando a los visitantes con sus armoniosas melodías. La campana más grande, Jean Bart, pesa siete toneladas, y sus profundos tonos resuenan por toda la ciudad.
Cada cuarto de hora, el carillón toca una melodía diferente, incluyendo la famosa “Cantate à Jean Bart” a la hora en punto. La consola manual del carillón se asemeja a un órgano, permitiendo a músicos hábiles realizar conciertos en vivo que cautivan al público con sus intrincadas composiciones.
Junto al campanario, un conmovedor monumento conmemora a más de 500 ciudadanos de Dunkerque que perecieron durante la Primera Guerra Mundial. Diseñado por Pierre Fritel en 1923, este memorial es un recordatorio solemne de los sacrificios hechos por la comunidad y un testimonio del espíritu perdurable de los habitantes de Dunkerque.
Hoy en día, el campanario de Dunkerque no es solo un monumento histórico, sino también una parte vibrante de la comunidad. La planta baja alberga un centro de información turística, proporcionando a los visitantes información sobre la rica historia y ofertas culturales de la ciudad. La ubicación central del campanario lo convierte en un punto de partida ideal para explorar Dunkerque, con sus encantadoras calles, bulliciosos mercados y acogedores cafés.
Ya sea que seas un aficionado a la historia, un entusiasta de la arquitectura o simplemente un viajero curioso, el campanario de Dunkerque ofrece un cautivador viaje a través del tiempo. Su legado perdurable y su belleza impresionante lo convierten en un destino imprescindible, invitándote a descubrir las historias y secretos de este notable monumento.
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