Notre-Dame-en-Vaux, conocida localmente como Collégiale Notre-Dame-en-Vaux, es una impresionante obra maestra gótica situada en el corazón de Châlons-en-Champagne, Francia. Este tesoro arquitectónico, con su rica historia y diseño deslumbrante, es un testimonio del pasado medieval de la ciudad y su vibrante patrimonio cultural.
Los orígenes de Notre-Dame-en-Vaux se remontan al siglo VII, aunque la primera mención documentada de una capilla en este sitio aparece en el siglo IX. Para el siglo XII, la iglesia se había convertido en un importante sitio religioso, y su reconstrucción comenzó tras un colapso catastrófico en 1157. La iglesia que vemos hoy en día fue construida principalmente entre los siglos XII y XV, con adiciones y renovaciones notables a lo largo de los años.
En 1107, el Papa Pascual II confirmó las posesiones de la iglesia, y para 1157, era conocida como Notre-Dame de vallibus, o Notre-Dame-en-Vaux. Los esfuerzos de reconstrucción fueron apoyados tanto por el clero como por la comunidad local, reflejando la importancia de la iglesia para la gente de Châlons-en-Champagne. La iglesia fue consagrada en 1183, y las modificaciones continuaron durante los siglos XIII y XIV.
Durante la Revolución Francesa, la iglesia sufrió daños significativos, incluyendo la destrucción de sus agujas y la mutilación de su portal sur. A pesar de estos contratiempos, Notre-Dame-en-Vaux fue clasificada como monumento histórico en 1840 y más tarde reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, como parte de las Rutas de Santiago de Compostela en Francia.
Notre-Dame-en-Vaux es un ejemplo llamativo de la arquitectura gótica con influencias románicas. Su exterior se caracteriza por cuatro imponentes torres, dos en la fachada occidental y dos en las esquinas del transepto. Originalmente, las cuatro torres estaban coronadas con agujas, pero hoy solo quedan dos. El diseño de la iglesia sigue el plan románico-renano, que recuerda a la Catedral de Toul.
El interior de la iglesia es igualmente impresionante, con una armoniosa combinación de elementos góticos y románicos. La nave y el transepto están elevados, creando un espacio interior unificado y expansivo. El ábside de la iglesia, con su deambulatorio y capillas radiantes, muestra una serie de volúmenes redondeados sostenidos por una serie de arbotantes.
La luz que se filtra a través de las vidrieras de la iglesia añade a su belleza etérea. Las más notables de estas ventanas se instalaron a principios del siglo XVI y presentan diseños intrincados que iluminan el interior de la iglesia con un caleidoscopio de colores.
Al entrar en Notre-Dame-en-Vaux, los visitantes son recibidos por una riqueza de tesoros históricos y artísticos. La iglesia alberga numerosas lápidas, incluyendo las de figuras notables como Jean Talon, el primer intendente de Nueva Francia, y Claude Chastillon, un topógrafo real. Las capillas están adornadas con azulejos decorativos que representan escenas bíblicas en filigrana de plomo.
El transepto sur, una de las partes más antiguas de la iglesia, es particularmente rico en elementos decorativos. El portal sur, aunque dañado durante la Revolución, todavía cuenta con un tímpano esculpido y estatuas de columnas que datan de alrededor de 1170. Estas esculturas ofrecen una visión del dominio artístico de la época.
Adyacente a la iglesia, una vez se encontraba un claustro, construido a finales del siglo XII y conocido por sus elaboradas decoraciones escultóricas. Aunque el claustro fue desmantelado en el siglo XVIII, muchas de sus estatuas y fragmentos se conservaron y ahora se exhiben en el Museo del Claustro de Notre-Dame-en-Vaux. Inaugurado en 1978, el museo ofrece una visión profunda del arte y la artesanía que una vez adornaron el claustro.
Notre-Dame-en-Vaux una vez albergó una reliquia venerada, el Santo Ombligo de Cristo, que atrajo a muchos peregrinos. Aunque la reliquia fue destruida en 1707, el legado de la iglesia como sitio de peregrinación perdura. La iglesia también cuenta con un impresionante órgano, con una historia que se remonta a 1409. El órgano actual, reconstruido y modificado varias veces a lo largo de los siglos, sigue siendo una característica central del patrimonio musical de la iglesia.
Las vidrieras de la iglesia son un punto culminante para muchos visitantes. Abarcando varios siglos, estas ventanas representan diversas escenas bíblicas y santos, añadiendo una dimensión vibrante y espiritual al interior de la iglesia. Las ventanas instaladas en el siglo XVI son especialmente notables por su estilo flamboyante y detalles intrincados.
En conclusión, Notre-Dame-en-Vaux no es solo un monumento histórico; es un testimonio vivo del espíritu perdurable y la riqueza cultural de Châlons-en-Champagne. Su belleza arquitectónica, su importancia histórica y sus tesoros artísticos la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore esta encantadora ciudad francesa.
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