La Capilla de los Jesuitas, en Cambrai, Francia, es un magnífico ejemplo de la arquitectura barroca y de la rica historia de la orden jesuita en la región. Ubicada en la pintoresca Place du Saint-Sépulcre, esta antigua iglesia, ahora un monumento histórico, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar los intrincados detalles y el pasado lleno de historias de un edificio que ha presenciado siglos de cambios.
La historia de la Capilla de los Jesuitas comienza a mediados del siglo XVI, cuando los jesuitas llegaron a Cambrai a petición del primer arzobispo de la ciudad, Maximilien de Berghes. Inicialmente, los jesuitas actuaron como predicadores y rápidamente establecieron un colegio, que abrió sus puertas el 8 de mayo de 1563. A pesar de los desafíos financieros, los jesuitas construyeron una pequeña capilla de estilo gótico dedicada a San Miguel Arcángel, completada en 1575. Esta capilla original sirvió a las necesidades espirituales del colegio y de la comunidad local durante casi un siglo.
A finales del siglo XVII, la capilla original se quedó pequeña para la creciente congregación. El dinámico rector Guillaume de Waha lideró el proyecto de una nueva y más grandiosa iglesia. La construcción comenzó el 11 de junio de 1679, bajo la dirección del arquitecto jesuita Jean Bégrand. El proceso fue lento, con los cimientos apenas emergiendo del suelo después de siete años. No obstante, la fachada se completó en 1692 y la iglesia fue inaugurada bajo el rectorado de Jean Sonius. La decoración interior, que incluye esculturas, pinturas, altares y mobiliario, continuó evolucionando a lo largo del siglo XVIII, resultando en la impresionante obra maestra barroca que vemos hoy.
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Los jesuitas enfrentaron importantes desafíos a mediados del siglo XVIII cuando fueron expulsados de Francia por el Parlamento de París en 1761. A pesar del apoyo del Parlamento de Flandes, los jesuitas fueron finalmente obligados a marcharse y el inventario de la capilla fue tomado en diciembre de 1764. Los jesuitas abandonaron el lugar el 1 de abril de 1765. El colegio y la capilla cambiaron de manos varias veces, cayendo eventualmente en el abandono durante la Revolución Francesa. Los edificios fueron reutilizados para diversos fines, incluyendo el alojamiento de tropas y sirviendo como prisión y almacén de forraje durante el periodo revolucionario.
En 1836, el obispo Louis Belmas adquirió la propiedad, transformándola en el gran seminario de la Diócesis de Cambrai. La capilla fue reconsagrada el 4 de noviembre de 1838 y reabierta para el culto. Sin embargo, la separación de la Iglesia y el Estado en 1905 trajo nuevos desafíos. El seminario fue expulsado en 1906 y los edificios fueron convertidos en cuarteles. Durante la Primera Guerra Mundial, la capilla fue incluso utilizada como cine. De 1918 a 1931, mientras la catedral dañada por la guerra estaba siendo reconstruida, la capilla retomó su papel como lugar de culto. En 1958, fue reutilizada como museo de arte y artefactos religiosos.
La Capilla de los Jesuitas es un impresionante ejemplo de la arquitectura barroca, caracterizada por su ornamentada fachada y sus intrincados detalles interiores. El exterior cuenta con una grandiosa entrada flanqueada por elegantes columnas y adornada con relieves escultóricos. El interior es igualmente impresionante, con un techo ricamente decorado con estuco intrincado y una serie de altares y pinturas bellamente elaborados. Cada rincón de la capilla cuenta una historia, desde las delicadas tallas hasta los majestuosos arcos que enmarcan el espacio.
La Capilla de los Jesuitas ha sido reconocida por su significado histórico y arquitectónico a través de múltiples fases de clasificación como monumento histórico. La capilla en sí fue clasificada por primera vez en 1920, seguida por la fachada y el techo en 1927. Elementos adicionales, incluyendo la fachada en la Rue des Écoles y varias características interiores, fueron clasificados en años posteriores. Estas designaciones aseguran la preservación de este notable sitio para que las futuras generaciones puedan apreciarlo y explorarlo.
Hoy en día, la Capilla de los Jesuitas se erige como un hito cultural en Cambrai, atrayendo a visitantes de cerca y de lejos. Su importancia histórica, su belleza arquitectónica y su rica herencia la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore la región. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, la Capilla de los Jesuitas ofrece una visión única del pasado y una oportunidad para maravillarse con el arte de una era pasada.
En conclusión, la Capilla de los Jesuitas no es solo un edificio; es un símbolo de resiliencia, transformación y excelencia artística. Sus muros han sido testigos de siglos de historia, desde la llegada de los jesuitas hasta los trastornos de la Revolución Francesa y más allá. Hoy en día, se erige como un testimonio del legado duradero de la orden jesuita y de la rica herencia cultural de Cambrai. Una visita a esta notable capilla es un viaje a través del tiempo, ofreciendo una comprensión más profunda del pasado y una apreciación por la belleza y la complejidad de la arquitectura barroca.
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