Ubicada en el encantador pueblo de Bar-le-Duc, la Église Saint-Étienne, conocida localmente como église Saint-Étienne de Bar-le-Duc, es un testimonio de la rica historia y la belleza arquitectónica. Este magnífico edificio, cuyas raíces se remontan a principios del siglo XIV, ofrece una fascinante mirada al pasado, adornado con impresionantes elementos góticos y renacentistas que atraen a visitantes de todas partes.
La historia de la Église Saint-Étienne comienza en 1315, cuando el Conde Édouard I de Bar inició la construcción de la iglesia colegiata original, entonces conocida como Saint-Pierre. Este ambicioso proyecto, bendecido por el Obispo de Toul, Jean d'Arzillières, fue concebido como un gran centro espiritual. A pesar de los contratiempos de la Guerra de los Cien Años, la iglesia se levantó de casi la ruina, gracias a la dedicación inquebrantable del clero y la nobleza local.
Hacia finales del siglo XV, la iglesia había comenzado a tomar su forma actual, culminando en una impresionante mezcla de la exuberancia gótica y la gracia renacentista. La distintiva fachada de la iglesia, completada a principios del siglo XVI, exhibe una asombrosa variedad de detalles arquitectónicos, desde los medallones ornamentados hasta las evocadoras representaciones del Juicio Final.
Al cruzar las puertas de la Église Saint-Étienne, uno entra en un mundo donde la historia y el arte se entrelazan. El diseño en estilo basilical, con su nave y pasillos de igual altura, crea un espacio abierto y aireado que invita a la exploración. El coro, con su intrincado trabajo en piedra, y la Capilla de Sainte-Marguerite, fundada en 1503, son puntos destacados que no deben pasarse por alto.
El pasillo sur es particularmente notable por sus capillas, cada una una obra maestra de artesanía. La Capilla de Stainville, con sus exquisitas tallas en piedra, y la capilla bautismal de la familia Baudinais, completa con un frontón renacentista, son testamentos del legado artístico de la región.
La Église Saint-Étienne no es solo un lugar de culto, sino también un santuario para el arte. Entre sus tesoros se encuentran dos obras maestras del renombrado escultor Ligier Richier. La inquietantemente hermosa “Transi de René de Chalon,” una figura esquelética ofreciendo su corazón a los cielos, y el dramático “Christ en croix entre les deux larrons” son obras profundamente conmovedoras que capturan la esencia del arte renacentista.
Estas esculturas, junto con la colección de 52 objetos históricamente registrados de la iglesia, ofrecen una profunda visión del patrimonio artístico y cultural de Lorena.
Los vitrales de la iglesia son un caleidoscopio de color e historia. Las vibrantes ventanas del siglo XIX, que incluyen representaciones del Milagro de Notre-Dame du Guet y la Lapidación de San Esteban, son impresionantes. En el transepto sur, la ventana de 1880 de Charles-François Champigneulle retrata vívidamente la procesión de las reliquias de Saint Maxe, un fragmento de la historia local inmortalizado en vidrio.
A pesar de los estragos del tiempo y la revolución, la Église Saint-Étienne ha perdurado, en parte gracias a extensos esfuerzos de restauración en el siglo XIX. Estos esfuerzos han preservado su integridad histórica, permitiendo a los visitantes apreciar la iglesia en todo su esplendor. La clasificación de la iglesia como monumento histórico en 1889 subraya su importancia cultural y el compromiso continuo con su preservación.
Hoy en día, la Église Saint-Étienne se alza con orgullo en el barrio renacentista de la Ville Haute de Bar-le-Duc, un faro de historia y espiritualidad. Ya sea que te atraiga su belleza arquitectónica, sus tesoros artísticos o su rica historia, una visita a esta notable iglesia es un viaje a través del tiempo.
Mientras recorres sus sagrados pasillos, tómate un momento para reflexionar sobre las historias grabadas en sus piedras y las generaciones que han pasado por sus puertas. La Église Saint-Étienne no es solo un edificio; es un testimonio viviente del espíritu perdurable de Bar-le-Duc, un lugar donde la historia y el patrimonio cobran vida.
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