Profundamente bajo la encantadora ciudad de Attendorn en Nordrhein-Westfalen, Alemania, se encuentra una joya oculta de belleza natural y maravilla geológica: la Cueva de Atta (conocida localmente como Atta-Höhle). Este fascinante sistema de cuevas, descubierto en 1907, es reconocido como una de las cuevas de estalactitas más grandes y hermosas accesibles en Alemania. Con sus formaciones hipnotizantes y rica historia, la Cueva de Atta atrae anualmente a entre 150,000 y 200,000 visitantes, convirtiéndola en una de las cuevas turísticas más visitadas del país.
La Cueva de Atta fue descubierta por casualidad el 19 de julio de 1907 durante operaciones de extracción de piedra caliza por parte de Biggetaler Kalkwerke. El propietario, Eberhardt Epe, rápidamente reconoció el potencial de la cueva y la abrió al público en el mismo año. Desde entonces, la cueva ha permanecido bajo la propiedad de los descendientes de Epe.
En 1985, exploraciones adicionales lideradas por un grupo de espeleólogos, incluyendo a Elmar Hammerschmidt, revelaron secciones adicionales de la cueva, extendiendo su longitud conocida a unos impresionantes 6,000 metros. Sin embargo, solo un camino circular de 500 metros está accesible para los visitantes, ofreciendo un vistazo a la impresionante belleza de la cueva.
La formación de la Cueva de Atta comenzó hace aproximadamente 400 millones de años durante el periodo Devónico, cuando la zona estaba sumergida bajo un mar poco profundo. A lo largo de milenios, la meteorización por ácido carbónico y la corrosión por mezcla crearon la intrincada red de cámaras y pasadizos de la cueva. Las impresionantes formaciones de estalactitas, estalagmitas y estalagnatos son el resultado del agua rica en minerales que se filtra a través de la piedra caliza, depositando cristales de calcita con el tiempo.
Una de las características más distintivas de la cueva son sus coloridas cortinas de sinter, teñidas por óxidos de hierro, que añaden un encanto único al ya hipnotizante paisaje. La cueva también alberga formaciones de cristales de calcita, algunas de las cuales han sido reubicadas en las áreas públicas para su exhibición. Estas maravillas naturales, combinadas con la iluminación ambiental de la cueva, crean una atmósfera de otro mundo que deja a los visitantes asombrados.
Una visita a la Cueva de Atta comienza con un recorrido guiado a través de un túnel de 90 metros de largo, que conduce al sistema principal de la cueva. El recorrido lleva a los visitantes a lo largo de un camino circular de 500 metros, mostrando las formaciones más espectaculares de la cueva. Cada cámara dentro de la cueva tiene un nombre caprichoso, como el Salón del Profeta, el Doble Glaciar, la Sala del Trono de la Princesa Atta, los Siete Enanitos y el Oso Polar, Nicolás y la Cigüeña, y muchos más, que despiertan la imaginación y añaden al atractivo de la cueva.
Uno de los aspectos únicos de la Cueva de Atta es su uso como instalación para el envejecimiento del queso. En una sección de la cueva, el queso local, conocido como queso Atta, se almacena para madurar, beneficiándose de la temperatura y humedad constantes de la cueva. Una puerta especial ayuda a contener el aroma del queso, asegurando que no impregne toda la cueva.
La Cueva de Atta ha sido reconocida durante mucho tiempo como un monumento natural y fue designada como reserva natural (Naturschutzgebiet) en 2006, cubriendo un área de 13.25 hectáreas. Esta designación tiene como objetivo proteger la cueva y su entorno circundante, incluyendo el Stürzenberg bajo el cual se encuentra la cueva. La reserva también abarca una antigua cantera de piedra caliza, que presenta una pared rocosa de 60 metros de altura, y un complejo de paisaje cultural con bosques, praderas, setos y pastizales calcáreos.
A pesar de su popularidad, la Cueva de Atta ha enfrentado algunas críticas, particularmente en relación con sus altas tarifas de entrada y la prohibición de la fotografía dentro de la cueva. Además, ha habido cierta controversia sobre la longitud real del camino accesible, que es de solo unos 560 metros, en contraste con los 1,800 metros previamente declarados.
Una visita a la Cueva de Atta es un viaje al corazón de la Tierra, ofreciendo una oportunidad única para presenciar la impresionante belleza del arte subterráneo de la naturaleza. Los recorridos guiados, disponibles en varios idiomas, proporcionan fascinantes conocimientos sobre la formación, historia y significancia geológica de la cueva. La iluminación ambiental y los caminos cuidadosamente mantenidos aseguran una experiencia segura y agradable para visitantes de todas las edades.
Después de explorar la cueva, los visitantes pueden recorrer la tienda de regalos, que ofrece una variedad de recuerdos, incluyendo muestras del renombrado queso Atta. La cercana ciudad de Attendorn también ofrece encantadoras atracciones, como la histórica Iglesia de San Juan Bautista y el pintoresco embalse de Biggesee, lo que la convierte en un destino perfecto para una excursión de un día o una escapada de fin de semana.
En conclusión, la Cueva de Atta no es solo una maravilla geológica sino un testimonio de las maravillas del arte paciente y lento de la naturaleza. Sus impresionantes formaciones, rica historia y características únicas la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore la hermosa región de Nordrhein-Westfalen. Ya sea que seas un espeleólogo experimentado o un viajero curioso, la Cueva de Atta promete una aventura subterránea inolvidable que te dejará con recuerdos duraderos de su belleza etérea.
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