La Basílica Notre-Dame-de-Lourdes de Nancy, un impresionante monumento en Vandœuvre-lès-Nancy, Francia, se erige como un testimonio del talento arquitectónico y la riqueza histórica de principios del siglo XX. Esta basílica, con sus impresionantes influencias románicas y góticas, no es solo un lugar de culto, sino un faro de significancia cultural e histórica que cautiva a visitantes de todos los rincones del mundo.
La historia de la Basílica Notre-Dame-de-Lourdes comenzó el 30 de julio de 1908, cuando Charles-François Turinaz, el obispo de Nancy, decidió construir una basílica icónica para servir como la decimocuarta parroquia de Nancy. La basílica se construiría en el sitio de la antigua capilla de los Hermanos de San Carlos. El Papa Pío X apoyó esta decisión en una carta fechada el 25 de agosto de 1908, felicitando al obispo por su visión.
La primera piedra se colocó el 25 de octubre de 1908 y fue bendecida por el obispo Turinaz, quien también bendijo las primeras tres campanas el 13 de diciembre de 1908. A pesar del impulso inicial, la construcción enfrentó retrasos significativos debido al estallido de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la determinación de completar el proyecto se mantuvo firme, y para el 16 de marzo de 1924, la nave estaba terminada. La iglesia fue solemnemente consagrada el 2 de julio de 1924 por el obispo Hippolyte-Marie de La Celle.
La construcción de la basílica continuó con la finalización del portal el 1 de octubre de 1925 y la inauguración de la aguja el 22 de septiembre de 1929, marcada por un Te Deum. Los toques finales, incluyendo la escultura de la aguja y el nártex, se completaron en 1931 y 1933, respectivamente. El 26 de junio de 1925, el Papa Pío XI elevó la iglesia al rango de basílica menor, consolidando su estatus como una estructura eclesiástica significativa.
El diseño arquitectónico de la Basílica Notre-Dame-de-Lourdes es obra de Jules Criqui, quien combinó magistralmente elementos románicos y góticos para crear una estructura de belleza sin igual. El diseño de la basílica sigue un plan de cruz latina, con un ábside semicircular y una nave dividida en tres naves. La longitud exterior del edificio es de 76 metros, con el interior midiendo 62 metros sin el pórtico. La nave central tiene una anchura de 21 metros, con la nave principal ocupando 11 metros de este espacio. La altura bajo la bóveda alcanza los 22,5 metros, mientras que la aguja se eleva a unos imponentes 84,2 metros.
La basílica está adornada con numerosos capiteles esculpidos y murales que embellecen los portales del transepto. En el interior, los visitantes pueden explorar cinco capillas, cada una con su encanto único y ambiente espiritual. La basílica también alberga ocho campanas, cada una nombrada en honor a una figura significativa: Juana de Arco, Teresa del Niño Jesús, Gertrudis, Margarita María, Isabel, María, Carlota y Bernardita. Estas campanas, que pesan entre 276 kg y 4200 kg, añaden un toque melodioso a la atmósfera serena de la basílica.
La construcción y decoración de la Basílica Notre-Dame-de-Lourdes contó con la colaboración de varios artistas talentosos. Los escultores Victor Huel, padre e hijo, aportaron su experiencia a las intrincadas tallas que adornan la basílica. Jules Schneider, un pintor renombrado, realzó la belleza de la basílica con sus exquisitos murales. Las impresionantes vidrieras, creadas por Georges Janin y Joseph Benoît, añaden un caleidoscopio de colores al interior de la basílica, creando un juego hipnótico de luz y sombra. El órgano de la basílica, construido por E. A. Roethinger en 1948, llena el espacio sagrado con sus melodías armoniosas, enriqueciendo la experiencia espiritual de los visitantes.
Una visita a la Basílica Notre-Dame-de-Lourdes ofrece un viaje a través de la historia, el arte y la espiritualidad. Al cruzar su majestuosa entrada, se es recibido por la vista impresionante de su torre y su fachada intrincada. El interior de la basílica es igualmente cautivador, con sus altos techos abovedados, capiteles bellamente esculpidos y vibrantes vidrieras que cuentan historias de santos y escenas bíblicas.
Tómese un momento para explorar las cinco capillas, cada una ofreciendo un espacio sereno para la reflexión y la oración. Las capillas están adornadas con impresionantes obras de arte e iconografía religiosa que inspiran un sentido de paz y reverencia. No pierda la oportunidad de admirar los murales que adornan los portales del transepto, añadiendo un toque de color y vida a las paredes de piedra de la basílica.
Curiosamente, la Basílica Notre-Dame-de-Lourdes no es solo un santuario para los fieles, sino también para la vida silvestre. Desde el invierno de 2003-2004, una pareja de halcones peregrinos ha hecho de la aguja de la basílica su hogar. Estas majestuosas aves añaden un toque único al ya rico tapiz de historia y cultura de la basílica, recordando a los visitantes la armonía entre la naturaleza y la creación humana.
Debajo de la basílica, las salas del sótano sirven como lugares de encuentro para diversas actividades comunitarias y movimientos de exploración. Estos espacios fomentan un sentido de comunidad y pertenencia, reflejando el papel de la basílica como un centro de vida social y espiritual en Vandœuvre-lès-Nancy. A lo largo del año, la basílica alberga numerosos eventos, incluyendo ceremonias religiosas, conciertos y reuniones comunitarias, convirtiéndola en un vibrante centro de actividad y compromiso.
En conclusión, la Basílica Notre-Dame-de-Lourdes de Nancy es más que una iglesia; es un símbolo de fe, historia y arte. Su imponente torre, su arquitectura intrincada y su rica historia la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore la región. Ya sea que te atraiga su significancia espiritual, su belleza arquitectónica o su papel en la comunidad, la basílica ofrece una experiencia profunda y enriquecedora que perdura mucho después de tu visita.
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