En el corazón de Troyes, una ciudad famosa por su arquitectura medieval y su rica historia, se encuentra la majestuosa Basílica de San Urbano, conocida localmente como la Basilique Saint-Urbain de Troyes. Esta radiante obra maestra gótica, con su intrincada tracería y sus altas agujas, ofrece un fascinante vistazo a la grandeza arquitectónica de la Francia medieval.
La historia de la Basílica de San Urbano comienza con Jacques Pantaléon, el hijo de un humilde zapatero de Troyes que llegó a ser el Papa Urbano IV. En 1262, el Papa Urbano IV anunció su intención de construir una basílica en su ciudad natal, dedicada a San Urbano, su santo patrón. El sitio elegido fue el lugar de la tienda de su familia, y la construcción comenzó poco después bajo la dirección del arquitecto Jean Langlois.
A pesar de la muerte del papa en 1264, la construcción continuó bajo la supervisión de su sobrino, el Cardenal Ancher. Para 1286, gran parte de la basílica había sido completada, incluyendo el coro y el transepto. Sin embargo, el proyecto enfrentó numerosos obstáculos, entre ellos la oposición de la poderosa abadesa Ode de Pougy y restricciones financieras, lo que llevó a interrupciones intermitentes en la construcción.
La construcción de la Basílica de San Urbano no estuvo exenta de desafíos. En 1266, la abadesa Ode de Pougy, temiendo que la nueva basílica pudiera eclipsar a la Abadía de Notre Dame aux Nonnains, organizó un ataque destructivo. Las fuerzas de la abadesa vandalizaron el sitio de construcción, rompiendo puertas, columnas y robando herramientas. A pesar de este contratiempo, los constructores persistieron y la basílica fue tomando forma gradualmente.
Asimismo, surgieron complicaciones adicionales debido a la falta de fondos y la inestabilidad política, lo que retrasó la finalización de la basílica durante siglos. La nave solo estaba parcialmente completada a finales del siglo XIII, y no fue hasta finales del siglo XIV que la construcción se reanudó con seriedad. La basílica fue finalmente consagrada en 1389, aunque permaneció incompleta. No fue hasta el siglo XVI que se hicieron progresos significativos, incluyendo la finalización de la torre en 1630.
Tras su finalización, la Basílica de San Urbano experimentó un periodo de abandono y decadencia. Para la época de la Revolución Francesa, la basílica había caído en mal estado y fue reutilizada como granero y almacén. No fue hasta 1802 que se restauró su función original como iglesia parroquial.
A mediados del siglo XIX se renovó el interés por la restauración de la basílica. A partir de 1846, se llevó a cabo un proyecto de restauración integral, dirigido por el arquitecto Paul Selmersheim. La parte superior de la nave se completó entre 1877 y 1886, y las restauraciones continuaron hasta principios del siglo XX. El portal occidental de la basílica, un impresionante ejemplo de arquitectura gótica, se completó en 1905.
La Basílica de San Urbano es un ejemplo por excelencia de la arquitectura gótica radiante, caracterizada por su delicada tracería, altas agujas y amplio uso de vitrales. A menudo descrita como una "delicada jaula de vidrio" y el "Partenón de Champagne", la basílica encarna la elegancia y verticalidad del diseño gótico.
El interior compacto de la basílica cuenta con una nave corta de tres tramos, un transepto que no se extiende más allá de las paredes laterales y un ábside que termina en tres ábsides poligonales. La ausencia de un deambulatorio y el énfasis en las líneas verticales crean una sensación de altura y ligereza. El exterior está adornado con frontones perforados, esbeltos contrafuertes y numerosos pináculos, dándole una apariencia visualmente compleja y etérea.
En el interior, la basílica es una sinfonía de luz y color, gracias a sus extensos vitrales. A diferencia de la elevación de tres niveles de la arquitectura gótica clásica, la Basílica de San Urbano presenta un diseño de dos niveles con grandes arcadas y ventanas altas. Esta disposición maximiza la cantidad de luz que entra al edificio, creando una atmósfera luminosa y elevadora.
El coro es particularmente impresionante, con dos niveles de ventanas acristaladas que bañan el altar con luz natural. El santuario, el transepto y la nave están adornados con una arcada sostenida por pilares compuestos, sobre los cuales se eleva un triforio de altura similar. Este diseño arquitectónico enfatiza la verticalidad y transparencia de la estructura, haciendo de ella una verdadera obra maestra del arte gótico.
A lo largo de los siglos, la Basílica de San Urbano ha sido un testimonio del espíritu perdurable de la fe y la resiliencia. Desde sus humildes comienzos como la visión del hijo de un zapatero hasta su estatus como basílica menor, elevada por el Papa Pablo VI en 1964, la basílica ha superado innumerables desafíos y ha emergido como un símbolo de brillantez arquitectónica y significancia histórica.
Hoy en día, los visitantes de la Basílica de San Urbano pueden maravillarse con sus intrincados detalles, explorar su pasado lleno de historias y experimentar la serena belleza de su interior. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o un peregrino espiritual, la Basílica de San Urbano ofrece un cautivador viaje a través del tiempo y una conexión profunda con el legado de la Francia medieval.
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