Ubicada en el encantador pueblo de Tettnang en Baden-Württemberg, Alemania, la Georgskapelle, conocida localmente como St. Georg, es un testimonio de la historia y la evolución arquitectónica. Este monumento cultural protegido no es solo un lugar de culto, sino una narración de resistencia y transformación, resonando con las historias del pasado en cada piedra y artefacto.
La primera mención de Georgskapelle se encuentra en un documento de fundación de 1436, lo que sugiere su importancia duradera en la región. Originalmente, pudo haber servido como capilla de castillo y corte, siendo potencialmente la primera iglesia de la ciudad. Sin embargo, al igual que gran parte de Tettnang, fue destruida en 1633 durante la Guerra de los Treinta Años, un conflicto que dejó profundas cicatrices en toda Europa.
El renacimiento llegó en 1682 de la mano del Conde Johann X de Montfort, quien lideró la reconstrucción de la capilla. Este período vio la resurrección de la capilla como una iglesia de salón con una bóveda de crucería y un coro plano con deambulatorio. El estilo arquitectónico refleja las sensibilidades de diseño de la época, combinando funcionalidad con un toque de elegancia.
Entrar en Georgskapelle es como viajar a otra era. Entre los objetos más antiguos se encuentra la pila bautismal de 1582, adornada con los nombres de tres condesas de Montfort por matrimonio: Anna von Lobkowitz, Barbara von Fürstenberg y Ursula von Solms. Estas inscripciones no son solo nombres, sino ecos del pasado, conectando el presente con el linaje que existió en su momento.
El altar mayor, una obra maestra originalmente creada por el artista salemita Joseph Anton Feuchtmayer en 1758 para la capilla del Nuevo Castillo, encontró su hogar aquí después de que la capilla del castillo fue secularizada en 1828. Junto a él, dos altares laterales y dos púlpitos fueron trasladados a Georgskapelle, enriqueciendo su tapiz histórico y artístico.
La capilla ha pasado por varias renovaciones, cada una dejando su huella. A finales del siglo XIX, los altares laterales fueron reemplazados por otros de estilo neogótico y los púlpitos fueron retirados. Este período también vio la introducción de la galería, bancos de iglesia y un suelo de coloridos azulejos de cemento ornamental, fusionando lo antiguo con lo nuevo.
Una transformación significativa ocurrió alrededor de 1965 cuando los altares laterales neogóticos fueron cambiados por simples placas de consola y se retiró el yeso exterior deteriorado. Los viejos castaños en el lado sureste, cuyas raíces amenazaban la mampostería, también fueron talados, un cambio agridulce para preservar la integridad de la capilla.
En 1999, se reparó la torreta del techo dañada por una tormenta y se renovaron la cornisa de la torre, el caballete, el umbral del campanario y el revestimiento de tejas. Estas restauraciones no fueron meramente reparaciones, sino actos de preservación, asegurando la perdurabilidad de la capilla para las futuras generaciones.
Los años 2017 y 2018 marcaron otra fase de renovación, introduciendo un nuevo concepto de iluminación y transformando las salas previamente inutilizadas en el deambulatorio en alojamientos para peregrinos. Esta adaptación resalta la relevancia continua de la capilla y su papel como santuario para viajeros.
El órgano actual, una pieza histórica en sí misma, fue construido originalmente en 1964 por la compañía alsaciana de construcción de órganos Schwenkedel para una capilla en un hogar de retiro en Lorena. Cuando la capilla enfrentó la demolición, el instrumento fue comprado, meticulosamente restaurado y trasladado a Tettnang. A principios de 2019, fue reensamblado en Georgskapelle, con el constructor de órganos de Stuttgart Tilman Trefz supervisando su reintonación. Con ocho registros distribuidos en dos manuales y un pedal, el órgano se erige como un puente entre el pasado y el presente, llenando la capilla con sus ecos melódicos.
Georgskapelle en Tettnang es más que un monumento histórico; es una narrativa viva de fe, resiliencia y comunidad. Cada visita ofrece un vistazo al pasado mientras se abraza el presente, convirtiéndola en una visita obligada para cualquiera que explore el rico tapiz cultural de Baden-Württemberg.
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