El Castillo de Tavira, conocido localmente como Castelo de Tavira, es una majestuosa fortaleza situada en lo alto del encantador pueblo de Tavira, en la región del Algarve, en Portugal. Este tesoro histórico, clasificado como Monumento Nacional desde 2014, ofrece a los visitantes un fascinante viaje a través del tiempo, combinando historia antigua, esplendor arquitectónico y leyendas cautivadoras.
Los orígenes del Castillo de Tavira están profundamente arraigados en la antigüedad, con evidencia de ocupación humana que se remonta a tiempos prehistóricos. Un importante descubrimiento arqueológico en 1997 desenterró una sección de una muralla fenicia del siglo VIII a.C., lo que indica la presencia de un puesto comercial o colonia fenicia. Este asentamiento temprano sentó las bases para el desarrollo de Tavira como un puerto marítimo crucial a lo largo de los siglos.
Durante la era romana, el asentamiento, conocido como Balsa, ganó importancia estratégica debido a la construcción de un puente sobre el río Gilão. Aunque no se han encontrado restos materiales de una fortificación romana, se cree que un destacamento romano custodiaba este segmento de la antigua vía romana.
El período medieval vio transformaciones significativas en Tavira, particularmente durante la ocupación musulmana en el siglo XI. Los primeros registros escritos de la ciudad, entonces llamada at-Tabira, datan de principios del siglo XII. La fortaleza jugó un papel crucial en los conflictos entre los almorávides y los almohades, cayendo finalmente ante el emir almohade Almunine en 1168 después de un prolongado asedio.
La Reconquista cristiana trajo más cambios al Castillo de Tavira. En junio de 1239 (o 1240 según algunas fuentes), el castillo fue capturado por fuerzas portuguesas lideradas por D. Paio Peres Correia, el Maestre de la Orden de Santiago. Esta conquista se asocia tradicionalmente con una represalia por la muerte de siete caballeros de la Orden en una emboscada.
En 1242 (o 1244 según algunos relatos), el rey Sancho II de Portugal otorgó los dominios de Tavira y el patronato de su iglesia a la Orden de Santiago. Esta donación fue confirmada por el Papa Inocencio IV en 1245. Sin embargo, la propiedad del castillo fue disputada por Alfonso X de Castilla, quien lo sitió y capturó en 1252. Un tratado en 1264 resolvió esta disputa, con Alfonso X cediendo el Algarve al rey Afonso III de Portugal.
Bajo el reinado de Dinis (1279-1325), el castillo experimentó reparaciones y expansiones significativas. La construcción de la torre del homenaje, o Torre de Menagem, data de este período. El perímetro del castillo también se amplió para abarcar una área mayor, reflejando la creciente importancia de Tavira. A finales de la Edad Media, el área fortificada cubría aproximadamente cinco hectáreas, un tamaño considerable para la época.
El Castillo de Tavira muestra varios estilos arquitectónicos y fases de construcción. Los elementos más antiguos que se conservan datan del período almorávide a finales del siglo XI o principios del siglo XII. Las modificaciones posteriores durante el período almohade añadieron características significativas, incluyendo restos de muros de tierra apisonada y una puerta con arco de herradura descubierta cerca de la actual Praça da República.
El diseño del castillo evolucionó aún más después de la conquista cristiana, adquiriendo una forma ovalada que aún es reconocible hoy en día. Las características notables de este período incluyen los restos de estructuras identificadas en los terrenos de la Pensão Castelo y la configuración original de la Porta de D. Manuel, un arco apuntado en estilo gótico.
El Castillo de Tavira está impregnado de leyendas locales que añaden un encanto místico a su narrativa histórica. Una de estas leyendas habla de una doncella mora encantada que aparece cada año en la víspera de San Juan, llorando por su destino. Se dice que es la hija de Aben-Fabila, el gobernador moro que desapareció usando artes mágicas cuando Tavira cayó en manos de los cristianos, dejando a su hija bajo un encantamiento.
Otra historia relata acerca de un caballero cristiano, D. Ramiro, que se enamoró profundamente de la doncella encantada. Una víspera de San Juan, intentó escalar las murallas del castillo para romper el hechizo, pero el amanecer llegó antes de que pudiera alcanzarla. La doncella desapareció en una nube sobre el castillo, dejando a D. Ramiro con el corazón roto y decidido a luchar contra los moros con renovado vigor.
Otra leyenda perdurable involucra a los siete caballeros de la Orden de Santiago que fueron emboscados y asesinados por los moros durante una tregua. Sus nombres, incluyendo D. Pedro Pires, Mem do Vale y Durão Vaz, son recordados en la tradición local. Se dice que este trágico evento impulsó la represalia de la Orden y la eventual captura de Tavira.
Hoy en día, los visitantes del Castillo de Tavira pueden explorar sus antiguas murallas, torres y puertas, cada una contando una historia del rico y tumultuoso pasado de la ciudad. El castillo ofrece vistas panorámicas de los pintorescos tejados de Tavira y el paisaje circundante, proporcionando una visión de la importancia estratégica de esta histórica fortaleza.
El Castillo de Tavira no es solo una reliquia del pasado; es un testimonio vivo de la vibrante historia y patrimonio cultural de la región. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante de las leyendas o simplemente estés buscando vistas impresionantes, el Castillo de Tavira promete una experiencia inolvidable que te transportará al pasado.
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