El Monte Valérien, conocido localmente como Mont Valérien, es una colina destacada situada en el departamento de Hauts-de-Seine, principalmente dentro de la comuna de Suresnes, a solo 12 kilómetros al oeste de París. Con una elevación de 161 metros, este sitio histórico ofrece una mezcla cautivadora de belleza natural e historia rica, convirtiéndolo en un destino imprescindible para los turistas que exploran los alrededores de París.
La historia del Monte Valérien se remonta a siglos atrás, con sus partes altas albergando una calvaria religiosa desde el siglo XVII hasta principios del siglo XIX. Esta calvaria atraía a numerosos peregrinos, mientras que las laderas de la colina estaban cubiertas de viñedos. Sin embargo, la calvaria fue demolida en 1841 para dar paso a la construcción de la fortaleza de Mont-Valérien, que fue construida para proteger la capital francesa. Durante la Guerra Franco-Prusiana en 1870, el ejército francés utilizó la fortaleza para bombardear el Château de Saint-Cloud. La colina también tiene un lugar sombrío en la historia como el sitio donde más de mil rehenes y combatientes de la resistencia fueron ejecutados durante la ocupación alemana de 1941 a 1944.
Geológicamente, el Monte Valérien es una butte-témoin, similar a Montmartre y las colinas de Parisis. La formación geológica de la colina abarca desde el período Terciario, con capas que van desde arcilla plástica en su base hasta una fina capa de piedra de molino de Beauce en la cima. La piedra caliza de la colina se utilizó históricamente en la construcción de importantes monumentos parisinos como la Catedral de Notre-Dame y el Louvre. Además, el yeso extraído de la colina se utilizó en la construcción del Château de Versailles y el Château de Bagatelle.
Las raíces espirituales del Monte Valérien son antiguas, probablemente vinculadas a los manantiales naturales que una vez fluían desde la colina. Se cree que el nombre Suresnes deriva de una diosa celta llamada Surisna, que significa fuente. En la Edad Media, las laderas de la colina estaban cultivadas con viñedos, y su cima se convirtió en hogar de ermitaños que buscaban soledad y realización espiritual. El primer ermitaño registrado fue Antoine en 1402, seguido por Guillemette Faussart en el siglo XVI, quien construyó una capilla en la colina.
La colina ganó mayor importancia religiosa en el siglo XVII cuando Hubert Charpentier estableció tres cruces y construyó una iglesia dedicada a la Santa Cruz. Este desarrollo marcó el comienzo de la peregrinación a Mont-Valérien, atrayendo a numerosos fieles de París. Los peregrinos cruzaban el Sena en ferry y subían a la cima, pasando por capillas que representaban las estaciones de la cruz en el camino. El sitio de peregrinación también incluía una impresionante escalera conocida como los cien escalones, que aún existe hoy en día.
La fortaleza de Mont-Valérien, construida a mediados del siglo XIX, jugó un papel crucial en la historia militar de Francia. Durante la Segunda Guerra Mundial, la fortaleza se convirtió en un sitio de ejecución para combatientes de la resistencia y rehenes. En honor a estos valientes individuos, el Memorial de la Francia Combatiente fue inaugurado el 18 de junio de 1960 por el General de Gaulle. El memorial se erige como un tributo a los combatientes, miembros de la resistencia y deportados de la Segunda Guerra Mundial, sirviendo como un recordatorio conmovedor de los sacrificios hechos por la libertad.
Hoy en día, el Monte Valérien ofrece a los visitantes una oportunidad única para explorar su rica historia y disfrutar de su belleza natural. La colina proporciona vistas panorámicas impresionantes de la zona circundante, incluyendo el horizonte de París. La fortaleza, con su arquitectura imponente, se erige como un testimonio de la importancia estratégica de la colina a lo largo de la historia.
Los visitantes también pueden explorar el Memorial de la Francia Combatiente, que ofrece una experiencia conmovedora a través de sus exhibiciones y placas conmemorativas. El diseño y la ubicación del memorial, respaldado por la pared sur de la fortaleza, crean una atmósfera solemne que honra la memoria de aquellos que lucharon y murieron por su país.
El Monte Valérien es más que una simple colina; es un símbolo de resiliencia, fe y sacrificio. Sus capas de historia, desde las peregrinaciones religiosas hasta las fortificaciones militares, lo convierten en un destino fascinante tanto para los entusiastas de la historia como para los turistas casuales. Ya sea que te atraiga su importancia geológica, su herencia espiritual o su papel en la historia bélica de Francia, el Monte Valérien ofrece una experiencia rica y gratificante que deja una impresión duradera en todos los que lo visitan.
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