Ubicada en el pintoresco pueblo de Schliersee en Baviera, Alemania, la Iglesia Parroquial Católica de San Sixto es una joya de la arquitectura barroca. Esta encantadora iglesia, dedicada al Papa Sixto II, un mártir venerado del siglo III, es un testimonio de la rica historia y el patrimonio artístico de la región. Rodeada por la tranquila belleza de los Alpes bávaros, San Sixto invita a los visitantes a explorar su fascinante pasado y su exquisito arte.
Los orígenes de Schliersee se remontan a la fundación de un monasterio alrededor del año 770, conocido como Slyrse. Este monasterio fue destruido en el siglo X durante las invasiones húngaras, para ser restablecido en 1141 por el obispo Otto de Freising como una fundación colegiada. La iglesia románica original sucumbió a un incendio en 1346, lo que llevó a su reconstrucción gótica bajo el conde Georg I de Hohenwaldeck dos años después.
La actual encarnación barroca de la iglesia comenzó su andadura en 1712, liderada por Johann Daller, quien sirvió como vicario parroquial desde 1704. Completada en 1714 y consagrada al año siguiente, la nueva estructura fue diseñada por el maestro constructor Caspar Glasl, con el renombrado Johann Baptist Zimmermann a cargo de su intrincado estuco y frescos.
San Sixto es un espléndido ejemplo de arquitectura barroca, con un diseño de iglesia de salón y un coro semicircular. La sección norte de la fachada occidental está dominada por el campanario, construido en 1466 por los hermanos Gugler, Alexander y Michael. La aguja, reemplazada en 1873 tras ser alcanzada por un rayo, añade un toque distintivo al horizonte.
La nave está adornada con un techo de bóveda de cañón, segmentado por anchas pilastras, creando un flujo rítmico en todo el interior. Capillas laterales ubicadas entre las pilastras albergan altares, cada uno una obra maestra en sí misma, invitando a la contemplación y la reverencia.
Los frescos del techo, pintados por Johann Baptist Zimmermann en 1714, narran episodios de la vida de San Sixto, el santo patrón de la iglesia. Los frescos en el coro representan momentos clave como su arresto junto a San Lorenzo, su diácono, y su eventual martirio. Escenas más pequeñas y monocromáticas ilustran a San Sixto debatiendo con filósofos antiguos, destruyendo ídolos y sanando a un ciego con la señal de la cruz.
Los frescos de la nave celebran los monogramas de Cristo y María, sirviendo como un himno de alabanza a sus santos nombres. Sobre la galería del órgano, la Madonna del Manto Protector preside, cobijando bajo su mirada benevolente a figuras de todos los ámbitos de la vida.
En el lado norte del coro se encuentra la Capilla de Santa Catalina, un vestigio de la iglesia medieval y lugar de sepultura de los Señores de Waldeck. Un epitafio de mármol rojo conmemora a Georg von Waldeck, quien falleció en 1380. El altar de la capilla, que data de mediados del siglo XVII, presenta estatuas de los Apóstoles Pedro y Pablo, añadiendo capas de profundidad histórica.
El altar mayor, elaborado en nogal en 1717 según el diseño de Zimmermann, exhibe figuras de gran tamaño de San Benno de Meissen y San Arsacio. Estos santos, cada uno con sus atributos y leyendas únicas, se erigen como guardianes de la fe y la tradición.
El corazón musical de la iglesia es el órgano, construido en 2012 por la firma suiza Mathis. Con 28 registros distribuidos en dos manuales y un pedalero, este instrumento combina elementos mecánicos y electrónicos para ofrecer una rica experiencia auditiva. Reemplazando a un predecesor de 1941, el órgano Mathis continúa el legado de excelencia musical de la iglesia.
San Sixto en Schliersee no es solo una iglesia; es un crónica viva de fe, arte e historia. Sus muros resuenan con la devoción y creatividad de siglos pasados, ofreciendo a los visitantes un refugio sereno en medio del paisaje bávaro. Ya sea que te atraiga su belleza arquitectónica, su importancia histórica o su ambiente espiritual, San Sixto promete un viaje inolvidable a través del tiempo y la tradición.
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