Ubicado en el corazón de Saverne, Francia, el Castillo de Rohan, conocido localmente como Château des Rohan de Saverne, se erige como un testimonio de la grandeza de la arquitectura clásica e historicista. Este imponente edificio, con su llamativa fachada de 140 metros de largo hecha de arenisca roja de los Vosgos, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar la rica historia entretejida en sus propias piedras.
Los orígenes del Castillo de Rohan se remontan a la era medieval, cuando Saverne era un asiento fundamental del Obispado de Estrasburgo. Inicialmente, una fortaleza medieval ocupaba el sitio, incorporando partes de un castellum romano. A lo largo de los siglos, esta fortaleza evolucionó, siendo testigo de la construcción de un castillo renacentista que fue devastado durante la Guerra de los Campesinos en 1525. La Guerra de los Treinta Años también vio la ciudad sitiada, dejando el castillo en ruinas.
A finales del siglo XVII, el obispo Franz Egon de Fürstenberg-Heiligenberg inició una gran reconstrucción, culminando en una estructura cuadrilátera. Sin embargo, fue bajo el auspicio de la familia Rohan, en particular del Cardenal Louis René Édouard de Rohan-Guéméné, que el castillo comenzó a tomar la forma que conocemos hoy. El cardenal encargó al arquitecto Nicolas Alexandre Salins de Montfort la creación de la estructura actual entre 1780 y 1790. Desafortunadamente, la Revolución Francesa interrumpió su finalización, y el castillo fue confiscado y reutilizado como cuartel.
Hoy en día, el Castillo de Rohan es un centro de actividad cultural y social. Al acercarse a la gran entrada, la imponente fachada clásica lo recibe, su simetría y elegancia son un guiño a los ideales arquitectónicos de la Ilustración. En su interior, el castillo alberga una variedad de atracciones que satisfacen intereses diversos. El museo de la ciudad ofrece un recorrido por la historia, mostrando artefactos y arte que narran la historia de Saverne y su ilustre pasado.
El castillo también sirve como un vibrante centro comunitario, albergando una escuela primaria, un albergue juvenil y el Espace Rohan, un lugar para representaciones teatrales y eventos. Los salones del castillo, que alguna vez resonaron con los pasos de la nobleza, ahora vibran con las risas y conversaciones de estudiantes y visitantes, insuflando nueva vida a este monumento histórico.
Los jardines originales del Castillo de Rohan fueron una maravilla del diseño paisajístico, con un canal de 4 kilómetros, intrincadas características acuáticas y una casa de té china en una isla central. Aunque gran parte de la grandeza original se ha perdido con el tiempo y el desarrollo, los terrenos aún ofrecen un espacio sereno para la reflexión y el ocio. Los amplios céspedes y senderos proporcionan un entorno perfecto para un paseo tranquilo o un momento de contemplación.
La brillantez arquitectónica del Castillo de Rohan es evidente en su diseño meticuloso. La fachada, adornada con pilastras corintias y esculturas decorativas, refleja el estilo neoclásico que estaba de moda durante su construcción. La gran entrada, que alguna vez fue el umbral a un mundo de opulencia, ahora se abre a un patio que conecta el castillo con la bulliciosa plaza del pueblo de Saverne.
En el interior, aunque gran parte del interior original del siglo XVIII se ha perdido, el salón principal y la gran escalera permanecen, ofreciendo un vistazo al esplendor anterior del castillo. Las bodegas, con sus impresionantes techos abovedados, añaden un aire de misterio e intriga, susurrando historias del pasado a quienes se aventuran a descender.
La historia del Castillo de Rohan no es solo una crónica de evolución arquitectónica, sino también un testimonio de resiliencia. Desde sus orígenes medievales hasta los estragos de la guerra y la revolución, el castillo ha perdurado. Su transformación a lo largo de los siglos refleja las cambiantes mareas de la historia, desde residencia episcopal hasta cuartel militar, y ahora, un faro cultural.
Para los visitantes, el Castillo de Rohan ofrece más que una simple mirada al pasado; presenta una narrativa de supervivencia y adaptación, una historia tan rica e intrincada como el trabajo en piedra que adorna sus muros. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, el Castillo de Rohan promete un viaje memorable a través del tiempo.
En conclusión, el Castillo de Rohan no es solo un vestigio del pasado, sino un monumento viviente que continúa desempeñando un papel vital en la vida cultural de Saverne. Su majestuosa presencia y su pasado lleno de historias lo convierten en una parada esencial para cualquiera que explore la región de Alsacia, ofreciendo una mezcla única de historia, arquitectura y espíritu comunitario.
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