En el corazón de Sanlúcar de Barrameda, una ciudad famosa por su relevancia histórica y su vibrante cultura, se alza la ilustre Casa del Marqués de Casa Arizón. Esta majestuosa mansión, un vestigio de los siglos XVII y XVIII, narra la historia de una época en la que el imperio marítimo de España estaba en su apogeo, y Sanlúcar era un bullicioso centro de comercio transatlántico. La Casa de Arizón no solo refleja el esplendor arquitectónico de su tiempo, sino que también sirve como testimonio del rico patrimonio comercial de la ciudad.
La Casa de Arizón fue construida en dos periodos significativos: los siglos XVII y XVIII. Inicialmente edificada por comerciantes que formaban parte de la vibrante red comercial entre España y el Nuevo Mundo, la mansión fue adquirida posteriormente por Félix Arizón en 1709. Arizón, miembro de una influyente familia de comerciantes irlandeses que se habían asentado en Cataluña antes de mudarse a Andalucía, jugó un papel crucial en la integración de Cataluña en las lucrativas rutas comerciales americanas.
La importancia histórica de la mansión va más allá de sus orígenes comerciales. Es la única casa de cargadores a Indias de su tamaño que se ha conservado en su totalidad, lo que la convierte en una pieza invaluable del patrimonio. En 2001, esta importancia histórica fue reconocida formalmente cuando la Casa de Arizón fue declarada Bien de Interés Cultural y se incluyó en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
La Casa de Arizón es un conjunto arquitectónico extenso que combina perfectamente espacios residenciales y comerciales. La mansión es una confluencia de dos casas, una del siglo XVII y otra del siglo XVIII, ambas mostrando el estilo barroco prevalente en el antiguo Reino de Sevilla. La entrada a la casa del siglo XVII presenta una gran puerta coronada por un frontón curvo que lleva el escudo de la familia, intrincadamente tallado en mármol blanco.
Al entrar, los visitantes son recibidos por un espacioso patio flanqueado por galerías porticadas en la planta baja y el primer piso. Este patio conduce a varios almacenes cubiertos por bóvedas de ladrillo y establos, reflejando el aspecto utilitario de la mansión. La sección residencial del siglo XVIII, construida en 1721, se caracteriza por su austera pero simétrica fachada, adornada con pilastras, molduras y elementos clasicistas. Las ventanas y balcones, con sus barandillas de hierro forjado y elementos decorativos, epitomizan el estilo andaluz.
Una de las características más llamativas de la mansión es su torre de vigilancia, un elemento común en la arquitectura civil de la región de Cádiz. Esta torre, orientada hacia el río Guadalquivir y el océano Atlántico, se utilizaba para monitorear las idas y venidas de las flotas transatlánticas. Las paredes de la torre están adornadas con motivos geométricos y vegetales en rojo y blanco, mezclando tradiciones mudéjares y barrocas.
El interior de la Casa de Arizón es un tesoro de elementos históricos y artísticos. El zaguán, o vestíbulo principal, está pavimentado con ladrillos dispuestos en patrón de espina de pescado y cuenta con un banco continuo a lo largo de un lado. La puerta de entrada de madera está intrincadamente tallada en su cara interior. Desde el vestíbulo, los visitantes pueden acceder al patio central, rodeado de columnas de mármol rojo y con un pozo de mármol blanco, posiblemente de origen genovés.
La gran escalera, cubierta por un techo abovedado decorado con intrincados trabajos de yeso, conduce a los pisos superiores. La barandilla de la escalera, con sus columnas salomónicas, es una maravilla de la artesanía. En el piso superior se encuentra el oratorio, una pequeña capilla adornada con murales en estilo rococó en rojo, azul y dorado. Los murales representan iconografía mariana, incluyendo representaciones de la Letanía, el Espíritu Santo, querubines, guirnaldas florales y águilas.
La familia Arizón fue una de las dinastías comerciales más prominentes de su tiempo. En 1748, Jacinto Salvador de Arizón recibió el título de Marqués de Casa Arizón, convirtiéndose en uno de los 75 nobles registrados en la Carrera de Indias. La familia no solo fue influyente en el comercio, sino también en la filantropía. El primer Marqués de Casa Arizón contribuyó significativamente al desarrollo urbano de Sanlúcar, incluyendo la finalización de la Plaza de la Ribera (ahora Plaza del Cabildo) y la reconstrucción del puente sobre el Arroyo de San Juan. La familia también hizo donaciones sustanciales a varias instituciones religiosas, incluyendo el Convento de las Carmelitas Descalzas y el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad.
La Casa de Arizón está envuelta en leyendas y misterios que añaden a su atractivo. Una de las historias más famosas involucra a Diego de Arizón, quien fue encarcelado en 1736 por supuestamente asesinar a su esposa Margarita Serquera y a su mayordomo Juan Peix. Según la leyenda, Margarita fue emparedada viva por su esposo, y su fantasma, conocido como la Dama Blanca, se dice que ronda la mansión. Otra historia cuenta de un miembro de la familia que se suicidó saltando desde la torre de vigilancia después de presenciar el hundimiento de uno de sus barcos en el río Guadalquivir. Se dice que las manchas de sangre de este trágico evento aún son visibles en las paredes de la torre.
En años recientes, la Casa de Arizón ha experimentado cambios significativos. En 1988, el Ayuntamiento de Sanlúcar expresó interés en expropiar la mansión con fines culturales. Al año siguiente, parte de la mansión fue vendida a una empresa privada, lo que desató controversias y acusaciones de influencia política. A pesar de estos desafíos, los esfuerzos por preservar la integridad histórica y arquitectónica de la mansión continúan. Hoy en día, una parte de la Casa de Arizón se ha convertido en el Hotel Palacio de Arizón, permitiendo a los visitantes experimentar de primera mano la grandeza de este sitio histórico.
En conclusión, la Casa del Marqués de Casa Arizón no es solo un monumento histórico; es un testimonio vivo del rico patrimonio cultural y comercial de Sanlúcar de Barrameda. Sus paredes resuenan con las historias de una época pasada, ofreciendo a los visitantes un vistazo al pasado mientras se erige como símbolo del legado perdurable de la ciudad. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, una visita a la Casa de Arizón es un viaje inolvidable a través del tiempo.
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