El Castillo Weyer, situado en el tranquilo paisaje de Sankt Veit an der Glan en Austria, es una fascinante mezcla de historia y elegancia arquitectónica. Este antiguo castillo de agua, que data de finales del siglo XVI, ofrece una visión del pasado con sus muros llenos de historia y su presencia encantadora. Rodeado de verdes campos y el suave fluir del río Wimitz, el Castillo Weyer es un testimonio del rico patrimonio cultural de la región.
Los orígenes del Castillo Weyer se remontan a 1399, cuando existía una mansión en su ubicación. Esta mansión fue posteriormente propiedad de la familia Schenke von Osterwitz. Tras su extinción en 1478, la propiedad fue adquirida por ciudadanos locales de Sankt Veit. Para 1532, se menciona a Hans Gottschacher viviendo en Weyer. La finca experimentó una transformación significativa bajo la propiedad de la familia Rülko, originaria de Sajonia, alrededor de 1550.
En 1585, Anna von Liechtenstein, nacida von Khüburg y esposa del Mariscal Hereditario de Carintia Konrad von Liechtenstein, emprendió extensas renovaciones. Estas fueron realizadas por Christoph Steiner, un maestro constructor de Murau, quien reimaginó la mansión en la impresionante estructura que vemos hoy. En 1601, la finca pasó a Hans Ladroner, un ciudadano de Sankt Veit, quien la había arrendado desde 1596. Sin embargo, las tensiones religiosas llevaron a la expulsión de su viuda como luterana en 1629, transfiriendo la propiedad al Obispo de Gurk. La propiedad fue vendida rápidamente de nuevo, convirtiéndose finalmente en parte de la Abadía de St. Georgen am Längsee hasta 1783.
La arquitectura del Castillo Weyer es una fascinante combinación de fortificación y opulencia. Su estructura de múltiples alas presenta elementos tanto defensivos como decorativos. Los restos de su antiguo foso se insinúan por las poleas de cadena de hierro del puente levadizo en la puerta sur. La disposición del edificio forma un patio trapezoidal irregular, rodeado de edificios de dos y tres pisos adornados con arcadas de columnas de dos pisos.
Las alas norte, oeste y este son relativamente austeras, caracterizadas por sus fachadas tipo castillo con ventanas estrechas y aspilleras. En las esquinas, torres salientes coronadas con techos piramidales añaden un toque de encanto medieval. En marcado contraste, el lado sur está ricamente articulado, mostrando la grandeza de la arquitectura renacentista. El lado oeste presenta una torre de entrada de tres pisos con un portal renacentista, con ventanas enrejadas y una inscripción fechada en 1585, que lleva el escudo de armas de Konrad von Liechtenstein-Murau.
Hoy en día, los visitantes del Castillo Weyer pueden explorar sus pintorescos jardines y sumergirse en su tranquila belleza. La transformación del castillo a lo largo de los siglos es una historia de adaptación y resistencia. Después de un período de abandono durante su uso como granja en el siglo XX, el castillo ha sido revitalizado desde la década de 1990, sirviendo ahora como una clínica veterinaria. Esta mezcla de preservación histórica y utilidad moderna añade una dimensión única a su encanto.
Al pasear por el patio del castillo, uno casi puede escuchar los ecos de los antiguos habitantes e imaginar las animadas reuniones que una vez tuvieron lugar dentro de sus muros. El paisaje circundante, con sus campos verdes y suaves brisas, proporciona un telón de fondo pacífico, invitando a los visitantes a detenerse y reflexionar sobre el paso del tiempo.
El legado del Castillo Weyer es uno de cambio continuo y adaptación. Desde sus primeros días como mansión hasta su transformación en un castillo renacentista, y luego sus variados usos, el castillo ha reflejado la evolución de la región misma. Cada propietario dejó su huella, contribuyendo al rico tapiz de su historia.
En 1788, el castillo fue adquirido por Thaddäus Max Egger, un destacado industrial, marcando otro capítulo en su rica historia. Para 1891, se convirtió en la residencia de Arthur Lemisch, quien más tarde sería Gobernador de Carintia. Estas transiciones destacan el atractivo perdurable del castillo y su capacidad para atraer a figuras influyentes a lo largo de la historia.
Para aquellos que se aventuren a Sankt Veit an der Glan, una visita al Castillo Weyer es imprescindible. El castillo se erige no solo como un monumento histórico, sino como un símbolo de la resiliencia y adaptabilidad de la región. Sus muros han sido testigos de siglos de cambios, desde tiempos feudales hasta la modernidad, cada era añadiendo capas a su historia.
Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente busques un escape sereno, el Castillo Weyer ofrece una experiencia cautivadora. Mientras paseas por sus terrenos, tómate un momento para apreciar los intrincados detalles de su arquitectura y la tranquila belleza de su entorno. El Castillo Weyer es más que un castillo; es un testimonio viviente del espíritu perdurable de Carintia.
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