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Catedral Basílica de San Pedro

Catedral Basílica de San Pedro Saint-Claude

Catedral Basílica de San Pedro

La Catedral de Saint-Claude, conocida localmente como Cathédrale Saint-Pierre-Saint-Paul-et-Saint-André de Saint-Claude, es una joya arquitectónica ubicada en la pintoresca región del Jura en Francia. Esta impresionante catedral, con su intrigante mezcla de estilos gótico y barroco, es un testimonio de la rica historia y el patrimonio cultural de la zona. Al acercarte a la catedral, su imponente fachada y sus torres gemelas capturan inmediatamente tu atención, invitándote a descubrir las historias escondidas dentro de sus antiguas paredes.

Un Viaje a Través del Tiempo

La historia de la Catedral de Saint-Claude es tan fascinante como su arquitectura. Originalmente fundada como la Abadía de Saint-Oyend en el siglo XIV, fue elevada a catedral en 1742. El sitio ha sido un centro espiritual desde principios del siglo V, cuando Saint Romain du Jura estableció un monasterio aquí. A lo largo de los siglos, la catedral ha experimentado numerosas transformaciones, cada una añadiendo una capa a su rica historia.

En el siglo XI, la iglesia de la abadía fue reconstruida por el abad Gauceran, y a finales del siglo XII, fue rededicada a San Claudio. El siglo XIV vio un importante esfuerzo de reconstrucción, iniciado por una bula papal del Antipapa Clemente VII, para reparar y expandir la iglesia. Este período marcó el comienzo de los elementos arquitectónicos góticos que definen gran parte de la estructura de la catedral hoy en día.

Maravillas Arquitectónicas

La Catedral de Saint-Claude es famosa por sus impresionantes características arquitectónicas. Los elementos góticos son particularmente evidentes en el intrincado trabajo en piedra y los arcos elevados, mientras que la fachada barroca, completada en el siglo XVIII, añade un encanto único. La fachada es una mezcla de estilos, con la parte superior mostrando influencias barrocas que contrastan con las secciones inferiores góticas, creando una experiencia visual fascinante.

En el interior, la catedral alberga magníficos coros tallados de mediados del siglo XV, obra de Jehan de Vitry. Estos coros son un punto destacado para los visitantes, mostrando un exquisito trabajo artesanal y atención al detalle. A pesar de un devastador incendio en 1983 que dañó parte de los coros del sur, han sido meticulosamente restaurados a su antigua gloria.

Un Santuario Sagrado

La significancia espiritual de la catedral es palpable al ingresar. Fue elevada al estatus de basílica menor en 1952 por el Papa Pío XII, un momento conmemorado por una placa en la entrada. Los emblemas de la basílica se exhiben con orgullo en el coro, simbolizando su importancia en la Iglesia Católica.

Uno de los tesoros más preciados de la catedral es el relicario que contiene los restos de San Claudio de Besanzón. Creado por el renombrado orfebre Goudji, este relicario es una obra maestra del arte religioso y un punto focal para peregrinos y visitantes por igual.

El Gran Órgano

Los amantes de la música quedarán encantados con el gran órgano de la catedral, una obra maestra creada por los talleres parisinos Daublaine & Callinet. Instalado en 1844, el órgano ha sido el corazón de muchas actuaciones conmovedoras, resonando a través de los sagrados pasillos de la catedral. Su majestuoso sonido es un testimonio de la habilidad de sus creadores y la dedicación de los músicos que lo han tocado a lo largo de los años.

Explora Saint-Claude

Aunque la catedral en sí es una visita obligada, el pueblo circundante de Saint-Claude ofrece mucho por explorar. Ubicado en las montañas del Jura, el pueblo es famoso por su rica historia en la fabricación de pipas y el corte de diamantes, industrias que han dado forma a su identidad a lo largo de los siglos. Los visitantes pueden disfrutar de encantadoras tiendas locales, cafeterías y vistas impresionantes del paisaje circundante.

Conclusión

La Catedral de Saint-Claude es más que un lugar de culto; es un monumento viviente a la resiliencia y creatividad de quienes la construyeron y mantuvieron a lo largo de los siglos. Sus paredes resuenan con las historias del pasado, invitándote a ser parte de su narrativa continua. Ya sea que seas un entusiasta de la arquitectura, un amante de la historia o simplemente un viajero curioso, una visita a la Catedral de Saint-Claude promete una experiencia inolvidable impregnada de historia, arte y espiritualidad.

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