Ubicado en el pintoresco pueblo de Romans-sur-Isère, en el departamento de Drôme, al sureste de Francia, el Calvario de los Recoletos es una joya oculta que atrae a los visitantes con su profunda importancia histórica y su serena belleza. Este sitio notable es una réplica fiel de las catorce Estaciones de la Cruz que siguen el camino de la crucifixión de Cristo en Jerusalén, culminando en un Calvario y una reconstrucción del Santo Sepulcro. Clasificado como monumento histórico desde 1986, el Calvario de los Recoletos ofrece una mezcla única de patrimonio religioso, esplendor arquitectónico y entorno tranquilo.
El Calvario de los Recoletos debe su existencia a la visión y devoción de Romanet Boffin, un rico y devoto comerciante de Romans-sur-Isère. En 1516, Boffin, inspirado por su peregrinación a Jerusalén y los peligros que representaba el control turco, decidió crear un sitio de peregrinación local que reflejara el sagrado camino de Cristo. La topografía de Romans-sur-Isère, que recordaba a la Ciudad Santa según dos monjes franciscanos que regresaban de Palestina, proporcionó el escenario perfecto para este ambicioso proyecto.
El 15 de marzo de 1517, se colocó la primera piedra en un terreno situado en una eminencia a un cuarto de legua de la ciudad, cerca de una pequeña ermita. El Arzobispo de Vienne, quien poseía el terreno, cedió generosamente sus derechos a Boffin. El Calvario fue confiado a los franciscanos, y se construyeron una capilla, ahora la Iglesia de Sainte-Croix, y un convento para complementar el sitio. El Calvario de los Recoletos rápidamente ganó renombre como lugar de peregrinación y devoción, atrayendo visitantes de cerca y de lejos.
El Calvario de los Recoletos pronto se asoció con eventos milagrosos y folklore local. Una de esas historias cuenta sobre un barril de vino traído por un artesano a los trabajadores que construían el sitio, el cual milagrosamente nunca se vació hasta la finalización de la obra. Este fenómeno dio origen al popular proverbio en Romans-sur-Isère, Cela dure comme la barral du Mont-Calvaire (Dura como el barril de Mont-Calvaire), que perduró durante siglos.
El Calvario también jugó un papel central en la procesión anual del Domingo de Ramos, durante la cual el capítulo colegiado llevaba el cuerpo de San Bernardo al sitio. Sin embargo, el Calvario de los Recoletos enfrentó sus propios desafíos. Fue saqueado en 1562 durante las Guerras de Religión, pero posteriormente fue restaurado y confiado a los Recoletos, una rama de los franciscanos. Durante la Revolución Francesa, el Calvario fue reutilizado como cementerio, una función que mantuvo hasta 1812.
El siglo XIX vio renovados esfuerzos para restaurar y preservar el Calvario de los Recoletos. En 1820, las Estaciones de la Cruz se expandieron para incluir 21 estaciones en la ciudad y 19 dentro del recinto del Calvario. Residentes adinerados de Romans-sur-Isère también construyeron opulentas capillas funerarias dentro del sitio. Sin embargo, a finales del siglo XIX, el Calvario cayó en el abandono.
No fue hasta 1967 que la Asociación de Amigos del Calvario emprendió las primeras campañas de desbroce para revivir el sitio. Sus esfuerzos culminaron en la clasificación del Calvario y sus estaciones como monumentos históricos el 24 de julio de 1986, asegurando su preservación para las futuras generaciones.
Hoy en día, una visita al Calvario de los Recoletos es un viaje a través de la historia, la espiritualidad y la tranquilidad. Mientras recorres el camino de las Estaciones de la Cruz, encontrarás capillas y monumentos bellamente elaborados que evocan un sentido de reverencia y reflexión. La arquitectura, una armoniosa mezcla de estilos gótico y renacentista, muestra detalles intrincados y una artesanía que transporta a los visitantes a una época pasada.
La Iglesia de Sainte-Croix, con su elegante fachada y sereno interior, se erige como un testimonio de la fe y devoción perdurables de aquellos que construyeron y mantuvieron este sitio sagrado. Los edificios del convento circundante, aunque ahora reutilizados, conservan su encanto histórico y ofrecen una visión de la vida de los franciscanos que una vez residieron aquí.
La culminación del recorrido es el Calvario en sí, una representación solemne y evocadora de la crucifixión de Cristo. Las tres cruces, situadas en una plataforma de piedra, se alzan como un recordatorio conmovedor del sacrificio y sufrimiento que definen la fe cristiana. Cerca, la reconstrucción del Santo Sepulcro invita a la contemplación y oración silenciosa, proporcionando un espacio para que los visitantes se conecten con su espiritualidad.
Rodeado de exuberante vegetación y sombreado por altos árboles, el Calvario de los Recoletos ofrece un refugio pacífico del bullicio de la vida moderna. La serena atmósfera y la belleza natural del sitio lo convierten en un destino ideal para aquellos que buscan consuelo, reflexión y una conexión más profunda con la historia y la fe.
El Calvario de los Recoletos es más que un monumento histórico; es un testimonio viviente del poder perdurable de la fe, la devoción y la comunidad. Su rica historia, esplendor arquitectónico y significado espiritual continúan inspirando y cautivando a visitantes de todo el mundo. Ya seas un entusiasta de la historia, un devoto peregrino o simplemente busques un momento de tranquilidad, el Calvario de los Recoletos en Romans-sur-Isère promete una experiencia inolvidable que perdurará en tu corazón y mente mucho tiempo después de tu partida.
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