Ubicada en el encantador pueblo de Ripollet, en la comarca del Vallès Occidental de Cataluña, España, Sant Esteve de Ripollet se erige como un testimonio de siglos de evolución arquitectónica y relevancia histórica. Esta iglesia parroquial, protegida como patrimonio cultural local, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar su rica historia y diseño intrincado.
La estructura original de Sant Esteve de Ripollet data del período románico, con una planta de cruz latina que incluye una nave cubierta por una bóveda de cañón ligeramente apuntada y un ábside semicircular. Evidencias arqueológicas sugieren que al norte de la iglesia existía un cementerio, mientras que al lado izquierdo se encontraba un pequeño claustro, restos del cual fueron descubiertos durante la demolición del antiguo rectorado en 1948.
Hoy en día, la iglesia ha evolucionado hasta convertirse en un edificio de tres naves. La nave central conserva la estructura románica original, mientras que la nave sur incorpora la galería del antiguo claustro. La comunicación entre las naves se facilita mediante dos grandes arcos a cada lado de la nave central. Una ventana de doble derrame adorna el centro de la pared del ábside, añadiendo encanto arquitectónico a la iglesia.
Uno de los elementos más destacados de Sant Esteve de Ripollet es su portal renacentista del siglo XVII. Esta puerta rectangular está flanqueada por columnas que sostienen un entablamento adornado con un friso compartimentado por triglifos y metopas. Sobre esto, un frontón triangular con un nicho vacío en el tímpano albergó una vez una estatua de San Esteban hasta 1844. Las metopas están decoradas con motivos florales, y las centrales presentan polluelos, un guiño al escudo heráldico del pueblo. Los pedestales de las columnas están tallados con el escudo de Ripollet, añadiendo un toque de orgullo local al portal.
En 1892, se construyó un nuevo campanario en estilo modernista, diseñado por el arquitecto Josep Torres i Argullol. Esta torre cuadrada se convierte en una forma octogonal a la altura de las campanas, con ocho ventanas. Arriba, una corona de hierro sostiene campanas adicionales, y los arcos rectangulares de la corona son ligeramente apuntados, culminando en un tímpano con una cruz perforada. Las ventanas de los primeros y segundos pisos son estrechas y rectangulares, con cierres triangulares en la parte superior y alféizares de ladrillo que parecen dentículos en la parte inferior. La parte superior de la torre está enmarcada por un trabajo de ladrillo moldeado, intercalado con elementos triangulares, y rematada con un parapeto almenado combinado con una barandilla de hierro.
La entrada al campanario es rectangular, y el ladrillo expuesto se utiliza con fines decorativos, formando arcos falsos o deprimidos. La parte superior de la torre está enmarcada por una doble moldura ligeramente apuntada, reminiscentes del arco conopial. El reloj actual, con una esfera blanca y números arábigos, lleva la inscripción Roma y está situado dentro de un cuadrado en forma de estrella adornado con azulejos decorativos azules. El campanario es una combinación llamativa de piedra y ladrillo, fusionando elementos tradicionales y modernistas de manera armoniosa.
Sant Esteve de Ripollet se menciona por primera vez en un decreto real del rey Lotario en 986, confirmando la propiedad de la iglesia por el Monasterio de Sant Cugat. Se menciona como parroquia en 1066 en un documento de establecimiento enfitéutico por el abad Andreu de Sant Cugat a favor de Sicardis y sus hijos. A lo largo de los siglos, el monasterio acumuló numerosas propiedades en Ripollet a través de donaciones, compras y legados, todos confirmados por el rey Jaime I en 1234, aunque la zona permaneció bajo jurisdicción real.
La existencia del claustro se evidencia en dos fuentes: una orden de 1692 del Visitador Dr. Antonio Figueres para reparar la puerta del claustro y un contrato matrimonial de 1738 celebrado en los claustros rectorales de Ripollet. Una cisterna se encontraba en el medio del patio del claustro, destacando aún más la importancia histórica de la iglesia.
Entre 1978 y 1979, se limpiaron las paredes exteriores de Sant Esteve de Ripollet, eliminando el enlucido y revelando la mampostería actual. El antiguo campanario, construido en 1603 para reemplazar una espadaña, se encontraba en la pared norte de la iglesia. Después de una fuerte tormenta en 1831, la torre quedó en malas condiciones. En 1891, una generosa donación de María Torras, viuda de Almirall, financió la reconstrucción de las paredes dañadas. Sin embargo, debido al estado precario de la torre, fue parcialmente demolida y cubierta con una cúpula y tejas en forma de escamas de pez. Con el apoyo de María Torras, se erigió un nuevo campanario que fue inaugurado en noviembre de 1892, aunque una placa conmemorativa de mármol fue destruida en 1936.
El primer reloj se instaló en 1793, pero fue destruido por un rayo durante la tormenta de 1831. Un relojero de Terrassa, Miquel Pou, lo reparó poco después. Cuando se inauguró el nuevo campanario, se instaló un nuevo reloj, donado por María Torras.
En conclusión, Sant Esteve de Ripollet no es solo una iglesia, sino un símbolo de evolución histórica y arquitectónica. Sus muros y estructuras cuentan historias del pasado, desde sus inicios románicos hasta las transformaciones modernistas. Visitar este sitio notable ofrece una visión del rico patrimonio de Ripollet y el espíritu perdurable de su comunidad.
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