El Anfiteatro de Pula, conocido localmente como Amfiteatar u Puli, es un testimonio de la grandeza y el ingenio de la arquitectura romana antigua. Ubicado en el corazón de Pula, Croacia, este magnífico anfiteatro es el monumento más grande y mejor conservado de la construcción antigua en el país. Su notable estado de conservación y sus características arquitectónicas únicas lo convierten en un destino imprescindible tanto para los entusiastas de la historia como para los turistas casuales.
La construcción del Anfiteatro de Pula comenzó en el siglo I d.C., durante el reinado del Emperador Augusto. Inicialmente, una estructura de madera más pequeña se encontraba en el sitio, pero luego fue ampliada y reconstruida en piedra durante el gobierno de la dinastía Flavia (Vespasiano, Tito y Domiciano). Esta transformación le dio al anfiteatro su forma actual, caracterizada por su impresionante forma elíptica y sus imponentes muros de piedra.
A lo largo de su historia, el anfiteatro ha sido testigo de numerosos eventos, desde combates de gladiadores y luchas con bestias salvajes hasta ejecuciones públicas y otros espectáculos. Era un lugar donde los ciudadanos de Pula se reunían para presenciar la emoción y el drama de estos entretenimientos antiguos. El anfiteatro continuó sirviendo su propósito original hasta el siglo V, cuando los juegos de gladiadores fueron prohibidos por el Emperador Honorio. A pesar de esto, la estructura siguió siendo una parte integral del tejido de la ciudad, incluso cuando sus usos evolucionaron a lo largo de los siglos.
Al acercarse al Anfiteatro de Pula, uno queda inmediatamente impresionado por su grandeza. La pared exterior, construida con piedra caliza local, presenta tres niveles de arcos, con una altura total de 32 metros en el lado que da al mar. La forma elíptica del anfiteatro mide 132,45 metros de largo y 105,10 metros de ancho, lo que lo convierte en uno de los anfiteatros romanos más grandes del mundo. Ocupa el sexto lugar en tamaño entre los anfiteatros romanos que aún se conservan y es el único que ha preservado completamente los tres órdenes arquitectónicos romanos.
Al entrar en el anfiteatro, se ingresa a un mundo donde la historia antigua cobra vida. El área central, conocida como la arena, mide 67,90 por 41,60 metros. Este espacio estaba cubierto de arena (de ahí el nombre arena, derivado de la palabra latina harena que significa arena) para absorber la sangre derramada durante los feroces combates. La arena está rodeada por un canal de 1,16 metros de ancho, que estaba cubierto con losas de piedra y separaba a los espectadores de la acción abajo.
La brillantez arquitectónica del Anfiteatro de Pula es evidente en su diseño y construcción. La pared exterior del anfiteatro está adornada con grandes aberturas semicirculares, permitiendo que la luz natural inunde el interior. Las cuatro torres, cada una equipada con escaleras dobles, conducen a los niveles superiores, donde los espectadores se sentaban para disfrutar de los eventos. Estas torres también albergaban depósitos de agua y dispositivos para rociar agua perfumada sobre la audiencia, un testimonio del ingenio de la ingeniería romana.
El área de asientos, conocida como la cavea, fue diseñada para acomodar hasta 23,000 espectadores. Las filas de asientos de piedra están dispuestas en un patrón concéntrico y escalonado, creando un efecto de anfiteatro. La cavea estaba cubierta con un gran toldo, o velarium, que protegía a la audiencia del sol y la lluvia. Los restos de los mecanismos utilizados para asegurar el velarium aún se pueden ver hoy, ofreciendo una visión del diseño sofisticado del anfiteatro.
Como muchas estructuras antiguas, el Anfiteatro de Pula está envuelto en leyendas y misterios. Una leyenda popular cuenta que la construcción del anfiteatro fue realizada por seres míticos conocidos como vile (hadas). Según el cuento, estas hadas llevaban piedras desde el Monte Učka a Pula cada noche, construyendo el anfiteatro fila por fila. Sin embargo, tenían que detener su trabajo al primer canto del gallo, dejando el anfiteatro sin techo. Esta encantadora leyenda añade un aire de encanto a la ya fascinante historia del anfiteatro.
Otro aspecto intrigante de la historia del anfiteatro es su supuesta conexión con el Emperador Vespasiano y su amante, Antonia Cenida. Se dice que Vespasiano ordenó la construcción del anfiteatro en honor a Cenida, quien poseía propiedades en Pula. Aunque la veracidad de esta historia sigue siendo incierta, añade un elemento romántico al pasado legendario del anfiteatro.
A pesar del paso de los siglos y los numerosos desafíos que ha enfrentado, el Anfiteatro de Pula ha logrado sobrevivir notablemente intacto. Durante la Edad Media, el anfiteatro fue utilizado para diversos fines, incluidos el pastoreo de ganado y torneos medievales. También sirvió como fuente de materiales de construcción, con piedras siendo tomadas para la construcción de otras estructuras en Pula. Sin embargo, los esfuerzos para preservar el anfiteatro comenzaron ya en el siglo XIII, cuando el patriarca de Aquilea impuso multas a quienes removieran piedras del sitio.
En el siglo XV, el consejo de la ciudad de Pula emitió un decreto prohibiendo el uso de materiales del anfiteatro para la construcción. Este decreto ayudó a proteger la estructura de daños adicionales. En el siglo XVI, la República de Venecia consideró desmantelar el anfiteatro y trasladarlo a Venecia, pero este plan fue finalmente abandonado gracias a la intervención de un prominente senador veneciano, Gabriele Emo. Sus esfuerzos para preservar el anfiteatro están conmemorados con una placa que lleva el escudo de su familia y una inscripción en latín de gratitud.
Hoy en día, el Anfiteatro de Pula se erige como un símbolo del rico patrimonio cultural de la ciudad y un testimonio del legado perdurable de la arquitectura romana. Continúa siendo una parte vibrante de la escena cultural de Pula, albergando varios eventos, incluidos conciertos, proyecciones de películas y representaciones teatrales. La acústica única del anfiteatro y su impresionante escenario lo convierten en un lugar popular tanto para artistas locales como internacionales.
Los visitantes del Anfiteatro de Pula pueden explorar sus muchas características, desde los pasajes subterráneos que una vez albergaron gladiadores y animales salvajes hasta los niveles superiores que ofrecen vistas panorámicas del área circundante. El museo del anfiteatro proporciona información adicional sobre su historia, mostrando artefactos y exhibiciones relacionadas con su construcción y uso a lo largo de los siglos.
En conclusión, el Anfiteatro de Pula no es solo una reliquia del pasado; es un monumento viviente que continúa cautivando e inspirando. Sus muros resuenan con las historias de la antigua Roma, mientras que sus eventos modernos dan nueva vida a este sitio histórico. Ya sea que seas un aficionado a la historia, un entusiasta de la arquitectura o simplemente un viajero curioso, una visita al Anfiteatro de Pula es un viaje inolvidable a través del tiempo.
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