En el corazón del tranquilo Frankfurter Stadtwald, entre el verdor del follaje y el susurro de las hojas, se encuentra un tesoro escondido de gran valor histórico y cultural: la Mendelssohnruhe. Este sereno monumento, dedicado al ilustre compositor Felix Mendelssohn Bartholdy, ofrece a los visitantes una combinación única de belleza natural y patrimonio musical, convirtiéndose en un destino imprescindible para los amantes de la historia, la música y la naturaleza.
La historia de la Mendelssohnruhe se remonta a julio de 1839, cuando los ciudadanos de Frankfurt organizaron una gran celebración en el Stadtwald para honrar a Felix Mendelssohn Bartholdy. El compositor, famoso por sus sinfonías, conciertos y obras corales, encontraba inspiración para algunas de sus composiciones durante sus paseos por este bosque. Entre las piezas inspiradas por estos paseos se encontraban selecciones de sus Seis Canciones para Cantar al Aire Libre, que se interpretaron por primera vez durante esta festividad. Mendelssohn asistió al evento, y en sus cartas relató la alegre ocasión y el debut de sus obras corales.
Para conmemorar este evento significativo y la conexión de Mendelssohn con el Stadtwald, la familia Jeanrenaud—parientes de la esposa de Mendelssohn, Cécile Charlotte Sophie Mendelssohn Bartholdy—donó una piedra conmemorativa en 1909. Esto marcaba el 100º aniversario del nacimiento de Mendelssohn y el 70º aniversario del concierto de 1839. El monumento, un bloque de sienita de aproximadamente un metro de altura con una placa de bronce incrustada, fue artísticamente elaborado por un escultor desconocido. La inscripción en la placa reza: En memoria de Felix Mendelssohn Bartholdy, en cuyo honor se celebró aquí un festival en julio de 1839 por familias de Frankfurt.
Sin embargo, la Mendelssohnruhe enfrentó un período tumultuoso durante la era nazi. En 1934, el monumento fue destruido y la piedra fue enterrada por trabajadores del bosque. No fue hasta 1948, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, que la piedra fue desenterrada y el monumento fue restaurado a su antigua gloria, permitiendo que las futuras generaciones se reconectaran con este pedazo de patrimonio cultural.
Visitar la Mendelssohnruhe es una aventura en sí misma. Ubicado fuera de los caminos trillados en la sección Oberwald del Frankfurter Stadtwald, el monumento solo es accesible a pie, en bicicleta o a caballo. La parada de tranvía más cercana es Oberschweinstiege en la línea 17, desde donde una agradable caminata a lo largo del Welscher Weg te lleva al sureste hacia Neu-Isenburg. Un pequeño desvío en un sendero del bosque te lleva directamente a la Mendelssohnruhe, aproximadamente a un kilómetro de la parada de tranvía. Para aquellos que conducen, el estacionamiento más cercano está a aproximadamente un kilómetro al noroeste del sitio, a lo largo de un camino lateral de la Isenburger Schneise.
Al acercarte a la Mendelssohnruhe, el bosque parece abrazarte con su ambiente pacífico. La piedra conmemorativa, adornada con musgo y rodeada por la exuberante vegetación, emana una sensación de intemporalidad. Se erige como un testigo silencioso del paso del tiempo y el legado perdurable de Felix Mendelssohn Bartholdy. La tranquilidad del entorno a veces es interrumpida por el distante zumbido de los aviones del cercano Aeropuerto de Frankfurt, un contraste moderno con la significancia histórica del lugar.
Para aquellos con una inclinación por la historia y la música, la Mendelssohnruhe ofrece una oportunidad única para conectarse con el pasado. Imagina las melodías que una vez resonaron a través de estos bosques, las voces que cantaron las composiciones de Mendelssohn por primera vez, y al propio compositor, encontrando inspiración en la belleza natural que te rodea. El monumento sirve como un recordatorio de la profunda conexión entre la naturaleza y la creatividad, un tema que resuena en la obra de Mendelssohn.
Aunque la ubicación apartada de la Mendelssohnruhe añade a su encanto, también significa que los visitantes deben venir preparados. Se recomiendan zapatos cómodos para caminar, un mapa y quizás un picnic para disfrutar en los tranquilos alrededores. El sitio es un lugar ideal para la reflexión, ofreciendo bancos donde puedes sentarte y contemplar el legado de uno de los más grandes compositores del siglo XIX.
Para aquellos interesados en explorar más, el Frankfurter Stadtwald ofrece numerosos senderos y caminos, cada uno con sus propias atracciones únicas. El cercano Jacobiweiher, un pintoresco estanque, es perfecto para un paseo tranquilo o un momento de contemplación.
En conclusión, la Mendelssohnruhe no es solo un monumento; es un viaje a través del tiempo, la naturaleza y la música. Se erige como un testimonio del poder perdurable del arte y la belleza intemporal del mundo natural. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante de la música o simplemente alguien que busca un momento de paz en un mundo ajetreado, una visita a la Mendelssohnruhe promete una experiencia memorable y enriquecedora.
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