Ubicado en la pintoresca región de Marche-en-Famenne, Bélgica, el Château Borchamps se alza como un fascinante testimonio de la arquitectura del siglo XX y de un pasado lleno de historias. Este encantador lugar, rodeado de exuberante vegetación y un aire de misterio, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y descubrir su intrigante historia.
Originalmente conocido como Château des Bords-Champs, el Château Borchamps fue construido en 1910 por orden del general francés Victor Alexander Myran-Ansay. Diseñado por el renombrado arquitecto de art-nouveau de Lieja, Paul Jaspar, este castillo fue uno de los primeros en contar con electricidad, gracias a un dínamo inventado por el padre de Jaspar. Los primeros años de la finca estuvieron marcados por la grandeza y la innovación, con una capilla, una casa de portería e incluso una gruta de Lourdes adornando sus terrenos.
Sin embargo, la historia del castillo dio un giro dramático cuando Myran-Ansay y su esposa, incapaces de adaptarse a su nuevo entorno, regresaron a Francia, dejando la finca al cuidado de monjas franciscanas. Las monjas transformaron el château en una Maison de Repos, un refugio tanto para religiosas como para personas adineradas que buscaban descanso. Durante la Segunda Guerra Mundial, las bodegas del castillo fueron un refugio para niños judíos, protegidos por las valientes hermanas que arriesgaron sus vidas para esconderlos de los nazis.
Hoy en día, el Château Borchamps ofrece a los visitantes una mirada a su pasado ecléctico. Al recorrer sus amplios terrenos, se pueden encontrar vestigios de su rica historia. Los jardines de estilo inglés, con sus tranquilos estanques y senderos serpenteantes, invitan a paseos relajados, mientras que la capilla permanece como un silencioso testimonio del patrimonio espiritual de la finca.
El castillo en sí, aunque ha experimentado numerosas transformaciones, conserva gran parte de su encanto original. Los visitantes pueden admirar los intrincados detalles arquitectónicos que ejemplifican el estilo art-nouveau de Paul Jaspar, desde ventanas ornamentadas hasta líneas curvas que se integran armoniosamente con el paisaje circundante.
En la segunda mitad del siglo XX, el Château Borchamps enfrentó una serie de eventos desafortunados. Después de ser vendido a un anticuario en 1984, fue adquirido por Wilhelm Fischbach, una figura militar alemana notable. Sin embargo, Fischbach nunca vivió en el castillo, y su destino tomó un giro siniestro cuando se convirtió en el sitio de uno de los laboratorios de drogas ilegales más grandes de Bélgica. El castillo fue despojado de sus valiosos activos y sus terrenos cayeron en el abandono hasta que las autoridades intervinieron en 2001.
Tras estos años tumultuosos, el Château Borchamps encontró nueva vida bajo la propiedad de Coolen van Brakel. Los esfuerzos de restauración comenzaron con entusiasmo, con el objetivo de revivir la antigua gloria del castillo mientras se preserva su integridad histórica. Estos esfuerzos han transformado el château en un lugar donde la historia y la belleza coexisten, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de experimentar su ambiente único.
Para aquellos que buscan una combinación de historia, arquitectura y belleza natural, una visita al Château Borchamps es imprescindible. El entorno tranquilo de la finca ofrece un escape perfecto del ajetreo y el bullicio de la vida moderna. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente busques un retiro pacífico, el château promete una experiencia inolvidable.
Al explorar los terrenos, tómate un momento para reflexionar sobre las historias que han tenido lugar dentro de sus muros. Desde sus inicios como símbolo de innovación y lujo hasta su papel como santuario durante la guerra, el Château Borchamps es un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan, ofreciendo una ventana a un mundo tanto distante como perdurable.
En conclusión, el Château Borchamps se erige como un notable relicario del rico patrimonio de Bélgica. Sus muros resuenan con relatos de valentía, transformación y resiliencia, convirtiéndolo en una parada esencial para cualquiera que visite la región. Cruza sus puertas y deja que la historia del Château Borchamps te transporte a una era pasada, donde cada rincón guarda una historia esperando ser descubierta.
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