Maassluis, una encantadora ciudad en los Países Bajos, alberga un tesoro marítimo que ha navegado a través de la historia con gracia y resiliencia: el Elbe. Este antiguo remolcador de mar holandés, ahora un museo flotante, ofrece una fascinante visión de la historia marítima y la evolución de los barcos. La transformación del Elbe, de un poderoso remolcador oceánico a un querido barco museo, es una historia de cambio, aventura y preservación.
El Elbe entró en servicio el 24 de febrero de 1959, por la compañía holandesa Smit International de Róterdam. Este formidable remolcador marino fue inicialmente impulsado por dos motores diésel marinos, que fueron mejorados en 1963 para aumentar su potencia a 1780 caballos de fuerza cada uno. Esta mejora convirtió al Elbe en el remolcador más poderoso del mundo hasta que se encargó el Zwarte Zee (IV).
En 1976, después de 17 años de servicio, el Elbe fue vendido a la Asociación de Pilotos de Maryland en Baltimore, EE. UU. Allí, sufrió una transformación significativa en los Astilleros Unidos Verolme NV, emergiendo como un barco piloto llamado Maryland. Operando bajo la bandera estadounidense, continuó su servicio en una nueva capacidad, navegando las desafiantes aguas de la Bahía de Chesapeake.
En 1985, el Elbe comenzó un nuevo capítulo al ser adquirido por Greenpeace International. Renombrado como Gondwana, y luego Greenpeace, el barco fue reutilizado para el activismo ambiental. Fue equipado con grúas hidráulicas para lanzar botes inflables y una plataforma de aterrizaje para helicópteros, permitiéndole llevar a cabo protestas y misiones ambientales audaces. Un incidente notable ocurrió el 4 de diciembre de 1989, cuando el Elbe, mientras protestaba contra las pruebas de misiles Trident II, fue embestido y dañado por el USS Kittiwake, un barco de rescate de submarinos de la Marina de los EE. UU.
A pesar de tales desafíos, el Elbe continuó su misión, incluso aventurándose en el Océano Ártico en 1990 para protestar contra las pruebas nucleares rusas en Novaya Zemlya. Sin embargo, esta misión terminó con el barco siendo incautado por la Marina Rusa. Más tarde ese año, el barco fue transferido a la Fundación Rubicon en Ámsterdam, donde continuó operando bajo la bandera holandesa.
En 2002, el Elbe encontró un nuevo hogar en el Museo Marítimo de Róterdam. Restaurado a su estado original y renombrado una vez más como Elbe, se convirtió en un museo flotante gestionado por la Stichting Maritieme Collectie Rijnmond. Sin embargo, su viaje no fue fácil. El 30 de julio de 2004, el Elbe se hundió después de ser golpeado por el barco de carga pesada Fairpartner en el área de la sala de máquinas. Posteriormente fue levantado y restaurado, solo para enfrentar otro revés cuando fue saboteado el 27 de octubre de 2004.
Indomable, el Elbe regresó a su puerto de origen en Maassluis el 12 de febrero de 2005, donde continuaron los esfuerzos de restauración. Para 2009, el casco había sido repintado en sus colores originales y se añadió un propulsor de proa. El Elbe navegó de manera independiente por primera vez desde 2004 en 2012, y en 2014, comenzó a ofrecer excursiones de un día para hasta 80 pasajeros. La primera prueba técnica en el mar del barco tuvo lugar el 22 de marzo de 2014, y su viaje inaugural con pasajeros siguió el 6 de abril de 2014. El Elbe incluso participó en eventos internacionales, incluyendo el Aniversario del Puerto de Hamburgo y Sail Amsterdam.
Hoy en día, visitar el Elbe en Maassluis es como retroceder en el tiempo. El barco ofrece una mezcla única de importancia histórica y aventura marítima. Al abordar el Elbe, eres recibido por la meticulosamente restaurada cubierta y camarotes, que te transportan a una era en la que los remolcadores de mar eran los héroes anónimos de la navegación marítima.
La sala de máquinas, con sus potentes motores diésel, es un testimonio de las maravillas de la ingeniería de mediados del siglo XX. La cabina de mando, con sus instrumentos de navegación vintage, ofrece una visión de los desafíos que enfrentaba la tripulación al navegar por aguas traicioneras. La rica historia del Elbe cobra vida a través de exhibiciones informativas y visitas guiadas, convirtiéndolo en una experiencia educativa para visitantes de todas las edades.
El legado del Elbe se extiende más allá de su presencia física como barco museo. Se erige como un símbolo de resiliencia y adaptabilidad, habiendo servido en diversas capacidades: desde un poderoso remolcador de mar hasta un barco piloto, un barco de activismo ambiental y, finalmente, un museo flotante. Su viaje es un reflejo de la naturaleza dinámica y siempre cambiante de la historia marítima.
Para los entusiastas marítimos, aficionados a la historia y viajeros curiosos por igual, el Elbe ofrece una experiencia inolvidable. Su pasado lleno de historias, combinado con su papel actual como barco museo, lo convierte en una atracción imprescindible en Maassluis. Al explorar el Elbe, no solo te sumerges en la historia de un barco notable, sino que también obtienes una apreciación más profunda del patrimonio marítimo que sigue moldeando nuestro mundo.
En conclusión, el Elbe es más que un barco; es un testimonio vivo del espíritu de aventura, innovación y preservación. Su viaje desde los mares abiertos hasta las tranquilas aguas de Maassluis es una historia que vale la pena descubrir, y su presencia sirve como recordatorio del legado perdurable de la historia marítima. Así que, embárcate en un viaje a través del tiempo y explora el Elbe, una verdadera joya del patrimonio marítimo de los Países Bajos.
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