Ubicada en la encantadora ciudad de Lodi, Italia, la Iglesia de San Francesco, conocida localmente como Chiesa di San Francesco, se erige como un símbolo de la arquitectura medieval y el patrimonio espiritual. Esta notable iglesia, que data de finales del siglo XIII, es un testimonio de la rica historia y la innovación artística que caracteriza a esta región de Italia.
Los orígenes de la Iglesia de San Francesco se remontan a entre 1280 y principios del 1300. Fue construida sobre el sitio de una iglesia más pequeña dedicada a San Nicolás, perteneciente a la Orden de los Frailes Menores. La construcción de la estructura actual fue una gran empresa iniciada por el obispo Bongiovanni Fissiraga, con importantes contribuciones del noble Antonio Fissiraga. A lo largo de los siglos, la iglesia ha experimentado varias transiciones, incluyendo su gestión por los Franciscanos Reformados de San Bernardino en 1527 y más tarde por los Barnabitas en 1840, quienes llevaron a cabo extensas restauraciones.
La fachada de la Iglesia de San Francesco es un ejemplo impresionante del diseño medieval, con un exterior de ladrillo color rosa que permanece inacabado. Su característica más distintiva es el par de biforas al aire libre, o ventanas dobles, consideradas las primeras de su tipo en el norte de Italia. Estos elementos aportan una ligereza única a la estructura sólida e imponente.
El gran pórtico ojival, sostenido por columnas de ladrillo sobre bases de piedra, invita a los visitantes a entrar en la iglesia. La fachada está además adornada con un gran rosetón de mármol blanco, flanqueado por pilastras semicilíndricas que añaden a su majestuosa apariencia.
En el interior, la iglesia es un vasto espacio dividido en tres naves, cada una con cuatro tramos, y presenta un diseño de cruz latina. Las columnas de ladrillo sostienen arcos ojivales y bóvedas nervadas, creando una armoniosa combinación de espacio y luz. La tercera capilla en la nave derecha, dedicada a San Bernardino, fue ingeniosamente creada a partir de una torre fortificada en 1477.
Las paredes y columnas están adornadas con numerosos frescos que abarcan desde el siglo XIV hasta el XVIII. El más significativo entre ellos es el fresco en el transepto derecho, titulado Madonna con Niño, San Nicolás y San Francisco, y Antonio Fissiraga Presentando el Modelo de la Iglesia. Esta obra maestra se atribuye a un maestro lombardo anónimo, quien también pintó la Madonna con Niño en la nave derecha.
La Iglesia de San Francesco alberga varias obras de arte exquisitas, incluyendo frescos del siglo XVI de Francesco Soncini, un estudiante de Callisto Piazza. Los frescos del siglo XVIII de Sebastiano Galeotti, aunque actualmente en estado de degradación, añaden al legado artístico de la iglesia. La Capilla de la Inmaculada, con su estatua de madera policromada de la Virgen y decoraciones de mármol, muestra el refinado gusto de la era de la Ilustración.
La iglesia también sirve como lugar de descanso final para varias figuras notables, incluyendo al libretista Francesco De Lemene, la poeta Ada Negri, y el naturalista Agostino Bassi, un pionero en la bacteriología moderna. La reliquia de la cabeza del Beato Michele Carcano se encuentra cerca de la Capilla del Crucifijo.
Reconocida como un monumento nacional de Italia, la Iglesia de San Francesco permanece bajo la propiedad de la Parroquia Catedral de Lodi, mientras que los Barnabitas continúan teniendo derechos de ministerio apostólico. Esta conexión duradera con sus raíces históricas asegura que la iglesia siga siendo una parte vital del paisaje cultural y espiritual de Lodi.
En conclusión, una visita a la Iglesia de San Francesco ofrece un cautivador viaje a través del tiempo, donde el arte, la historia y la espiritualidad se entrelazan. Ya sea que seas un entusiasta del arte, un aficionado a la historia o un viajero curioso, esta joya arquitectónica promete una experiencia inolvidable en el corazón de Lodi.
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