En el corazón de Lleida, España, se erige una estructura magnífica y rica en historia que captura la esencia de la arquitectura barroca con un toque de clasicismo: la Seu Nova, o Catedral Nueva de Lérida. Esta catedral, que es la sede de la Diócesis de Lleida, fue construida entre 1761 y 1781 para reemplazar a la antigua Seu Vella, que había sido convertida en cuartel militar. A pesar de las diversas destrucciones y saqueos que ha sufrido, la Seu Nova sigue siendo un tesoro de elementos artísticos y decorativos, incluyendo murales, vitrales y ornamentos litúrgicos.
El exterior de la Seu Nova es un ejemplo destacado del clasicismo barroco tardío. La fachada se caracteriza por sus líneas severas pero elegantes, sin ornamentación superflua. Compuesta de piedra gris, la articulación vertical del edificio se logra mediante el uso de pilastras clásicas con capiteles corintios. La fachada principal se anima con una serie de arcos semicirculares y torres campanario coronadas con cúpulas, cada lado de las torres presenta grandes aberturas semicirculares con balaustradas.
Uno de los elementos más llamativos es el entablamento en la parte superior de la elevación, adornado con múltiples molduras salientes. El ático está rematado con una balaustrada que exhibe prominentemente el escudo de armas del rey Carlos III, el patrón de la construcción de la catedral, coronado por una cruz de hierro forjado instalada en 2014 para reemplazar la original perdida en 1936.
El imponente frontispicio está dividido en un cuerpo central y dos secciones laterales, asemejándose a un arco triunfal. La parte inferior presenta un alto zócalo del que se elevan pares de pilastras lisas con capiteles corintios, enmarcando las tres secciones verticales e intercalando los tres arcos de acceso. Los cuerpos laterales dan lugar a dos impresionantes torres campanario de base cuadrada, coronadas por cúpulas campaniformes decoradas con cuatro óculos ciegos. Estas torres, a pesar de su grandeza, nunca han albergado campanas, ya que Lleida ha utilizado tradicionalmente las campanas de la Seu Vella.
Para entrar a la catedral, los visitantes deben ascender una escalera con accesos laterales, que conduce a un atrio que sirve como refugio y vestíbulo, extendiendo la nave. El atrio presenta tres grandes arcadas con sobrias puertas de hierro forjado, reconstruidas en 1940.
En el interior, el diseño de la catedral, aunque marcadamente severo y académico, también incorpora elementos de una larga tradición medieval. El plano sigue el tipo de iglesia de salón, caracterizado por una forma rectangular dividida en tres naves de igual altura, permitiendo la entrada de luz a través de las aberturas en las paredes laterales. Este diseño no solo realza la percepción de un espacio unificado, sino también su amplitud.
Las naves están separadas por grandes pilares, cada uno flanqueado por cuatro pilastras acanaladas con capiteles corintios, creando un efecto de severidad y elegancia. Las naves están cubiertas con bóvedas abombadas de estilo florentino, típicas del Renacimiento temprano. Estas bóvedas, utilizadas para cubrir espacios cuadrados, compartimentan las naves de la catedral.
A ambos lados de las naves laterales, hay cuatro capillas, y en la cabecera de la iglesia, articulada con un deambulatorio, hay siete capillas más accesibles a través de arcos semicirculares sostenidos por columnas con capiteles corintios. El deambulatorio, continuando las naves laterales, rodea el ábside, formando un conjunto rectangular alrededor de un deambulatorio absidal.
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La nave central es un vasto espacio que impresiona con la robustez y firmeza sobria de sus pilares, revestidos con pilastras acanaladas, que se elevan a ambos lados como un bosque de piedra gris.
El presbiterio y el ábside son las áreas más importantes de la catedral, albergando algunas de sus obras más significativas, como la Mare de Déu del Blau y los murales en la bóveda del ábside dedicados a la Asunción.
Los murales que decoran las bóvedas del presbiterio y el ábside fueron creados por Josep Serrasanta entre 1954 y 1955. Estos frescos representan temas dedicados a la Asunción de la Virgen María, la titular de la catedral. La bóveda del ábside presenta a María triunfando sobre el pecado, representado por una serpiente. A la derecha, el Papa Pío XII está rodeado de dignatarios eclesiásticos, mientras que a la izquierda se representa la Anunciación y la encarnación de Jesucristo. La bóveda del presbiterio retrata la mediación de la Virgen María sobre la creación, la evolución y la salvación de la humanidad, rodeada de ángeles, apóstoles y santos.
Uno de los tesoros artísticos más representativos de Lleida, la Mare de Déu del Blau, es venerada en el presbiterio desde 2001. Esta imagen gótica tardía, esculpida en 1447 por Jordi Safont, es una admirable talla de piedra con significativos restos de policromía. Originalmente situada en la Puerta de los Apóstoles de la Seu Vella, fue restaurada en 1972, incluyendo la restauración de la mano y la adición del pájaro que sostiene.
La primera capilla en el lado derecho de la nave de la Epístola es la Capilla Bautismal, decorada con un mural que representa el bautismo de Jesús, creado por Carme Benet en 2007. El mural presenta más de 30 figuras, incluyendo a Jesús, San Juan Bautista y la Virgen María, con colores vibrantes y figuras tradicionales.
Inaugurada en 1964, esta capilla fue creada enteramente por el escultor Jaume Perelló. El retablo, dedicado a Santa Cecilia, fue una donación de la Guardia Urbana de Lleida, de la cual ella es la patrona. El retablo presenta seis columnas y la figura de la mártir flanqueada por ángeles, con una representación geométrica y estilizada.
Esta capilla está adornada con un retablo neoclásico diseñado por el arquitecto Francisco Clavera, inspirado en el antiguo y perdido retablo del Pilar creado por Juan Adán en 1781. El conjunto presenta filigranas doradas y ornamentos, creando una impresión visual impactante.
En conclusión, la Seu Nova no es solo una catedral; es un testimonio de la resiliencia y el patrimonio artístico de Lleida. Sus muros y pasillos resuenan con siglos de historia, ofreciendo a los visitantes una profunda mirada al pasado y un espacio sereno para la reflexión y la admiración.
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