La estatua de Notre-Dame de France se alza majestuosa sobre el Rocher Corneille, dominando la pintoresca ciudad de Le Puy-en-Velay en el corazón de la región de Auvernia-Ródano-Alpes en Francia. Esta monumental estatua de hierro fundido de la Virgen María con el Niño Jesús no solo es una maravilla de la ingeniería del siglo XIX, sino también un símbolo de fe y resistencia. Con una altura de 16 metros y asentada sobre un pedestal de 6,7 metros, la estatua capta la atención y la admiración de todos los que la visitan.
El origen de la Estatua de Notre-Dame de France es una historia de inspiración, fe y perseverancia. Fue un predicador jesuita, el Reverendo Padre Xavier de Ravignan, quien primero imaginó una estatua de la Santa Virgen en la cima del Rocher Corneille. Su visión fue compartida y promovida por el Abbé Théodore Combalot, generando entusiasmo entre el clero y la diócesis local. El proyecto cobró impulso bajo la dirección del obispo Auguste de Morlhon, quien estableció un comité dedicado para supervisar su culminación.
El camino desde el concepto hasta la realidad no estuvo exento de desafíos. Las dificultades financieras amenazaron con descarrilar el proyecto hasta que el obispo Morlhon aseguró el apoyo del emperador Napoleón III. En un giro sorprendente del destino, la estatua fue fundida con el hierro de los cañones capturados durante el asedio de Sebastopol, donados por el emperador tras el fin de la Guerra de Crimea. Esta transformación de instrumentos de guerra en un símbolo de paz y devoción es un testimonio del espíritu creativo y la determinación de sus creadores.
Diseñada por el talentoso escultor Jean-Marie Bonnassieux, la estatua es un impresionante ejemplo de arte e ingeniería. Compuesta por más de cien piezas de hierro fundido unidas entre sí, se erige como una estructura autoportante. La Virgen María, coronada con estrellas, se alza sobre un semiglobo, aplastando una serpiente bajo sus pies, un poderoso símbolo de triunfo sobre el mal. En su brazo derecho sostiene al Niño Jesús, quien extiende una bendición sobre la ciudad y la nación.
Las dimensiones colosales de la estatua son asombrosas. Los pies de la Virgen miden 1,92 metros cada uno, mientras que su antebrazo se extiende hasta 3,75 metros. Los visitantes pueden ascender los 33 escalones de piedra dentro del pedestal para entrar en el interior hueco de la estatua, donde una escalera de caracol de 58 peldaños conduce a tres niveles. Desde allí, una escalera adicional permite el acceso a la corona, ofreciendo vistas panorámicas impresionantes del paisaje circundante.
En 1997, la estatua y su pedestal fueron designados como monumentos históricos, reconociendo su importancia cultural e histórica. Una restauración integral en 2012 aseguró la preservación de este emblemático hito para las generaciones futuras. Hoy en día, la Estatua de Notre-Dame de France sigue siendo uno de los sitios más visitados en el departamento de Haute-Loire, atrayendo a visitantes de todo el mundo.
Una curiosa leyenda ha persistido desde la década de 1930, sugiriendo que el escultor se suicidó tras darse cuenta de que Jesús estaba en el lado equivocado de la Virgen. Sin embargo, este mito ha sido desmentido, ya que Bonnassieux ejecutó fielmente el diseño tal como estaba previsto. Tales relatos solo añaden al misticismo y atractivo de esta creación monumental.
Una visita a la Estatua de Notre-Dame de France es un viaje a través de la historia, la espiritualidad y el arte. A medida que se asciende a la cima del Rocher Corneille, la estatua se revela gradualmente, su tono rojizo destacándose contra el cielo. La subida se recompensa con vistas impresionantes de Le Puy-en-Velay y el campo circundante, un paisaje que ha inspirado a peregrinos y viajeros durante siglos.
La presencia de la estatua no solo es un testimonio de la ingeniosidad humana, sino también un símbolo de esperanza y fe. Invita a la contemplación y reflexión, ofreciendo un espacio sereno para que los visitantes se conecten con el pasado y lo divino. Ya sea atraído por su importancia histórica, su belleza arquitectónica o su resonancia espiritual, la Estatua de Notre-Dame de France es un punto culminante ineludible de cualquier visita a esta encantadora región.
En conclusión, la Estatua de Notre-Dame de France es más que un monumento; es un faro de patrimonio cultural y devoción espiritual. Su historia está entrelazada con la de Le Puy-en-Velay y el relato más amplio de fe y resistencia. Al estar en su sombra, no eres solo un espectador, sino un participante en un legado que continúa inspirando y elevando. Una visita aquí no es solo un viaje a un lugar, sino un viaje a través del tiempo y el espíritu.
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