Situado en el corazón de La Haya, el Mauritshuis se erige como un símbolo del patrimonio cultural y la excelencia artística de los Países Bajos. Este magnífico museo, conocido oficialmente como el Gabinete Real de Pinturas Mauritshuis, alberga una impresionante colección de obras maestras de la Edad de Oro holandesa, lo que lo convierte en un destino imprescindible para los amantes del arte y los entusiastas de la historia.
El Mauritshuis fue originalmente construido como un palacio urbano para Johan Maurits de Nassau-Siegen, una figura prominente del siglo XVII. La construcción comenzó en 1633 y se completó en 1644. El edificio fue diseñado por el renombrado arquitecto Jacob van Campen, con la ayuda de Pieter Post. El diseño de Van Campen, caracterizado por su estilo clasicista holandés, ha sido emulado en numerosas estructuras a lo largo de los Países Bajos.
Johan Maurits financió la construcción del palacio con los ingresos de su mandato como gobernador general de Brasil holandés. La fachada clara del palacio, combinada con la riqueza derivada del comercio de caña de azúcar, le valió el apodo de Casa de Azúcar.
A lo largo de su historia, el Mauritshuis ha tenido diversos usos. Después de que Johan Maurits se trasladara a Brandeburgo-Prusia en 1647, el palacio se utilizó como hotel estatal para huéspedes distinguidos. En 1704, un devastador incendio dejó el edificio en ruinas, pero fue meticulosamente reconstruido durante la siguiente década. Para 1822, el Mauritshuis se había transformado en un museo, albergando una extraordinaria colección de pinturas.
El Mauritshuis es un impresionante ejemplo de arquitectura clasicista holandesa. El diseño simétrico del edificio, su alto zócalo y las colosales columnas jónicas le otorgan un aire de grandeza. El uso de piedra natural y ladrillo, junto con los detalles intrincados como las guirnaldas sobre las ventanas y el escudo familiar en el frontón, añaden a su elegancia.
En su interior, el Mauritshuis es igualmente impresionante. La distribución incluye apartamentos en la planta baja y el primer piso, con grandes salones en la parte trasera que dan al Hofvijver. La majestuosa escalera, hecha de madera tropical enviada por Johan Maurits desde Brasil, es un testimonio de la opulencia de la época. Los interiores originalmente presentaban artículos exóticos como pieles de animales, armas indias, corales y pinturas que representaban escenas brasileñas, reflejando el tiempo de Johan Maurits en el Nuevo Mundo.
Hoy en día, el Mauritshuis es conocido por su excepcional colección de pinturas de la Edad de Oro holandesa. Los visitantes pueden maravillarse con obras icónicas como La joven de la perla y Vista de Delft de Johannes Vermeer, La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp de Rembrandt van Rijn, Como cantan los viejos, así tocan los jóvenes de Jan Steen, y El toro de Paulus Potter.
El ambiente íntimo del museo permite a los visitantes experimentar estas obras maestras de cerca. Las galerías cuidadosamente curadas ofrecen un recorrido por la rica historia del arte holandés, mostrando la habilidad y creatividad de algunos de los artistas más célebres del siglo XVII.
Uno de los puntos destacados del Mauritshuis es el Salón Dorado, ubicado en la planta baja. Esta suntuosa sala, adornada con pinturas murales y de techo de Giovanni Antonio Pellegrini, es un espléndido ejemplo de decoración estilo Luis XIV. Los intrincados diseños, terminados con pan de oro y latón, le dan su nombre y lo convierten en un festín visual.
Otra característica notable es el conjunto de pinturas de techo del siglo XVIII de Jacob de Wit en la Sala Potter, instalado en 1912. La sala también cuenta con una chimenea creada por Jan Baptist Xavery, ahora alojada en el Rijksmuseum de Ámsterdam.
El Mauritshuis ha pasado por varias renovaciones y expansiones para preservar su integridad histórica y mejorar la experiencia del visitante. En 1997, se restauró el techo para incluir cuatro chimeneas basadas en el diseño original, y en 2013, se devolvieron las ventanas a su configuración del siglo XVII.
Entre 2012 y 2014, el museo se expandió para incluir el edificio de la esquina en Plein 26, creando una nueva ala de exhibición para muestras temporales, espacio de oficinas, una biblioteca y áreas de talleres. La adición de un vestíbulo subterráneo conecta los dos edificios, proporcionando una transición sin interrupciones para los visitantes.
Una visita al Mauritshuis es una experiencia inolvidable. La ubicación central del museo lo hace fácilmente accesible, y su colección ofrece una visión única de los logros artísticos de la Edad de Oro holandesa. Ya sea que seas un aficionado al arte o un visitante ocasional, el Mauritshuis promete dejar una impresión duradera con su impresionante arquitectura, rica historia y arte de clase mundial.
En conclusión, el Mauritshuis no es solo un museo; es una celebración del patrimonio holandés y un testimonio de la belleza perdurable del arte. Sus paredes cuentan historias de una época pasada, invitando a los visitantes a retroceder en el tiempo e inmersarse en el esplendor del siglo XVII. No pierdas la oportunidad de explorar esta joya cultural en el corazón de La Haya.
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