En el corazón de Kingston, Nueva York, se erige un monumento a la historia y la arquitectura: la Iglesia Vieja Holandesa. Oficialmente conocida como la Primera Iglesia Reformada Protestante Holandesa de Kingston, esta estructura histórica no es solo un lugar de culto, sino un testimonio del rico tapiz de la historia estadounidense. Fundada en 1659, es una de las congregaciones más antiguas que existen continuamente en los Estados Unidos. Su edificio actual, construido en 1852 por el renombrado arquitecto Minard Lafever, es un Monumento Histórico Nacional y un ejemplo de esplendor arquitectónico.
La Iglesia Vieja Holandesa ha sido testigo del desarrollo de los siglos, desde sus inicios en el siglo XVII hasta su estatus actual como un preciado monumento. Originalmente organizada en 1659, la congregación ha tenido cinco edificios diferentes a lo largo de los años. La estructura actual, diseñada por Minard Lafever, se completó en 1852 y es celebrada por su estilo renacentista. Este edificio ha resistido el paso del tiempo, sobreviviendo a renovaciones y al colapso de su torre original, que luego fue reemplazada para mantener su icónica presencia.
La historia de la iglesia está llena de eventos y visitantes notables. Durante la Guerra de Independencia, fue un punto de reunión para la causa patriota, incluso recibiendo una visita de George Washington. Su gratitud está inmortalizada en una carta exhibida dentro de la iglesia. A lo largo de los años, la iglesia ha recibido a numerosas figuras importantes, incluyendo a Franklin Delano Roosevelt y miembros de la familia real holandesa, convirtiéndola en un punto focal de la vida cívica en Kingston.
Los visitantes de la Iglesia Vieja Holandesa son recibidos por su imponente torre de 225 pies, que domina el horizonte de Kingston. Al entrar, el interior de la iglesia se despliega con una serena elegancia. El santuario está pintado en un suave blanco roto, ofreciendo un fondo para las vibrantes vidrieras diseñadas por la compañía de Louis Comfort Tiffany. Estas ventanas proyectan reflejos coloridos, creando una atmósfera de tranquilidad y reverencia.
La arquitectura interior de la iglesia, con sus columnas corintias y bóvedas de crucería, refleja el estilo renacentista que Lafever empleó magistralmente. Los bancos, con sus reposabrazos enrollados y puertas con bisagras, invitan a los visitantes a sentarse y absorber la historia que los rodea. El púlpito, adornado con motivos clásicos y detalles dorados, se erige como un punto focal, enmarcado por una vidriera Tiffany de estilo palladiano que representa la Presentación de Jesús en el Templo.
Rodeando la iglesia hay un cementerio que cuenta historias del pasado. Con alrededor de 300 lápidas, muchas de las cuales son anteriores a la iglesia actual, este lugar de sepultura es un sitio sereno para la reflexión. La lápida más antigua legible data de 1710, aunque los registros indican entierros desde 1679. Entre las figuras notables enterradas aquí se encuentra George Clinton, exgobernador de Nueva York y vicepresidente de EE. UU., cuya tumba está marcada por un prominente obelisco.
El cementerio también incluye un monumento a los voluntarios de la 120ª Infantería de Nueva York durante la Guerra Civil, encargado por George H. Sharpe. Este tributo destaca el papel continuo de la iglesia en la conmemoración de los sacrificios de quienes sirvieron a su país.
La Iglesia Vieja Holandesa es una obra maestra de la arquitectura renacentista, un estilo que Lafever ejecutó con precisión y gracia. El historiador de la arquitectura W. Barksdale Maynard elogió la iglesia como una culminación de la destreza arquitectónica de Lafever. Las elecciones de diseño de la iglesia, como la ubicación de la torre y el uso de elementos eclécticos, la distinguen de otras estructuras religiosas de su tiempo.
El interior de la iglesia se inspira en formas renacentistas inglesas, particularmente en las obras de Christopher Wren y James Gibbs. Esta elección refleja el deseo de la congregación de distinguirse arquitectónica y culturalmente, señalando la plena asimilación de los estadounidenses de origen holandés en la cultura influenciada por los ingleses de mediados del siglo XIX en los Estados Unidos.
La Iglesia Vieja Holandesa en Kingston es más que un lugar de culto; es un museo viviente de la historia y belleza arquitectónica estadounidense. Sus paredes resuenan con las historias del pasado, desde la Guerra de Independencia hasta la Guerra Civil y más allá. Al explorar sus terrenos e interiores, uno es transportado en el tiempo, ganando una apreciación más profunda por la resiliencia y el espíritu de las personas que construyeron y mantuvieron este notable monumento.
Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, la Iglesia Vieja Holandesa ofrece un viaje a través del tiempo que es tanto educativo como inspirador. Su legado continúa moldeando la comunidad de Kingston, convirtiéndola en una parada esencial en cualquier visita a esta histórica ciudad.
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