En el corazón de Kevelaer, un pintoresco pueblo en Renania del Norte-Westfalia, Alemania, se erige la magnífica Marienbasilika, una maravilla neogótica que ha sido un faro de fe y esplendor arquitectónico desde su creación. Esta basílica no es solo un lugar de culto; es un testimonio de la rica historia y herencia cultural de la región, atrayendo a peregrinos y turistas de todos los rincones del mundo.
La Marienbasilika, también conocida como la Basílica de Santa María, tiene sus raíces profundamente ancladas en el siglo XIX. La construcción de esta iglesia neogótica comenzó en 1858, bajo la cuidadosa dirección del arquitecto Hilger Hertel el Viejo, siguiendo los diseños de Vincenz Statz. Se necesitaron seis años de dedicación para completar la estructura principal en 1864. Sin embargo, la joya de la corona de la basílica, su torre oeste de cuatro pisos y 90 metros de altura, fue añadida más tarde en 1883-84.
El interior de la basílica es un estallido de colores, gracias a los vibrantes murales pintados por Friedrich Stummel y sus alumnos a finales del siglo XIX. Estos murales añaden un encanto y calidez únicos a la iglesia, convirtiéndola en uno de los espacios sagrados más coloridos del Rin. El interior experimentó una significativa restauración en 1991, inspirada en la Sainte-Chapelle de París, realzando aún más su esplendor visual.
Como muchos edificios históricos en Europa, la Marienbasilika ha enfrentado sus propias pruebas. Las vidrieras originales se perdieron durante los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el espíritu resiliente de la comunidad brilló cuando se instalaron nuevas ventanas a partir de 1946, algunas de las cuales fueron diseñadas por el artista Hans Mennekes de Weeze. El actual portal de bronce de la iglesia, obra del tallador y escultor Willi Dirx, es un símbolo de renacimiento y excelencia artística.
La Marienbasilika no es solo una maravilla arquitectónica; tiene una inmensa importancia espiritual. En 1884, el Papa León XIII otorgó al párroco Joseph von Ackeren y a sus sucesores el privilegio de otorgar la Bendición Apostólica cuatro veces al año. Hoy en día, Kevelaer sigue siendo el único lugar de habla alemana donde esta bendición es impartida por el párroco o un obispo visitante en las festividades de la Visitación de María, la Asunción de María, la Natividad de María y el Día de Todos los Santos.
En 1923, la iglesia fue elevada al estatus de basílica menor por el Papa, consolidando aún más su importancia en la fe católica. La parroquia de Santa María se separó de la parroquia de Antonio en 1956, marcando un nuevo capítulo en su viaje eclesiástico. La basílica continúa siendo un punto focal de peregrinación, con visitantes que buscan consuelo y bendiciones divinas.
Una de las características más impresionantes de la Marienbasilika es su gran órgano, conocido como el órgano romántico alemán más grande del mundo. Este majestuoso instrumento, con sus 134 registros, consta del órgano principal en la galería oeste y un trabajo remoto en la galería del transepto norte. La historia del órgano se remonta a 1906-1907, cuando fue construido por la empresa de construcción de órganos Ernst Seifert, reemplazando un órgano anterior construido alrededor de 1874 por Wilhelm Rütter de Kevelaer.
Los melodiosos sonidos de las campanas de la Marienbasilika añaden una serena atmósfera a la ciudad de Kevelaer. La basílica alberga ocho campanas en su torre, con una campana adicional en la torreta del techo sobre el crucero. En 1954, cinco nuevas campanas fueron fundidas por el Bochumer Verein, reemplazando las campanas anteriores a la guerra perdidas durante la Segunda Guerra Mundial. Estas campanas de acero cuelgan en un marco de madera en la torre principal. El conjunto de campanas se enriqueció aún más en 2005 con cuatro nuevas campanas de bronce fundidas por el Hermano Michael Reuter de Maria Laach. Para acomodar estas nuevas campanas, el marco de las campanas fue ampliado y reforzado, con las dos campanas más grandes equipadas con un sistema de contrapeso para minimizar las fuerzas oscilantes.
La Marienbasilika es más que un monumento histórico; es un testimonio vivo de la fe duradera y el patrimonio artístico de Kevelaer. Ya sea que te atraiga su belleza arquitectónica, su rica historia o su importancia espiritual, una visita a la Marienbasilika promete ser una experiencia memorable y enriquecedora. Al entrar en esta vibrante iglesia, no solo estás presenciando un pedazo de historia; te estás convirtiendo en parte de un legado continuo que ha inspirado a innumerables almas a lo largo de los siglos.
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