En el corazón de Kevelaer, una encantadora ciudad en Renania del Norte-Westfalia, Alemania, se encuentra una joya oculta de gran importancia espiritual y arquitectónica: la Johanneskapelle. Esta capilla ortodoxa, situada en un destino de peregrinación conocido principalmente por su devoción mariana, es un testimonio de la rica diversidad de fe y culturas que convergen en este pintoresco lugar.
La historia de la Johanneskapelle es un relato de respeto intercultural e inclusión religiosa. Todo comenzó cuando un peregrino ortodoxo griego ofreció un exvoto al entonces rector de la peregrinación, el Prelado Richard Schulte Staade. Este gesto destacó la presencia de numerosos peregrinos ortodoxos en Kevelaer, inspirando a Schulte Staade a crear un espacio dedicado para su adoración. Sin embargo, la creación de tal capilla requería la aprobación de obispos de al menos tres iglesias ortodoxas autocéfalas, una condición establecida por el Obispo de Münster.
Con la valiosa ayuda de Stefka Michel, una estudiosa bizantina residente en Kevelaer, Schulte Staade consiguió los avales necesarios de las iglesias ortodoxas rusa, serbia, búlgara y de Antioquía. Este esfuerzo colaborativo marcó el inicio de un viaje espiritual único para la ciudad.
El diseño arquitectónico de la Johanneskapelle fue encargado a Franz Tiemann, un arquitecto local. Guiado por Stefka Michel, Tiemann emprendió un viaje para comprender los requisitos canónicos y los matices arquitectónicos de las iglesias ortodoxas. El proyecto implicó la reutilización de una estructura neogótica existente, originalmente construida en 1882 como un pasaje hacia la casa del sacerdote, y su expansión para incluir un edificio central con cúpula, un ábside y una nave lateral.
La capilla fue oficialmente inaugurada el 31 de octubre de 1992, en una ceremonia que subrayó su importancia ecuménica. El evento contó con la presencia de figuras ilustres de diversas denominaciones ortodoxas y católicas, incluyendo al Obispo Saliby de la Iglesia Ortodoxa Griega de Antioquía, al Arzobispo Longin de la Iglesia Ortodoxa Rusa y al Cardenal Agostino Casaroli, el ex Ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano.
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El interior de la Johanneskapelle es un festín visual, adornado con una gran cantidad de íconos preciosos donados por las iglesias ortodoxas participantes. Con el tiempo, las paredes de la capilla se han convertido en un lienzo para una colección creciente de estas obras sagradas, cada una contando una historia de fe y devoción.
Uno de los rasgos más impresionantes de la capilla es el monumental mosaico en el ábside, creado por el artista ruso Wladimir Naumez en 1995. Esta obra maestra dorada representa a la Madre de Dios Platytera (Madre de Dios del Signo), exudando un aura de gracia divina. Naumez continuó embelleciendo la capilla en años posteriores, añadiendo mosaicos de la Natividad de Cristo y el Bautismo de Cristo, así como un fresco titulado Comunión de los Apóstoles debajo de los mosaicos.
En 2001, el iconostasio provisional de la capilla fue reemplazado por una estructura más permanente con 32 íconos pintados por el iconógrafo búlgaro Stefko Aenski. El trabajo de Aenski también incluye una pintura mural monumental que representa el descenso de Cristo al inframundo y su resurrección, añadiendo a la rica tapicería de arte religioso de la capilla.
La Johanneskapelle es más que un lugar de adoración; es un símbolo de ecumenismo vivido. Construida por la Iglesia Católica para los cristianos ortodoxos, se erige como un testimonio único de la coexistencia armoniosa de diferentes tradiciones cristianas. La capacidad de la capilla para albergar celebraciones litúrgicas y sacramentos de diversas iglesias ortodoxas autocéfalas dentro del mismo espacio sagrado es un fenómeno raro y hermoso.
El significado de la capilla se extiende más allá de sus paredes, sirviendo como un faro de unidad y respeto mutuo en un mundo a menudo dividido por diferencias religiosas. Es un lugar donde peregrinos de diversos orígenes pueden reunirse en oración y reflexión, fomentando un espíritu de solidaridad y comprensión.
Una visita a la Johanneskapelle ofrece una experiencia profunda y enriquecedora. Al cruzar sus puertas, te recibe una atmósfera de reverencia y tranquilidad, envuelta por el suave resplandor de las velas y los mosaicos relucientes. La serena ambientación de la capilla invita a la contemplación y la introspección, proporcionando un santuario del bullicio de la vida diaria.
Ya seas un devoto peregrino, un entusiasta del arte o simplemente un viajero curioso, la Johanneskapelle promete un viaje memorable e inspirador. Su rica historia, impresionante arquitectura y profunda significancia espiritual la convierten en un destino imprescindible en Kevelaer. Así que tómate un momento para pausar, reflexionar y sumergirte en la belleza atemporal de esta extraordinaria capilla.
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