La basílica de Sint-Lambertus, conocida localmente como Sint-Lambertusbasiliek, se erige majestuosa en el corazón de Hengelo, Países Bajos. Esta maravilla neogótica, dedicada a San Lamberto, es más que un lugar de culto; es un faro de historia, arquitectura y cultura, atrayendo a visitantes de cerca y de lejos para admirar su grandeza y serenidad.
La historia de la basílica de Sint-Lambertus es una narración de resistencia y renovación. La primera iglesia dedicada a San Lamberto se construyó en Hengelo a principios del siglo XIV. Sin embargo, con el tiempo, se hizo evidente la necesidad de una estructura más grande y robusta. Alrededor del año 1500, una nueva iglesia de piedra reemplazó la estructura original de madera, marcando el inicio de una era de esplendor arquitectónico.
A principios del siglo XVII, la iglesia enfrentó una gran agitación cuando fue tomada por fuerzas protestantes. Los fieles católicos, sin desanimarse, continuaron practicando su religión en una capilla clandestina ubicada en un granero cerca de Roesink y Woolde. Este período de turbulencia religiosa duró hasta 1775, cuando las autoridades finalmente permitieron la construcción de una nueva iglesia católica más cerca de Hengelo. Completada en 1786, esta iglesia sirvió bien a la comunidad, pero la rápida industrialización y el crecimiento de la población del siglo XIX exigieron otra expansión.
La actual basílica de Sint-Lambertus fue concebida bajo el liderazgo del abad Gerardus Beernink, quien sirvió como párroco desde 1875 hasta 1906. El renombrado arquitecto Gerard te Riele de Deventer fue contratado para diseñar la nueva iglesia. La construcción comenzó en 1888 y concluyó en 1890, resultando en un magnífico edificio neogótico de ladrillo, con una imponente torre que alcanza una altura de 79,2 metros, convirtiéndola en la 25ª torre de iglesia más alta de los Países Bajos.
De manera notable, la basílica sobrevivió a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial relativamente ilesa, incluso cuando gran parte del centro de la ciudad de Hengelo fue devastado. Un gran esfuerzo de restauración tuvo lugar de 1948 a 1951 para reparar cualquier daño y preservar la integridad estructural de la iglesia. Se iniciaron más trabajos de restauración en 2015, centrándose en reforzar la aguja de la torre y los cimientos, y rehabilitar toda la fachada. El 125º aniversario de la iglesia se celebró con gran entusiasmo en septiembre de 2015, marcando un hito en su rica historia.
La basílica de Sint-Lambertus es un impresionante ejemplo de arquitectura neogótica. Su nave de tres pasillos, sin crucero, crea un interior espacioso y abierto que es tanto impresionante como sereno. El exterior de la iglesia se caracteriza por su alta y esbelta torre, que es una característica prominente del horizonte de Hengelo. La altura y el diseño elegante de la torre atraen la mirada hacia arriba, invitando a la contemplación y la reflexión.
En el interior, la basílica está adornada con numerosos elementos neogóticos, incluyendo vitrales intrincados, altares ornamentados y trabajos en madera bellamente elaborados. La capilla dedicada a Santa María, añadida en 1988, proporciona un espacio tranquilo para la oración y la meditación, mejorando la atmósfera espiritual de la iglesia.
Una de las características más celebradas de la basílica de Sint-Lambertus es su grandioso órgano. El órgano original, instalado en 1907 por la compañía Gradussen de Winssen, fue reemplazado en 1948-1949 por un órgano electro-neumático de la compañía Vermeulen en Alkmaar. Este instrumento, renombrado en todo los Países Bajos, inicialmente contaba con 45 registros y 2,800 tubos. En 2008, el órgano fue sometido a una significativa restauración y expansión, resultando en un magnífico instrumento con 58 registros, cuatro teclados y un pedalero. El sonido rico y poderoso del órgano continúa encantando a los visitantes y congregantes por igual.
En reconocimiento a su importancia arquitectónica e histórica, la basílica de Sint-Lambertus fue designada monumento histórico nacional en 1974. En 1998, fue elevada al estatus de basílica menor por el Papa Juan Pablo II, un testimonio de su importancia dentro de la Iglesia Católica y la comunidad en general. El escudo de armas de la basílica, otorgado el 4 de septiembre de 1998, simboliza su estatus distinguido.
El interior de la basílica fue sometido a una restauración adicional en 2002, con esfuerzos centrados en reinstaurar elementos neogóticos que habían sido removidos en la década de 1970. Hoy en día, la iglesia se presenta como una mezcla armoniosa de autenticidad histórica y preservación moderna, ofreciendo una visión del pasado mientras sirve a las necesidades espirituales del presente.
En conclusión, la basílica de Sint-Lambertus en Hengelo no es solo una iglesia; es un monumento viviente de fe, historia y belleza arquitectónica. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o un buscador espiritual, una visita a esta magnífica basílica seguramente dejará una impresión duradera. Su torre imponente, su interior exquisito y la resonante música del órgano crean una atmósfera de reverencia y asombro, convirtiéndola en un destino imprescindible en los Países Bajos.
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