En el corazón de Haarlem se erige majestuosa la Catedral de San Bavo (conocida localmente como Kathedrale Basiliek Sint Bavo), una maravilla arquitectónica que fusiona armoniosamente los estilos románico-bizantino y neogótico. Siendo la segunda iglesia más grande de los Países Bajos, solo superada por la Catedral Basílica de San Juan en 's-Hertogenbosch, esta imponente estructura es la sede del obispo de Haarlem-Ámsterdam. Su presencia dominante y su diseño detallado la convierten en un hito imperdible para quienes exploran el rico tapiz cultural de los Países Bajos.
La historia de la Catedral de San Bavo está llena de historia y resiliencia. Originalmente, la iglesia de San Bavo (Grote of Sint-Bavokerk) fue consagrada como catedral en 1559, convirtiéndose en la sede de la Diócesis de Haarlem bajo el primer obispo, Nicolaas van Nieuwland. Sin embargo, el estallido de la Guerra de los Ochenta Años en 1568 convirtió a Haarlem en un campo de batalla entre las fuerzas de los Habsburgo y los partidarios de Guillermo de Orange, un defensor de la Reforma Protestante.
En 1577, el obispo Godfried van Mierlo firmó los Acuerdos de Veere, otorgando a los católicos libertad de culto a cambio de lealtad a Guillermo de Orange. Esta paz frágil se rompió en 1578 cuando los calvinistas asaltaron la catedral, llevándola a su conversión al protestantismo. La fe católica fue llevada a la clandestinidad, sobreviviendo en iglesias secretas conocidas como Schuilkerk. No fue hasta 1853, con la restauración de la diócesis bajo el monseñor Franciscus Jacobus van Vree, que el catolicismo comenzó a resurgir abiertamente en Haarlem.
A finales del siglo XIX, se hizo evidente la necesidad de una nueva y más grandiosa catedral. En 1893, el obispo Gaspard Bottemanne encargó la construcción de la nueva Catedral de San Bavo. El renombrado arquitecto Pierre Cuypers, junto con su hijo Joseph Cuypers, asumieron este monumental proyecto. La construcción comenzó en 1895 a orillas del canal Leidsevaart. La fase inicial, completada en 1898, se centró en el coro y las capillas radiantes. El transepto y la nave siguieron entre 1902 y 1906, con las torres y el portal siendo las últimas adiciones entre 1927 y 1930.
Con una longitud de aproximadamente 100 metros, una altura de 60 metros y un ancho de 42 metros, la catedral fue consagrada el 2 de mayo de 1898. En 1948, el Papa Pío XII la elevó al estatus de basílica menor, reforzando aún más su importancia dentro de la Iglesia Católica.
La Catedral de San Bavo es un testimonio de la innovación arquitectónica y el eclecticismo. Su diseño incorpora una variedad de estilos e influencias, resultando en una estructura única y armoniosa. El coro neorrománico, la nave y la fachada neogóticas, y el transepto y la nave inspirados en el estilo hispano-morisco se combinan para crear un edificio visualmente impresionante.
El interior de la catedral es igualmente impresionante, con bóvedas de nervaduras, mosaicos dorados neobizantinos y vitrales intrincados. El altar mayor, hecho de mármol veteado, y el enorme sagrario adornado con piedras preciosas son particularmente notables. El púlpito de bronce, decorado con diseños de follaje Art Nouveau, añade un toque de elegancia a la nave.
Las capillas de San José y San Luis están decoradas con mosaicos cerámicos, taracea de terracota y columnas de mármol negro. La catedral también alberga un órgano monumental, construido por el organista holandés Willibrord.
La sacristía de la Catedral de San Bavo alberga una invaluable colección de objetos litúrgicos, incluyendo orfebrería del siglo XV y ornamentos sacerdotales de principios del siglo XVI. Entre estos tesoros se encuentra una colección de plata de la capilla real en Ámsterdam, así como varios artículos que sobrevivieron a la Reforma, como casullas, dalmáticas y sobrepellices del clero de Haarlem.
Otras piezas notables incluyen incensarios de plata, candelabros, un atril y un copón neogótico, junto con un relicario sólido de plata adornado con querubines. La colección también cuenta con numerosas pinturas del siglo XVIII, incluyendo una obra de 1673 del pintor holandés Reyer van Blommendael, que representa la intervención milagrosa de San Bavo en Haarlem en 1268. La pieza más antigua de la colección es un cáliz de plata gótico flamboyante.
Una visita a la Catedral de San Bavo es un viaje a través de la historia, el arte y la arquitectura. Al explorar esta magnífica estructura, obtendrás una apreciación más profunda de la resiliencia y la fe de las personas que la construyeron y la mantuvieron a través de siglos de turbulencia y cambio. Ya seas un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia o simplemente un viajero curioso, la Catedral de San Bavo ofrece una experiencia rica y gratificante que dejará una impresión duradera.
En conclusión, la Catedral de San Bavo no es solo un lugar de culto; es un símbolo del espíritu perdurable de Haarlem y un testimonio de los logros artísticos y arquitectónicos del pasado. Sus muros resuenan con las historias de una era pasada, invitando a los visitantes a retroceder en el tiempo y sumergirse en la grandeza y la historia de esta notable catedral.
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