El Château du Burgstall, situado en el corazón de Guebwiller en la región de Haut-Rhin, Francia, es un fascinante vestigio de la historia medieval. Esta antigua fortaleza, ahora una romántica ruina, murmura relatos de épocas pasadas y invita a los visitantes a descubrir su rico pasado. Aunque el tiempo ha desgastado sus piedras, el castillo sigue siendo un testimonio de la ingeniosidad arquitectónica y la importancia histórica de su época.
Los orígenes del Château du Burgstall están envueltos en misterio, con su nombre original perdido en el tiempo. Los documentos antiguos lo mencionan simplemente como mi casa o el castillo del señor de Ungersheim. A finales del siglo XVII, los lugareños comenzaron a llamarlo Heidenturm, o la torre de los paganos, un nombre común para estructuras antiguas. El nombre Burgstall, que significa un castillo abandonado y en ruinas en el alemán medio, apareció por primera vez en un documento de 1473, insinuando su prolongado estado de deterioro.
Construido entre finales del siglo XII y principios del XIII, el castillo fue una de varias pequeñas fortalezas en y alrededor de Guebwiller, sirviendo como residencia para los ministeriales de la Abadía de Murbach. Tras la construcción de fortificaciones urbanas entre 1260 y 1271, el castillo quedó dentro de las murallas de la ciudad, disminuyendo su importancia militar. Esto llevó a Pierre d’Ungersheim a vender su parte a la Abadía de Murbach en 1270, aunque la familia lo retuvo como feudo hasta mediados del siglo XV.
A medida que la importancia estratégica del castillo disminuía, pasó por varias manos, siendo eventualmente vendido por la familia Ostein a un burgués de Rouffach en el siglo XVI. En 1693, los Antoninos del convento de Issenheim adquirieron la propiedad, demoliendo gran parte de la estructura original para erigir nuevos edificios. Estas estructuras también caerían en desuso, comenzando su demolición en 1972 para dar paso a desarrollos modernos. Sin embargo, esto llevó al inesperado redescubrimiento de los antiguos restos del castillo, despertando un renovado interés en su historia.
El diseño octogonal único del Château du Burgstall es una característica arquitectónica rara, principalmente encontrada en la región del Alto Rin y el antiguo Reino de Sicilia. Esto sugiere una influencia indirecta de Federico II, Rey de Sicilia y Duque de Alsacia. Construido con arenisca rosa, las paredes exteriores del castillo fueron meticulosamente elaboradas con grandes piedras bossadas, mientras que el interior presentaba piedras más pequeñas. Las secciones sobrevivientes de la pared sur y las esquinas ofrecen un vistazo a su antigua grandeza.
El castillo estaba originalmente rodeado por un foso, que podía inundarse con el río Lauch cercano. El acceso era a través de un puente de madera que conducía a una puerta en el muro norte, remodelada a finales del siglo XV para facilitar la entrada al patio interior. En el centro del patio se alzaba un donjon casi cuadrado, aunque su altura y diseño interior siguen siendo desconocidos debido a la ausencia de estructuras superiores supervivientes.
Los visitantes del Château du Burgstall aún pueden sentir los ecos de la historia dentro de sus ruinas. La meticulosa artesanía de la mampostería, con sus juntas bien ajustadas y la falta de desalineación, habla de la habilidad de sus constructores medievales. Las marcas dejadas por los canteros proporcionan información sobre la división del trabajo en el sitio de construcción, con artesanos específicos responsables de las piedras de esquina más complejas.
Mientras se explora el sitio, uno puede imaginar la bulliciosa vida que una vez llenó estas paredes. La presencia de un conducto de letrina y una rendija de luz en la pared sur sugiere la existencia de una residencia de madera dentro del patio. Una ventana en la misma pared, añadida durante la transformación del castillo en una vivienda burguesa a finales del siglo XV, ofrece una conexión tangible con el pasado.
Hoy, el Château du Burgstall se erige como un sereno recordatorio del patrimonio medieval de Guebwiller. Aunque gran parte de su estructura se ha perdido con el tiempo, las ruinas restantes continúan cautivando a quienes las visitan. El sitio ofrece un retiro pacífico tanto para los entusiastas de la historia como para los visitantes ocasionales, proporcionando una oportunidad única para retroceder en el tiempo y explorar los restos de una fortaleza que alguna vez fue majestuosa.
En conclusión, el Château du Burgstall es más que una simple ruina; es un símbolo del rico tapiz de historia tejido en el paisaje de Alsacia. Sus paredes pueden ya no estar en pie, pero resuenan con las historias de aquellos que vivieron, amaron y lucharon dentro de su abrazo. Una visita a este encantador sitio es un viaje a través del tiempo, ofreciendo un vistazo al pasado y una apreciación más profunda del legado perdurable de la arquitectura medieval.
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