El Museo de Historia de Girona, situado en el corazón del Casco Antiguo de Girona, ofrece un fascinante recorrido por el pasado vibrante de la ciudad. Ubicado en la histórica Casa Cartellà, que más tarde se convirtió en el Convento de San Antonio en el siglo XVIII, este museo invita a los visitantes a descubrir la evolución de Girona desde la época romana hasta la era moderna.
El museo es en sí mismo una maravilla de la arquitectura histórica. Originalmente una muralla romana que data del siglo II o III, el edificio se transformó en una mansión gótica propiedad de la familia Cartellà en el siglo XV. Para 1753, se había convertido en el Convento de San Antonio, un monasterio capuchino. Hoy en día, los visitantes pueden explorar los espacios bien conservados del convento, incluyendo un cementerio capuchino único, un claustro y una cisterna de piedra abovedada que almacenaba agua de lluvia para los frailes.
El cementerio capuchino, construido en 1753, es una joya rara en Cataluña, que recuerda al convento Barberini en Roma y al convento de Palermo en Sicilia. Ubicado en la planta baja, este espacio cuenta con dieciocho nichos verticales donde, según los rituales capuchinos, los frailes fallecidos eran sentados hasta que sus cuerpos se secaban. Después de dos años, estos restos momificados eran vestidos con hábitos religiosos para la contemplación y devoción, encarnando el concepto barroco de la muerte y la vida eterna.
Fundada a principios del siglo I a.C., Gerunda estaba estratégicamente situada a lo largo de una ruta de comunicación norte-sur. Los romanos fortificaron la ciudad con sólidas murallas, dándole forma a un centro urbano casi triangular que servía como núcleo administrativo, económico, religioso y social. La zona suburbana, con villas grandiosas que parecían mansiones urbanas más que fincas agrícolas, se extendía unos cinco kilómetros desde el centro de la ciudad.
Durante más de siete siglos, la historia medieval de Girona es un tapiz de expansión y transformación. Como ciudad fronteriza, centro eclesiástico y crisol cultural, la Girona medieval forjó una identidad fuerte como punto clave en el reino. Su inclusión en el Imperio Franco en 785 la vinculó directamente a centros europeos, estableciendo su importancia estratégica como ciudad fronteriza hasta el siglo XII, y más tarde defendiendo contra amenazas del norte en 1285 y durante la guerra civil en 1462.
En la era moderna, Girona emergió como una ciudad principal en Cataluña, a pesar de un relativo declive en población. Desde finales del siglo XVII, se convirtió en una fortaleza militar estratégica debido a las guerras periódicas con Francia. Transitando de un bullicioso centro de producción textil del siglo XVI, Girona evolucionó hacia una capital militar a finales del siglo XVIII, encarnando el cambio de taller a baluarte.
El comienzo del siglo XX marcó un período de crecimiento demográfico, urbano y comercial en Girona, reflejado en su vibrante escena cultural. La ciudad floreció con asociaciones literarias, artísticas, musicales y educativas, impulsadas por intelectuales como Carles y Darius Rahola, Prudenci Bertrana y Rafael Masó. Con el auge del Modernismo y posteriormente del Noucentismo, Girona se convirtió en el segundo centro cultural de Cataluña.
El establecimiento del régimen franquista tras la derrota republicana en la Guerra Civil Española trajo fracturas históricas sin precedentes. En Girona, al igual que en toda España, las dos primeras décadas de dictadura estuvieron marcadas por el miedo, la represión y las dificultades económicas. La supervivencia se convirtió en el rasgo definitorio de una sociedad bajo un sistema político totalitario y centrado en España, reflejando a la Alemania nazi y a la Italia fascista al abolir las libertades democráticas.
Entre los aspectos destacados del museo se encuentra "El gran día de Gerona", una pintura monumental de Ramón Martí Alsina que representa la Batalla de Girona de 1809. Además, el museo presenta el "Escudo imperial", simbolizando la fluctuante lealtad de Girona entre las monarquías francesa y española en el siglo XVII. La escultura "Imploración" de Fidel Aguilar ofrece una visión de las influencias modernistas y simbolistas del artista, mientras que la escultura de cuerpo entero de Miquel de Palol por Guinó captura la esencia de esta figura prominente.
El Museo de Historia de Girona no es solo un depósito de artefactos, sino una narrativa vibrante de la resiliencia y transformación de la ciudad a lo largo de los siglos. Una visita aquí es un viaje a través del tiempo, ofreciendo perspectivas sobre el rico tapiz del pasado de Girona y su espíritu perdurable.
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