Ubicado en el encantador pueblo de Enkhuizen, el Snouck van Loosenpark es un testimonio de la planificación urbana visionaria y el bienestar social. Este pintoresco pueblo jardín no solo es un refugio sereno, sino también una pieza significativa de la historia holandesa, representando uno de los primeros proyectos de vivienda social en los Países Bajos. Inaugurado el 19 de julio de 1897, el parque es una mezcla encantadora de innovación arquitectónica y conciencia social, ofreciendo una visión única del pasado.
La historia del Snouck van Loosenpark comienza con la visión filantrópica de Margaretha Maria Snouck van Loosen, la última hija sobreviviente de la familia Snouck van Loosen. Al fallecer en 1885, su testamento especificaba la creación de viviendas para trabajadores, siempre que la ciudad asignara terreno para el proyecto. Su deseo era ofrecer hogares asequibles y espaciosos a familias destacadas por su arduo trabajo y buen comportamiento.
El Snouck van Loosenfonds, encargado de ejecutar sus deseos, se acercó al consejo de la ciudad de Enkhuizen en 1893 para comprar dos hectáreas y media de terreno, anteriormente conocido como 'Nieuwe Haven'. La propuesta fue recibida con entusiasmo, y el proyecto se puso en marcha, reflejando una necesidad urgente de viviendas de calidad y asequibles.
Diseñado por los arquitectos Christiaan Posthumus Meyjes Sr. y Hendrik Copijn, la construcción del parque comenzó en 1894. Las unidades de vivienda se desviaron significativamente de la típica vivienda social de la época, ofreciendo interiores espaciosos y comodidades modernas. Cada hogar contaba con un generoso espacio de 410-450 m³, completo con jardines delanteros y traseros, un sótano y plomería interior, algo inusual en ese tiempo.
El diseño innovador también se extendió a las instalaciones sanitarias. Para evitar el desagradable trabajo de transportar los residuos a través de la casa, se proporcionó acceso exterior para reemplazar los contenedores de desechos. Aunque no había baños, los residentes tenían acceso a una casa de baños cercana, asegurando limpieza y conveniencia.
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La vida en el Snouck van Loosenpark estaba regida por reglas estrictas para mantener su propósito y calidad. Supervisado por tres encargados del parque a lo largo de los años, los residentes debían adherirse a condiciones específicas, como prohibiciones sobre la decoración personal y la tenencia de mascotas. Estas regulaciones aseguraron que el parque siguiera siendo un modelo de vivienda social.
A pesar de su entorno idílico, el parque enfrentó desafíos iniciales, como la proximidad a un vertedero municipal hasta 1905. Sin embargo, la comunidad prosperó, y el parque se convirtió en un hogar apreciado por muchas familias.
Más allá de su propósito residencial, el Snouck van Loosenpark ofrecía instalaciones recreativas. Hasta la década de 1930, un parque de juegos entretenía a los niños antes de ser reemplazado por un aviario que albergaba aves e incluso monos. Un jardín de cultivo en el lado oeste del parque apoyaba la exuberante vegetación que adornaba el parque, mejorando su atmósfera tranquila.
Para la década de 1970, el Snouck van Loosenfonds enfrentaba dificultades financieras, amenazando el mantenimiento del parque. La intervención del municipio y una subvención gubernamental aseguraron la preservación del parque, manteniendo su carácter social. El parque fue renovado entre 1983 y 1984, introduciendo comodidades modernas como baños y calefacción central, mientras conservaba su encanto histórico.
La renovación fue una tarea significativa, costando doce millones de florines, pero aseguró la continuidad del legado del parque. Las distintivas tejas del techo fueron especialmente reproducidas, y se añadieron espacios de almacenamiento discretos, preservando la integridad estética del parque.
El parque no solo es un refugio residencial, sino también un lugar para celebraciones comunitarias. Una de sus tradiciones más encantadoras es la iluminación de miles de 'vetpotjes'—pequeñas lámparas de aceite—a lo largo de los caminos durante ocasiones especiales. Esta tradición comenzó en 1898 para la inauguración de la Reina Guillermina y sigue iluminando celebraciones significativas, incluido el centenario del parque en 1997.
Hoy en día, un animado mercado de pulgas que se celebra anualmente atrae a visitantes de cerca y de lejos, añadiendo vitalidad al ambiente sereno del parque.
Ahora gestionado por la corporación de vivienda Vestia, el Snouck van Loosenpark sigue siendo un pilar de la vivienda social. Aunque las viviendas han cambiado de propietario, el terreno del parque permanece bajo el cuidado municipal, asegurando que sus jardines y caminos continúen encantando tanto a residentes como a visitantes.
El Snouck van Loosenpark es más que solo un área residencial; es un museo viviente del progreso social, la innovación arquitectónica y el espíritu comunitario. Una visita a este encantador enclave ofrece un refugio pacífico y un fascinante viaje a través de un capítulo crucial en la historia holandesa.
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