Ubicada en el encantador pueblo bávaro de Eggenfelden, la Pfarrkirche St. Georg se erige como un testimonio de siglos de evolución arquitectónica y devoción religiosa. Esta fascinante iglesia, con su llamativa fachada amarilla y su distintiva torre con cúpula de cebolla, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar un rico tapiz de historia y arte.
Los orígenes de la Pfarrkirche St. Georg se remontan al siglo XIII, cuando se cree que fue establecida por los nobles Herren von Geren. Para 1315, la familia Closen había tomado el control de la Hofmark, iniciando una larga asociación con la iglesia. La estructura original románica, datada de 1418, era un edificio de nave única, típico de la época, con un ábside redondeado y una entrada estrecha.
A mediados del siglo XV, la iglesia experimentó una transformación significativa. El edificio románico fue ampliado y elevado en el estilo gótico tardío, mucho del cual todavía define su apariencia hoy en día. La adición de un coro, financiado por Alban von Closen, marcó la conclusión de esta fase, simbolizada por la lámpara de la Luz Eterna, un faro de presencia divina y cumplimiento de deberes eclesiásticos.
El exterior de la iglesia es una encantadora fusión de elementos góticos y barrocos. La torre barroca de 30 metros de altura, atribuida al arquitecto Matthias Weidtinger, es una característica prominente, coronada con una cúpula de cebolla característica. Esta torre no solo sirve como un hito visual, sino que también alberga un conjunto de campanas que han sido renovadas dos veces en el siglo XX, tras las pérdidas de las Guerras Mundiales.
Alrededor de la iglesia se encuentra un cementerio que contiene las tumbas de la familia Closen y otras figuras locales notables, con epitafios que datan de 1461. La iglesia en sí es una estructura gótica tardía con contrafuertes, conservando características originales como ventanas de arco apuntado, portales y la bóveda de nervaduras en la torre del campanario y la Capilla Closen.
En el interior, la iglesia es un tesoro de artefactos artísticos e históricos. El escudo de armas de la familia Closen se exhibe prominentemente en todo el lugar, un guiño al legado perdurable de la familia. El período barroco trajo cambios significativos, con la eliminación de las bóvedas nervadas para crear amplios espacios en el techo, adornados por el artista de Eggenfelden Antoni Scheitler en 1763. Sus frescos representan escenas celestiales, incluyendo la Santísima Trinidad y la ascensión de San Jorge, ofreciendo un vistazo al reino celestial.
Los altares de la iglesia son ejemplos exquisitos de la artesanía barroca. El altar mayor, flanqueado por elegantes columnas, presenta una pintura de San Jorge por Johann P. Ehrmiller. Mientras tanto, los altares laterales, aunque ya no están presentes, alguna vez estuvieron adornados con intrincadas tallas de Wenzel Jorhan, cuyo trabajo también incluye las figuras de ángeles sobrevivientes y los capiteles de las columnas.
El patrimonio musical de la iglesia se encarna en su órgano, alojado en un mueble de 1900. La actual tubería, instalada en 1986-87 por la compañía Weise, continúa llenando el espacio sagrado con melodías armoniosas. Las campanas, fundidas por la renombrada fundición Rudolf Perner, resuenan sobre Eggenfelden, evocando el paso del tiempo y la resiliencia de la fe.
Más allá de los muros de la iglesia, los visitantes pueden explorar los restos del foso que una vez rodeó tanto la iglesia como el cercano Schloss Gern. Aunque el agua ya no fluye, el paisaje conserva un sentido de fortificación medieval, un recordatorio del papel protector de la iglesia en la comunidad.
Hoy en día, la Pfarrkirche St. Georg no es solo un lugar de culto, sino también una parte vibrante de la comunidad local. Su historia se celebra anualmente en el Día de San Jorge, el 23 de abril, una tradición que se remonta al santo patrón de la iglesia. Esta celebración, vinculada en su momento a un bullicioso día de mercado, continúa fomentando un sentido de comunidad y continuidad.
En conclusión, la Pfarrkirche St. Georg es más que un monumento histórico; es un símbolo vivo del espíritu perdurable de Eggenfelden. Sus muros cuentan historias de devoción, arte y resiliencia, invitando a los visitantes a reflexionar sobre el paso del tiempo y la inquebrantable fuerza de la fe. Ya sea que te atraiga su belleza arquitectónica, su rica historia o su atmósfera serena, una visita a esta notable iglesia es un viaje por el corazón del patrimonio cultural y espiritual de Baviera.
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