El minarete de Eger, conocido localmente como el minarete de Egri, se erige como un impresionante testimonio de la era otomana en el corazón de Eger, en el norte de Hungría. Esta alta reliquia, construida con piedra arenisca roja, alcanza una altura de 40 metros y es uno de los minaretes más septentrionales que quedan del dominio otomano en Europa. Su presencia no solo es un monumento histórico significativo, sino también una importante atracción turística que atrae a visitantes de todo el mundo.
El minarete de Eger fue construido a principios del siglo XVII, durante la ocupación otomana de Hungría. Los otomanos tomaron el control de Eger en 1596, y se cree que el minarete fue construido poco después, como parte de la mezquita Djami de Kethuda. Esta mezquita, que ya no existe, se utilizaba para el llamado a la oración musulmana (Adhan), con el minarete sirviendo como plataforma desde la cual se convocaba a los fieles a las oraciones congregacionales cinco veces al día.
Evliya Çelebi, un famoso viajero otomano, mencionó la mezquita durante su visita a Eger en 1664. Sin embargo, los otomanos fueron expulsados de Eger en 1687 por el ejército imperial austríaco liderado por Carlos de Lorena. Tras el fin del dominio otomano, la mezquita fue convertida en una iglesia católica dedicada a San José. Con el tiempo, las instalaciones de la mezquita se transformaron en el Hospital de los Hermanos de la Misericordia, y eventualmente, el edificio de la mezquita fue demolido en 1841 para dar paso a la actual Iglesia de los Mártires de San Sebestyén en Eger.
Después de la expulsión de los otomanos, hubo un intento de demoler el minarete como un gesto simbólico para marcar el fin de la ocupación otomana. A pesar de los esfuerzos que incluyeron el uso de 400 bueyes para derribarlo, el minarete resultó ser demasiado resistente y permaneció en pie. Posteriormente, se colocó una cruz en la parte superior de la media luna, simbolizando la transición del dominio otomano al cristiano.
El minarete sufrió daños a lo largo de los siglos, incluyendo el colapso de su cúpula original debido a un rayo a principios del siglo XIX. El arzobispo Pyrker János László colocó un techo de estaño en la torre en 1829 para preservarla de una mayor destrucción. Se llevaron a cabo trabajos de restauración en 1897 bajo la dirección de István Möller, y nuevamente en 1962 por la Inspección Nacional de Monumentos. La renovación más reciente tuvo lugar en 2018, abordando el deterioro que había comprometido la capacidad de carga de la estructura. Durante esta renovación, se descubrieron platos de cerámica que datan de la era turca, añadiendo más valor histórico al sitio.
El minarete de Eger es una maravilla arquitectónica, caracterizada por su plan de 14 lados, lo que contribuye a su fuerza y estabilidad. El minarete está construido con piedra arenisca rojiza tallada, y una estrecha escalera de caracol con 98 escalones conduce a un balcón situado a 26 metros del suelo. Este balcón ofrece un punto de vista único, proporcionando vistas panorámicas de la ciudad circundante y del Castillo de Eger.
El exterior del minarete está adornado con detalles intrincados, incluyendo una fila de campos de espejo con un patrón enano de doble filo que se repite alrededor del pedestal de la torre. La entrada al minarete, originalmente accesible desde dentro de la mezquita, ahora se encuentra en el lado norte del pedestal. La entrada al balcón está orientada en dirección a La Meca, manteniendo su orientación religiosa original. El balcón y el techo de la torre también están decorados con anillos de ornamentos superpuestos, añadiendo al atractivo estético del minarete.
En el pasado, el minarete de Eger se veía como un símbolo de ocupación. Sin embargo, hoy en día se erige como un monumento celebrado que representa las relaciones armoniosas entre Hungría y Turquía. En 2016, a un ciudadano turco llamado Demir Hikmet se le permitió convertirse en el muecín (llamador) del minarete y realizar el Adhan, marcando la primera vez en 327 años que se escuchó la llamada a la oración musulmana desde el balcón del minarete.
El minarete de Eger es una atracción imperdible para cualquiera que explore Eger. Se anima a los turistas a subir los 98 escalones hasta el balcón del minarete, donde pueden disfrutar de vistas impresionantes de la ciudad y sus monumentos históricos. Sin embargo, aquellos que sufran de claustrofobia o miedo a las alturas deben tener precaución, ya que la escalera es estrecha y empinada.
En conclusión, el minarete de Eger no es solo un monumento histórico sino un símbolo de resiliencia e integración cultural. Su imponente presencia y rica historia lo convierten en un destacado ineludible para los visitantes de Eger, ofreciendo un vistazo al pasado otomano de la ciudad y su viaje a través de los tiempos.
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