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El pozo de Moisés

El pozo de Moisés Dijon

El pozo de Moisés

El Pozo de Moisés, conocido localmente como Puits de Moïse, es un impresionante vestigio de un gran calvario que antaño se erigía en el corazón del monasterio cartujo de Champmol en Dijon, Francia. Este extraordinario monumento, encargado por Felipe el Atrevido, Duque de Borgoña, es una obra maestra de la escultura gótica y un precursor del arte renacentista, creado por el renombrado escultor holandés Claus Sluter y su sobrino Claus de Werve. Ubicado en los tranquilos terrenos del centro hospitalario especializado de Dijon, el Pozo de Moisés sigue cautivando a los visitantes con su detallada artesanía y su significancia histórica.

Un Encargo Ducal

En 1378, Felipe el Atrevido adquirió la finca de Champmol en las afueras de Dijon y fundó un monasterio cartujo allí en 1385. El duque visualizó este monasterio como su lugar de descanso final, invirtiendo recursos considerables en su construcción y embellecimiento. En el centro del gran claustro del monasterio, que tradicionalmente contaba con un pozo y un calvario, se encontraba el Pozo de Moisés. El duque confió la creación de esta pieza monumental a su taller de escultura, dirigido por Claus Sluter, quien previamente había esculpido las estatuas para el portal de la capilla y la tumba del duque.

El Proceso de Creación

El meticuloso trabajo en el Pozo de Moisés comenzó en 1396 y continuó hasta 1405. La parte superior del calvario se completó primero, seguida por la escultura del pedestal hexagonal y los profetas. Sluter, con la ayuda de su sobrino Claus de Werve y otros artesanos habilidosos, dio vida a las figuras con un realismo y detalle notables. La policromía, o pintura, de las esculturas fue encomendada a Jean Malouel, el pintor oficial del duque, quien realzó la piedra con colores vibrantes y dorados.

Una Obra Maestra de la Escultura Gótica

El Pozo de Moisés se erige aproximadamente a siete metros de altura, con una base hexagonal que sostiene el monumento. Seis estatuas de tamaño natural de profetas del Antiguo Testamento—Moisés, David, Jeremías, Zacarías, Daniel e Isaías—adornan la parte superior, cada una colocada en un nicho poco profundo. Estas figuras están separadas por ángeles, cuyas delicadas alas y expresiones serenas añaden a la belleza etérea del monumento. Los profetas están representados con pergaminos que llevan inscripciones, simbolizando la conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Los Profetas

Cada profeta está representado con una individualidad y detalle sorprendentes, mostrando la maestría de Sluter en el naturalismo. Moisés, la figura central, está representado con las Tablas de la Ley, su rostro exudando sabiduría y autoridad. David, el rey guerrero, sostiene un arpa, simbolizando sus salmos. Jeremías, conocido por sus profecías de desdicha, es retratado con un pergamino, su expresión es de contemplación. Zacarías, con sus ropas fluidas y mirada pensativa, se encuentra junto a Daniel, quien es representado con un león, haciendo referencia a su prueba bíblica. Isaías, el profeta de la salvación, completa el conjunto con una mirada de serena confianza.

Simbolismo y Legado

El Pozo de Moisés está lleno de simbolismo, reflejando los temas espirituales de la orden cartuja y las aspiraciones políticas del duque. El monumento servía como una representación visual de la piedad del duque y su conexión con la autoridad divina. A lo largo de los siglos, el Pozo de Moisés ha inspirado a numerosos artistas y ha sido replicado en diversas formas, consolidando su estatus como una obra fundamental en la historia del arte.

Preservación y Restauración

El Pozo de Moisés ha enfrentado varios desafíos a lo largo de los siglos. La parte superior del calvario fue destruida en el siglo XVIII, dejando solo la sección inferior con los profetas. Durante la Revolución Francesa, el monasterio fue vendido y el sitio sufrió varias transformaciones. En el siglo XIX, el monumento fue clasificado como monumento histórico y se sometió a esfuerzos de restauración. Un proyecto de restauración significativo entre 2001 y 2003 reveló la policromía original, trayendo una nueva apreciación por los colores vibrantes y los intrincados detalles del monumento.

Visitar el Pozo de Moisés

Hoy en día, el Pozo de Moisés está resguardado dentro de una estructura protectora que permite a los visitantes admirar su belleza de cerca. El monumento es accesible durante todo el año, ofreciendo una visión única del patrimonio artístico y espiritual de la Borgoña medieval. Al estar frente al Pozo de Moisés, casi se pueden escuchar los susurros de la historia y sentir la presencia de las grandes mentes que crearon este duradero testimonio de fe y arte.

El Pozo de Moisés no es solo una reliquia del pasado; es una pieza viva de la historia que continúa inspirando y asombrando a quienes lo encuentran. Ya sea que seas un entusiasta del arte, un aficionado a la historia o simplemente un viajero curioso, una visita a este notable monumento seguramente dejará una impresión duradera.

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