La Basílica de Santa María, conocida localmente como Kościół archiprezbiterialny pw. Wniebowzięcia Najświętszej Marii Panny w Krakowie, es un brillante ejemplo del esplendor gótico en el corazón del casco antiguo de Cracovia. Esta histórica iglesia católica romana, situada en la esquina noreste de la Plaza del Mercado Principal, ha sido una parte central del horizonte y patrimonio cultural de Cracovia durante siglos.
La Basílica de Santa María tiene una rica historia que se remonta a principios del siglo XIII. Según registros históricos, la primera iglesia de ladrillo fue fundada por el obispo Iwo Odrowąż alrededor de 1221-1222, reemplazando una estructura anterior de madera. Sin embargo, este edificio inicial fue destruido durante las invasiones tártaras. La estructura gótica actual comenzó a tomar forma entre 1290 y 1300, con significativas contribuciones de varios benefactores a lo largo de los siglos.
Uno de los períodos más notables en la historia de la basílica fue durante el siglo XIV, cuando Mikołaj Wierzynek, un prominente comerciante de Cracovia, financió la construcción del actual presbiterio. A finales del siglo XIV, el maestro constructor Mikołaj Werner fue encargado de mejorar la iluminación de la iglesia, lo que llevó a la transformación de una iglesia de salón a una disposición de basílica.
La basílica también ha resistido desastres naturales, como el terremoto de 1443, que causó el colapso de sus bóvedas. A pesar de estos desafíos, la iglesia continuó evolucionando, con adiciones significativas como las capillas laterales en el siglo XV y un rediseño interior barroco en el siglo XVIII bajo la dirección de Francesco Placidi.
A finales del siglo XIX, una importante restauración liderada por Tadeusz Stryjeński vio la introducción de un interior neogótico, con decoraciones policromadas diseñadas por el renombrado pintor Jan Matejko y vitrales de los artistas Józef Mehoffer y Stanisław Wyspiański. Los esfuerzos de restauración más recientes de la basílica a finales del siglo XX y principios del XXI han asegurado que continúe brillando en todo su esplendor histórico.
El exterior de la basílica es un testimonio de la arquitectura gótica, con su construcción de ladrillo y sus imponentes torres. La fachada está enmarcada por dos torres distintivas: la Torre Hejnalica más alta, que se eleva a 82 metros, y la torre del campanario más baja, que mide 69 metros de altura. La Torre Hejnalica es particularmente famosa por el toque de trompeta cada hora, conocido como el Hejnał Mariacki, una tradición que se remonta a la Edad Media y sirve como un símbolo de Cracovia.
Las torres están adornadas con detalles intrincados. La Torre Hejnalica presenta una aguja gótica rodeada de torretas más pequeñas, coronadas con una corona dorada añadida en 1666. La torre del campanario, por otro lado, está coronada con una cúpula renacentista y alberga la capilla de la Conversión de San Pablo, así como la Campana de la Muerte fundida en 1736.
Entrar en la Basílica de Santa María es como viajar a una era diferente. El interior es una impresionante mezcla de elementos góticos y barrocos, con un toque neogótico añadido en el siglo XIX. La estrella del interior es, sin duda, el Altar Mayor, una obra maestra del arte gótico tardío creada por el escultor alemán Veit Stoss (Wit Stwosz) entre 1477 y 1489. Este magnífico retablo representa escenas de la vida de la Virgen María y se considera uno de los mayores tesoros del arte medieval.
Las paredes de la basílica están adornadas con vibrantes pinturas policromadas de Jan Matejko, que añaden una rica capa de color y detalle a la ya impresionante estructura. Los vitrales, diseñados por los estudiantes de Matejko, Mehoffer y Wyspiański, realzan aún más la belleza etérea del interior, proyectando luz colorida a lo largo de la nave y los pasillos.
Otro punto destacado es el presbiterio con bóveda estrellada, que cuenta con estatuas de profetas esculpidas por Zygmunt Langman en 1891. El presbiterio también alberga intrincados bancos de madera tallada, adornados con escenas de las vidas de Cristo y la Virgen María, creados por Fabian Möller en el siglo XVI.
Una de las tradiciones más únicas asociadas con la Basílica de Santa María es el Hejnał Mariacki. Cada hora, un trompetista toca esta melodía desde lo alto de la Torre Hejnalica, deteniéndose abruptamente en medio de una nota para conmemorar a un legendario trompetista del siglo XIII que fue asesinado mientras daba la alarma durante una invasión tártara. Esta tradición se ha convertido en una parte integral de la identidad cultural de Cracovia y se transmite diariamente en la radio nacional polaca.
La Basílica de Santa María no es solo un monumento histórico; es una parte viva de la comunidad de Cracovia. La basílica continúa sirviendo como un lugar activo de culto y un escenario para importantes eventos culturales. Su rica historia y belleza arquitectónica la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore Cracovia.
Ya sea que te atraiga su importancia histórica, su esplendor arquitectónico o el encantador sonido del Hejnał Mariacki, la Basílica de Santa María ofrece una fascinante mirada al alma de Cracovia. Al estar en la Plaza del Mercado Principal, mirando hacia sus imponentes torres, no puedes evitar sentir una profunda conexión con los siglos de historia y tradición que esta magnífica iglesia encarna.
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