En el corazón de Catania, a lo largo de la bulliciosa Via Etnea, se alza la majestuosa Basílica della Collegiata, también conocida por su nombre original, Basílica Maria Santissima dell'Elemosina. Esta iglesia de estilo barroco tardío es un testimonio de la rica historia y esplendor arquitectónico de la ciudad, ofreciendo a los visitantes una visión del pasado legendario de Catania y su vibrante patrimonio cultural.
Mucho antes de que la Basílica della Collegiata adornara el paisaje urbano, el sitio albergaba un antiguo templo pagano dedicado a Proserpina. A medida que el cristianismo se extendía por la región, se construyó una pequeña iglesia dedicada a la Virgen María durante la era bizantina, evolucionando hacia la venerada Madonna dell'Elemosina. Según la leyenda, una imagen sagrada de la Madonna se exhibía originalmente en una esquina de la calle, inspirando a los fieles a construir una modesta iglesia que gradualmente se expandió hasta convertirse en una de las estructuras religiosas más prominentes de Catania.
Durante el período en que Catania fue sede de la corte real siciliana, los reyes de Sicilia residían en el Castello Ursino y eligieron la iglesia como su capilla privada. En 1396, la iglesia recibió los privilegios y honores de la Capilla Palatina de Palermo, ganando el título de Regia Cappella, que aún se muestra con orgullo en su fachada hoy en día.
En 1446, el Papa Eugenio IV, a petición del Rey Alfonso I, elevó la iglesia al estatus de parroquia y la estableció como una iglesia colegiada con un capítulo compuesto por un preboste, dieciocho canónigos, cuatro dignatarios y veinte mansiones. Esta elevación provocó una rivalidad de larga data con la Catedral de Sant'Agata, ya que el distrito de la Collegiata abarcaba numerosas iglesias y territorios, lo que llevó a tensiones y disputas que persistieron durante siglos.
El 11 de enero de 1693, un devastador terremoto redujo la Basílica della Collegiata a escombros, junto con gran parte de Catania. Los canónigos de la iglesia se pusieron de inmediato a la tarea de reconstruir, dejando de lado sus rivalidades históricas. La reconstrucción de la ciudad fue planificada meticulosamente por el ingeniero militar Carlos de Grunenbergh y coordinada por Giuseppe Lanza, Duque de Camastra. El nuevo diseño incluía calles más amplias dispuestas en una cuadrícula rectilínea y ortogonal, lo que llevó a una reorientación del eje de la iglesia para enfrentar la vía principal, ahora conocida como Via Etnea.
La construcción comenzó en 1697, pero el proyecto enfrentó numerosos desafíos, incluidos desacuerdos con arquitectos, disputas con maestros constructores y robos de materiales de construcción. Un vecino particularmente obstinado, Don Michelangelo Paternò Castello, Barón de Sigona, se opuso a la construcción del campanario, alegando que el sonido de las campanas perturbaba su hogar. A pesar de estos contratiempos, la iglesia finalmente se completó, y su fachada, diseñada por el renombrado arquitecto Stefano Ittar, se erige como una obra maestra de la arquitectura barroca.
El exterior de la Basílica della Collegiata es un ejemplo impresionante del diseño barroco tardío, caracterizado por sus intrincados detalles y proporciones armoniosas. La fachada presenta un portal central flanqueado por columnas corintias y adornado con estatuas de santos. Sobre la entrada, un gran balcón y un campanario coronado con una cruz añaden a la apariencia majestuosa de la iglesia. La inscripción Regia Cappella proclama con orgullo su herencia real.
En el interior, la basílica cuenta con un interior ricamente decorado con hermosos frescos, altares ornamentados y exquisitas obras de estuco. El altar mayor, consagrado el 29 de mayo de 1794 por el obispo Corrado Maria Deodato Moncada, es un punto focal de devoción religiosa y belleza artística. Los visitantes también pueden admirar las elegantes capillas, cada una dedicada a diferentes santos y adornadas con obras de arte que reflejan el profundo significado espiritual de la iglesia.
Hoy en día, la Basílica della Collegiata sigue siendo un lugar activo de culto y un querido monumento en Catania. Se erige como un testimonio vivo de la resiliencia de la ciudad y su fe perdurable. La iglesia continúa acogiendo ceremonias religiosas, eventos culturales y conciertos, atrayendo tanto a locales como a turistas que quedan cautivados por su grandeza histórica y arquitectónica.
Mientras paseas por la Via Etnea, la vista de la Basílica della Collegiata elevándose por encima de los edificios circundantes seguramente dejará una impresión duradera. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, una visita a esta notable basílica ofrece una oportunidad única para conectarse con el rico patrimonio de Catania y experimentar la belleza atemporal de sus espacios sagrados.
En conclusión, la Basílica della Collegiata es más que una iglesia; es un símbolo del espíritu indomable de Catania y un faro de su legado cultural y religioso. Sus muros resuenan con siglos de historia, y su impresionante arquitectura continúa inspirando asombro y reverencia. Una visita a esta magnífica basílica es una parte esencial de cualquier viaje a Catania, ofreciendo una experiencia profunda e inolvidable.
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