Ubicado en la cima de la Colina de Bonaria en Cagliari, Italia, el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria (Santuario di Nostra Signora di Bonaria) se erige como un faro de fe, historia y esplendor arquitectónico. Este venerado complejo, compuesto por un santuario gótico-catalán, una basílica neoclásica, un cementerio-parque monumental y un convento, es un destino esencial para peregrinos, aficionados a la historia y turistas por igual.
Los orígenes del Santuario de Nuestra Señora de Bonaria se remontan a principios del siglo XIV. Durante el asedio de Castel di Castro en 1324, Alfonso, el Infante de Aragón, construyó una ciudadela fortificada en la colina, conocida en catalán como Bon Aire (Buen Aire). En 1335, el área fue donada a los frailes mercedarios por el Rey, quienes construyeron un convento y la iglesia gótico-catalana original.
La historia del santuario está profundamente entrelazada con la leyenda de una estatua milagrosa de madera de la Virgen y el Niño. Según la tradición, un barco atrapado en una violenta tormenta frente a la costa de Cerdeña arrojó su carga, incluyendo una caja que contenía la estatua. Milagrosamente, la caja flotó hasta la orilla al pie de la Colina de Bonaria, donde fue descubierta por los frailes y consagrada en la iglesia. Este evento consolidó a la Virgen de Bonaria como la protectora de los marineros y la principal patrona de Cerdeña y Cagliari.
La construcción de la basílica más grande comenzó en 1704, diseñada inicialmente en estilo barroco por el arquitecto piamontés Antonio Felice De Vincenti. Sin embargo, interrupciones y cambios llevaron a un rediseño neoclásico por Giuseppe Viana hacia finales del siglo XVIII. La basílica fue consagrada en 1926 por el Papa Pío XI, quien la elevó al estatus de basílica menor.
A lo largo de su historia, el santuario ha soportado varios desafíos, incluyendo daños significativos durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Esfuerzos de restauración entre 1947 y 1960, y nuevamente en 1998, han preservado su grandeza. El santuario también ha sido honrado por visitas de varios Papas, incluyendo Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, destacando su importancia espiritual y cultural.
El santuario gótico-catalán, la parte más antigua del complejo, conserva gran parte de su encanto original a pesar de numerosas renovaciones. La fachada, alineada con la de la basílica, es simple y a dos aguas, con un portal gótico rescatado de la iglesia medieval de San Francesco en Stampace. En su interior, la nave única con su bóveda apuntada y tres capillas góticas en el lado izquierdo crean una atmósfera de serena devoción.
El corazón del santuario es el presbiterio elevado con un ábside poligonal, donde está entronizada la venerada estatua de madera de Nuestra Señora de Bonaria. Los peregrinos ascienden los escalones que flanquean el altar para venerar de cerca a la Virgen. El santuario también alberga las tumbas de figuras notables como Domenico Alberto Azuni y el fraile mercedario Antonino Pisano.
Entre las muchas ofrendas exvoto, una de las más intrigantes es un pequeño barco de marfil suspendido frente al ábside. Donado por un peregrino anónimo en el siglo XV, se cree que este barco votivo indica la dirección de los vientos en el Golfo de Cagliari, convirtiéndose en un punto de interés para los pescadores locales.
La basílica neoclásica, con su imponente fachada de piedra caliza blanca, es un testimonio de la evolución arquitectónica del santuario. La fachada, que presenta un pórtico y un frontón con el escudo de armas mercedario, fue renovada a finales de los años 50 por la arquitecta Gina Baldracchini. Las puertas laterales de bronce, añadidas durante la restauración de 1985-1990, muestran figuras aladas sosteniendo el emblema de Cagliari, creadas por el escultor Ernesto Lamagna. La puerta principal, adornada con nuevos paneles por Stefania Ariu en 2016, conmemora el centenario de la Orden Mercedaria.
El interior de la basílica es un espacio vasto y luminoso con una disposición en cruz latina, dividido en tres naves por cuatro arcadas que descansan sobre columnas emparejadas de piedra caliza blanca. La nave central, con su techo abovedado, conduce a una impresionante cúpula octagonal que se eleva 50 metros sobre el crucero.
El altar principal, coronado por un baldaquino sostenido por columnas de mármol verde y decorado con ángeles de cobre dorado, es un punto focal de devoción. Las naves laterales contienen capillas adornadas con grandes lienzos que representan diversas imágenes marianas, pintadas por artistas como Antonio Mura y Gina Baldracchini a mediados del siglo XX. El crucero alberga la impresionante estatua de la Madonna del Combattente de Francesco Ciusa, y las capillas de la Madonna della Vittoria y el Santísimo Sacramento, cada una con su propia importancia artística e histórica.
Dentro del claustro del convento se encuentra el Museo de Bonaria, que exhibe una rica colección de artefactos arqueológicos, modelos navales, mobiliario sagrado y ofrendas exvoto. El museo proporciona una comprensión más profunda del contexto histórico y cultural del santuario.
El adyacente cementerio-parque monumental, un lugar de descanso sereno para muchos, añade otra capa de profundidad histórica al complejo del santuario. Los visitantes pueden pasear por los bien cuidados terrenos, reflexionando sobre las vidas y legados de los allí enterrados.
El Santuario de Nuestra Señora de Bonaria no es solo un lugar de culto, sino también un depósito del patrimonio religioso, cultural y arquitectónico de Cerdeña. Su pasado lleno de historias, junto con su presencia serena y majestuosa, lo convierte en un destino imprescindible para cualquiera que viaje a Cagliari. Ya sea que vengas como peregrino, entusiasta de la historia o viajero curioso, el santuario ofrece una experiencia profunda y enriquecedora que deja una impresión duradera.
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