La Primera Escuela Rumana, ubicada en el histórico distrito de Șcheii Brașovului, es un tesoro del patrimonio cultural rumano y un testimonio del espíritu perdurable de la educación. Conocida localmente como Prima școală românească, esta emblemática institución no es solo una escuela, sino un símbolo del idioma y la identidad rumana, habiendo jugado un papel crucial en el desarrollo cultural y educativo de la región.
Los orígenes de la Primera Escuela Rumana se remontan al siglo XV, con los primeros registros de su existencia en 1497. Se estableció junto a la Iglesia de San Nicolás, que servía como un centro espiritual y cultural para la comunidad rumana en Brașov. La escuela es famosa por su asociación con el ilustre diácono Coresi, quien imprimió los primeros libros en rumano aquí entre 1559 y 1581. Su trabajo sentó las bases del lenguaje literario rumano, convirtiendo a la escuela en un faro de iluminación en una época en la que el acceso a la educación era limitado.
Entre 1595 y 1597, bajo la dirección del protopope Mihai y con el apoyo del gobernante moldavo Aron Vodă, la estructura original de madera fue reemplazada por un edificio de piedra más duradero. Esta transformación marcó un hito significativo en la historia de la escuela, reflejando el compromiso de la comunidad con la educación y la preservación cultural. Para 1760, la escuela se había expandido para incluir un segundo piso, adoptando un estilo arquitectónico barroco que permanece en gran medida inalterado hasta hoy.
Hoy en día, la Primera Escuela Rumana funciona como un museo, ofreciendo a los visitantes una visión única del pasado. El museo alberga una impresionante colección de manuscritos antiguos, libros raros y documentos históricos que relatan la evolución de la educación y la cultura rumana. Uno de los puntos destacados es el aula dedicada a Anton Pann, un célebre folclorista y compositor, que evoca la atmósfera de un aula tradicional con sus bancos de madera y tinteros.
Otro exhibición fascinante es la réplica de la imprenta de Coresi, que los visitantes pueden ver en funcionamiento. Esta exhibición no solo muestra los avances tecnológicos de la época, sino que también enfatiza la importancia de la impresión en la difusión del conocimiento y el fomento de la alfabetización. El museo también cuenta con una sala dedicada a la Cartea și Cărturarii brașoveni (Libro y Eruditos de Brașov), celebrando las contribuciones de eruditos y escritores locales a la literatura rumana.
La Primera Escuela Rumana no es solo un depósito de artefactos históricos; es un símbolo de la unidad nacional. La colección del museo incluye más de 80 decretos reales, inscritos en pergamino y dorados, que destacan las conexiones perdurables entre los territorios rumanos a lo largo de la historia. Entre estos tesoros se encuentran algunos de los textos medievales rumanos más significativos, como la Biblia de Bucarest (1688) y la Cazania de Varlaam (1643), que subrayan el papel de la literatura en la unión del pueblo rumano.
La escuela también jugó un papel crucial en la difusión del himno nacional rumano, Deșteaptă-te, române! La melodía, compuesta por Anton Pann, se aplicó por primera vez a la letra de Andrei Mureșianu en la iglesia de San Nicolás, convirtiendo a la Primera Escuela Rumana en un sitio significativo en la historia de la identidad nacional rumana.
Una visita a la Primera Escuela Rumana es un viaje a través del tiempo, ofreciendo perspectivas sobre las prácticas educativas y el patrimonio cultural de Rumania. Las exhibiciones del museo están cuidadosamente organizadas para proporcionar una visión completa de la historia de la escuela y su impacto en la sociedad rumana. Desde los antiguos manuscritos hasta las aulas meticulosamente restauradas, cada aspecto del museo cuenta una historia de resiliencia y búsqueda intelectual.
En conclusión, la Primera Escuela Rumana es más que un monumento histórico; es un testimonio vivo del poder de la educación y el espíritu perdurable del pueblo rumano. Sus paredes resuenan con las voces de los eruditos y estudiantes que han pasado por sus pasillos, dejando un legado que continúa inspirando a las generaciones futuras. Para cualquiera que visite Brașov, esta notable institución es una parada esencial, ofreciendo una conexión profunda con el rico pasado cultural de Rumania.
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