En el corazón de la región de Trás-os-Montes, en el noreste de Portugal, se encuentra el Castillo de Bragança (conocido localmente como Castelo de Bragança), un monumento de grandeza histórica y brillantez arquitectónica. Situado en la histórica ciudad de Bragança, esta fortaleza medieval es uno de los castillos mejor conservados de Portugal, ofreciendo a los visitantes una visión del rico pasado del país y vistas impresionantes de los paisajes circundantes, incluyendo las montañas de Montesinho y Sanábria al norte y las montañas de Nogueira al oeste.
Los orígenes del Castillo de Bragança se remontan al período Neolítico, cuando la zona fue ocupada por los primeros asentamientos que establecieron un castro. Esta fortificación fue mejorada durante la ocupación romana de la Península Ibérica, sirviendo como un punto estratégico de defensa a lo largo de la vía romana que atravesaba la región. El sitio experimentó más transformaciones durante las invasiones bárbaras y fue finalmente tomado por los moros, quienes dejaron su huella antes de que fuera destruido durante la Reconquista cristiana.
Para mediados del siglo X, la región de Bragança estaba bajo el control del Conde Paio Gonçalves, hermano de Hermenegildo Gonçalves, quien jugó un papel crucial en la repoblación de la cercana área de Guimarães. La importancia estratégica de Bragança llevó al rey Sancho I a otorgarle una carta foral en 1187, lo que condujo a la construcción de las primeras murallas fortificadas en 1188. La importancia del castillo creció, y bajo el reinado del rey Dinis, se erigió un segundo perímetro de murallas en 1293, destacando la prosperidad y la importancia estratégica de la ciudad.
Al ingresar al Castillo de Bragança, los visitantes quedan impresionados por sus imponentes murallas, que se extienden a lo largo de un perímetro de 660 metros y están reforzadas por quince torres. El diseño ovalado del castillo abarca un área de aproximadamente tres hectáreas, albergando varios edificios y monumentos históricos que ofrecen un fascinante viaje a través del tiempo.
Una de las características más destacadas del castillo es la Torre de Menagem, que se eleva 34 metros de altura y 17 metros de ancho. Construida con esquisto y granito locales, esta formidable torre servía como la principal defensa del castillo e incluye una mazmorra y una cisterna dentro de sus muros. Originalmente se accedía a la torre mediante un puente levadizo, pero ahora cuenta con una escalera de piedra externa que conduce a su entrada. La parte superior de la torre está adornada con almenas, matacanes y cuatro torretas cilíndricas en sus esquinas, ofreciendo vistas panorámicas del campo circundante.
Dentro de las murallas del castillo, los visitantes pueden explorar la Domus Municipalis, un ejemplo único de arquitectura civil románica en Portugal. Se cree que este intrigante edificio originalmente servía como una cisterna y más tarde como sala de reuniones para el consejo de la ciudad. Cerca de allí, la Iglesia de Santa María, también conocida como la Iglesia de Nossa Senhora do Sardão, se erige como un testimonio del patrimonio religioso de la región.
La entrada principal del castillo, la Porta de Santo António, es una característica destacada, flanqueada por dos torres y protegida por una barbacana. Dentro del recinto del castillo, la Praça de Armas, o plaza de armas, revela adaptaciones realizadas para el uso de artillería, reflejando el papel evolutivo del castillo en la defensa militar a lo largo de los siglos.
Una de las historias más cautivadoras asociadas con el Castillo de Bragança es la leyenda de la Torre de la Princesa. Según la tradición local, una hermosa princesa vivía en el castillo con su tío, el señor de la fortaleza. Ella se enamoró de un noble pero empobrecido caballero que partió en busca de fortuna, prometiendo regresar cuando fuera digno de su mano. Durante su ausencia, la princesa rechazó a todos los demás pretendientes, permaneciendo fiel a su verdadero amor. La torre, que servía como residencia del gobernador del castillo, está impregnada de historias de amor y lealtad, añadiendo un atractivo romántico a la historia del castillo.
A lo largo de su historia, el Castillo de Bragança jugó un papel crucial en varios conflictos y luchas de poder. Durante el siglo XIV, fue un punto focal en las disputas entre el rey Afonso IV y su hermano ilegítimo, Afonso Sanches. Las fortificaciones del castillo fueron fortalecidas bajo el reinado del rey Juan I, quien modernizó sus defensas a principios del siglo XV. El matrimonio del hijo ilegítimo de Juan I, Afonso, con Beatriz Pereira de Alvim marcó el inicio de la Casa de Bragança, una de las familias nobles más influyentes de Portugal.
En el siglo XVII, durante la Guerra de Restauración portuguesa, las murallas del castillo fueron adaptadas para acomodar artillería, resultando en la pérdida de varios almenas. El castillo también sufrió daños durante la invasión española de 1762 y las Guerras Napoleónicas a principios del siglo XIX. Extensas obras de restauración en el siglo XX, dirigidas por la Dirección General de Edificios y Monumentos Nacionales, preservaron la integridad histórica del castillo y reinstauraron su encanto medieval.
Hoy en día, el Castillo de Bragança es un destino turístico popular, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de explorar sus bien conservadas estructuras y aprender sobre su rica historia. El museo histórico-militar del castillo, ubicado en la Torre de Menagem, exhibe una colección de artefactos y muestras que brindan una visión de la historia militar de la región. El museo es uno de los más visitados de Portugal, atrayendo a entusiastas de la historia de todo el mundo.
Al recorrer los antiguos pasillos del castillo y subir sus altas almenas, no puedes evitar sentir una sensación de asombro ante la destreza arquitectónica y la importancia histórica de esta notable fortaleza. El Castillo de Bragança se erige como un testimonio del rico patrimonio de Portugal, ofreciendo una cautivadora visión del pasado y una experiencia memorable para todos los que lo visitan.
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