Retrocede en el tiempo hasta la bulliciosa ciudad industrial de Bradford a mediados del siglo XIX, donde un aparentemente inocente dulce se convirtió en un asunto mortal. El envenenamiento por dulces en Bradford en 1858 es una escalofriante historia de un trágico accidente que llevó a la muerte prematura de alrededor de 20 personas y dejó a más de 200 sufriendo los efectos del envenenamiento por arsénico. Este incidente no solo conmocionó a la comunidad local, sino que también tuvo consecuencias de gran alcance, llevando a cambios significativos en las regulaciones de seguridad alimentaria.
En la era victoriana, Bradford era un próspero centro industrial en el West Riding de Yorkshire, conocido por su floreciente industria textil. En medio del ruido de los telares y el bullicio de los mercados, confiteros como William Hardaker, cariñosamente conocido como Humbug Billy, vendían dulces a los residentes de la ciudad. Estos dulces, a menudo hechos con ingredientes de baja calidad para reducir costos, eran una indulgencia popular entre la población trabajadora.
En un fresco día de octubre de 1858, Joseph Neal, un fabricante local de dulces, estaba preparando una tanda de pastillas de menta para Humbug Billy. Debido al alto costo del azúcar, era común sustituir parte del azúcar con yeso en polvo, conocido localmente como "daft". Neal, al quedarse sin yeso, envió a su inquilino, James Archer, a un farmacéutico en la cercana ciudad de Shipley para comprar más.
Aquí ocurrió un trágico error. El asistente del farmacéutico, William Goddard, que era nuevo en el trabajo, tomó por error trióxido de arsénico de un barril sin marcar en lugar del yeso. Este polvo blanco y cristalino, que se parecía al azúcar, fue entregado a Archer, quien sin saberlo lo llevó de regreso al taller de Neal. Neal y su asistente, James Appleton, notaron que la mezcla era más suave y oscura de lo habitual, pero aun así procedieron a hacer las pastillas.
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El 30 de octubre de 1858, Humbug Billy vendió las pastillas en el Greenmarket de Bradford. Al final del día, se habían vendido alrededor de mil dulces. Trágicamente, quienes consumieron las pastillas pronto cayeron gravemente enfermos. Los síntomas del envenenamiento por arsénico, que incluían vómitos, dolor abdominal y diarrea, inicialmente se confundieron con cólera, una afección común en ese momento.
Al día siguiente, la verdadera causa de la enfermedad se hizo evidente a medida que el número de muertes comenzaba a aumentar. Elijah Wright y dos niños pequeños, entre otros, sucumbieron al veneno. La policía local, dirigida por el agente Campbell, rápidamente conectó las muertes con los dulces y confiscó el stock restante del puesto de Humbug Billy. Investigaciones adicionales los llevaron al taller de Neal, donde encontraron más fragmentos de las mortales pastillas.
La rápida acción policial llevó al arresto de William Goddard, Joseph Neal y el farmacéutico, Charles Hodgson. El caso atrajo una significativa atención pública y se abrió rápidamente una investigación. Felix Rimmington, un químico analítico, determinó que cada pastilla contenía suficiente arsénico para matar a un adulto varias veces.
A pesar de las abrumadoras pruebas, el juicio concluyó con la absolución de los tres hombres. El juez dictaminó que el incidente fue un trágico accidente y no hubo intención criminal. Este veredicto, sin embargo, no calmó la indignación pública y la demanda de regulaciones más estrictas sobre la seguridad alimentaria.
El envenenamiento por dulces en Bradford fue un momento crucial en la historia de la seguridad alimentaria. La indignación pública y la cobertura mediática del incidente llevaron a la aprobación de la Ley de Adulteración de Alimentos o Bebidas en 1860. Aunque esta legislación fue criticada por ser demasiado ambigua y llevar penas insuficientes, marcó el comienzo de un esfuerzo más concertado para regular la seguridad alimentaria.
Siguieron más reformas, incluida la Ley de Farmacia de 1868, que tenía como objetivo controlar la venta de sustancias venenosas de manera más efectiva. Estas medidas fueron fundamentales para prevenir que tales tragedias se repitieran y sentaron las bases para los estándares modernos de seguridad alimentaria.
Hoy en día, Bradford es una ciudad vibrante que ha cambiado significativamente desde el siglo XIX. Los visitantes pueden explorar su rico patrimonio industrial, su hermosa arquitectura y sus hitos culturales. La historia del envenenamiento por dulces en 1858 sirve como un recordatorio conmovedor de la importancia de la seguridad alimentaria y el impacto de las prácticas industriales en la vida cotidiana.
Mientras paseas por las calles de Bradford, tómate un momento para reflexionar sobre este oscuro capítulo en la historia de la ciudad. Los trágicos eventos de 1858 pueden haber sido accidentales, pero provocaron un legado de cambio que continúa protegiendo a los consumidores hasta el día de hoy. El viaje de Bradford de un sitio de tragedia a una ciudad de progreso es un testimonio de la resiliencia y la determinación de su gente.
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