El Real Monasterio de Brou, conocido en francés como Monastère royal de Brou, es un testimonio del esplendor artístico y arquitectónico de la Baja Edad Media y el Renacimiento temprano. Situado en la pintoresca ciudad de Bourg-en-Bresse, en el sureste de Francia, esta magnífica estructura es una exquisita combinación de estilos gótico y renacentista, que muestra la detallada artesanía y la devoción de sus constructores.
La historia del Real Monasterio de Brou comienza con un relato de amor y devoción. En 1504, el Duque Filiberto II de Saboya, también conocido como Filiberto el Hermoso, falleció trágicamente a la joven edad de 24 años. Su esposa, Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I, quedó desconsolada. Para honrar a su difunto esposo y cumplir una promesa hecha por su suegra, Margarita decidió construir un monasterio como mausoleo ducal en Brou, un pequeño pueblo cerca de Bourg-en-Bresse.
Margarita de Austria buscó y obtuvo el permiso papal para reemplazar un establecimiento benedictino existente por un monasterio agustino. Colocó la primera piedra el 28 de agosto de 1506, pero poco después dejó la región para asumir la regencia de los Países Bajos. A pesar de la distancia, Margarita supervisó meticulosamente la construcción, encargando a maestros artesanos de Francia, Flandes, Alemania e Italia para dar vida a su visión.
El complejo monástico, completado en 1532, es una armoniosa mezcla de elementos góticos y renacentistas. La iglesia principal, dedicada a San Nicolás de Tolentino, es una obra maestra de la arquitectura gótica flamígera, caracterizada por su elaborada y detallada mampostería. La fachada de tres niveles está adornada con estatuas, incluidas las de Margarita y Filiberto, así como San Nicolás y otros santos. El uso del arco Tudor y el ricamente decorado tímpano son características notables de este período.
El techo de la iglesia es un ejemplo llamativo de la tradición borgoñona, cubierto con tejas vidriadas y multicolores dispuestas en patrones geométricos. Este vibrante techo ha sido restaurado a su antigua gloria, añadiendo un toque de color a los serenos alrededores.
Al entrar en la iglesia, los visitantes son recibidos por la grandiosidad de su diseño basilical de tres naves. El coro, separado de la nave por un bellamente elaborado coro alto, es particularmente notable. Este coro, adornado con estatuas de santos, servía como una barrera física y simbólica entre el clero y los laicos.
Los asientos del coro, tallados en roble por el artista Pierre Berchon, representan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Estos asientos detalladamente elaborados son una maravilla de la carpintería renacentista, mostrando la habilidad y el arte de la época.
El centro de la iglesia, sin embargo, es el trío de tumbas encargadas por Margarita de Austria. Estas tumbas, hechas de mármol blanco de Carrara y alabastro de San Lothain, están dedicadas a Margarita de Borbón, Margarita de Austria y Filiberto el Hermoso. Cada tumba es una obra de arte, combinando elementos góticos y renacentistas para crear un conmovedor tributo a los fallecidos.
La tumba de Margarita de Borbón, madre de Filiberto, es la más sencilla de las tres. Presenta una efigie reclinada de Margarita con atuendo cortesano, con un fiel galgo a sus pies. La tumba está adornada con putti sosteniendo escudos heráldicos y dolientes en nichos, reflejando la influencia del arte renacentista.
La tumba de Filiberto el Hermoso, ubicada en el centro del coro, es un monumento impresionante. La parte inferior de la tumba presenta una efigie casi desnuda de Filiberto, idealizada en su belleza juvenil. La efigie superior, sin embargo, lo representa como aparecía en vida, vestido con armadura ceremonial y acompañado de símbolos de autoridad ducal. Esta dualidad captura el contraste entre el ideal y lo real, un tema común en el arte renacentista.
La tumba más elaborada es la de Margarita de Austria. Esta tumba, que se asemeja a una cama con dosel, está ricamente decorada con tracería gótica y pináculos. La efigie inferior muestra a Margarita como una joven, mientras que la efigie superior la representa en sus últimos años, vistiendo un vestido cortesano y el distintivo sombrero ducal austríaco. La tumba es un testimonio del alto estatus de Margarita y su profundo amor por su esposo.
El complejo del monasterio incluye tres claustros, cada uno con su propio carácter único. El primer claustro, conocido como el Petit Cloître o Cloître des Hôtes, es el más antiguo y conecta directamente con la iglesia. El piso superior del ala oeste alberga un apartamento destinado a Margarita, mientras que la planta baja incluye la sacristía y la primera sala capitular.
El Grand Cloître, o claustro principal, cuenta con celdas de monjes en el piso superior y la segunda sala capitular en la planta baja. El Cloître de la Ménagerie, o Claustro de la Menagerie, incluye la antigua cocina y un pozo cubierto en su centro.
Desde 1922, los antiguos edificios monásticos albergan un museo que exhibe arte y artefactos desde el siglo XII hasta el siglo XXI. La colección del museo incluye pinturas de artistas flamencos y franceses desde el siglo XVI hasta el XIX, proporcionando una fascinante visión del patrimonio artístico de la región.
Los visitantes pueden admirar retratos de figuras históricas, incluidos un joven Carlos V y Margarita de Austria, así como una pintura a gran escala de Gustave Doré. El museo ofrece una experiencia rica y variada, atrayendo tanto a amantes del arte como a entusiastas de la historia.
En conclusión, el Real Monasterio de Brou no es solo un monumento histórico; es un símbolo de amor, devoción y excelencia artística. Su impresionante arquitectura, intrincadas tumbas y rica historia lo convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore la belleza y el patrimonio de Bourg-en-Bresse y la región más amplia del sureste de Francia.
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