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Monument van Lippens en De Bruyne

Monument van Lippens en De Bruyne Blankenberge

Monument van Lippens en De Bruyne

Ubicado a lo largo del pintoresco Zeedijk en Blankenberge, Bélgica, el Monumento a Lippens y De Bruyne se erige como un conmovedor tributo a dos soldados belgas, Henri De Bruyne y Joseph Lippens. Esta llamativa escultura de bronce, conocida localmente como el Monumento van Lippens en De Bruyne, conmemora su valentía y sacrificio durante la Guerra de Maniema en 1892. Creada por el talentoso escultor Guillaume Charlier, el monumento fue inaugurado en 1900 y desde entonces se ha convertido en un emotivo emblema de heroísmo y reflexión histórica.

La Significancia Histórica

La historia detrás del Monumento a Lippens y De Bruyne está arraigada en la historia colonial de Bélgica. Los dos soldados, el Teniente Joseph Lippens y el Sargento Henri De Bruyne, formaban parte de la Fuerza Pública, una fuerza militar establecida por el Rey Leopoldo II para el Estado Libre del Congo. Sus trágicas muertes en 1892 a manos de un enviado del Sultán Sefu durante la Guerra de Maniema los marcaron como mártires por la causa de la civilización, como está inscrito en el propio monumento.

La iniciativa para honrar a De Bruyne y Lippens con un monumento fue encabezada por una asociación de ex coloniales con sede en Bruselas, conocida como el Comité de la estatua De Bruyne. Su objetivo era celebrar la lealtad y amistad del dúo, un testimonio de su vínculo inquebrantable incluso frente a la muerte. La creación del monumento fue financiada a través de contribuciones públicas, con un apoyo significativo del estado belga, el Rey Leopoldo II y la ciudad de Blankenberge.

Una Obra Maestra Artística

El Monumento a Lippens y De Bruyne no es solo un marcador histórico sino también una obra maestra artística. En su centro se encuentran las figuras de Lippens y De Bruyne, representados con los brazos cruzados en solidaridad fraternal. Debajo de ellos se sienta una mujer congoleña, aferrada a su bandera, que lleva la estrella de cinco puntas del Estado Libre del Congo. Esta evocadora imagen resalta las complejas y a menudo controvertidas dinámicas del colonialismo.

Originalmente, el diseño de Charlier incluía una mujer y un niño congoleños desnudos, simbolizando la subyugación y la esperanza de emancipación. Sin embargo, debido a objeciones morales del consejo municipal católico, estas estatuas fueron omitidas en el momento de la inauguración del monumento. No fue hasta 1922, después de que las esculturas originales fueran fundidas por las fuerzas alemanas durante la Primera Guerra Mundial, que la visión completa de Charlier se realizó cuando las estatuas fueron recreadas.

Explorando el Monumento

Los visitantes del Monumento a Lippens y De Bruyne pueden apreciar sus intrincados detalles y las historias que cuentan. El pedestal de piedra azul de estilo Art Nouveau presenta bajorrelieves que representan la última conversación entre Lippens y De Bruyne, así como sus respectivas muertes. Estas escenas conmovedoras encapsulan el coraje y la camaradería de los soldados, ofreciendo una ventana al pasado.

Inscripciones en francés y neerlandés proporcionan un contexto adicional, destacando el sacrificio último de los soldados y la solidaridad militar ejemplar de De Bruyne, quien rechazó la libertad para quedarse con su superior. Estas palabras, grabadas en piedra, aseguran que su legado perdure para las generaciones futuras.

Un Monumento de Contemplación

Si bien el Monumento a Lippens y De Bruyne se erige como un testimonio de heroísmo, también invita a la contemplación sobre las implicaciones más amplias del colonialismo. La inclusión de figuras congoleñas en la escultura sirve como un recordatorio de la compleja y a menudo dolorosa historia compartida entre Bélgica y el Congo. Invita a los visitantes a reflexionar sobre las narrativas tanto de los colonizadores como de los colonizados, fomentando una comprensión más profunda de este capítulo en la historia.

Hoy en día, el monumento es un sitio patrimonial protegido, habiendo sido designado como tal en 1980. A pesar de las discusiones a finales del siglo XX sobre su remoción, el monumento sigue siendo una parte integral del paisaje cultural de Blankenberge, continuando a inspirar diálogo y reflexión.

Una Visita que Vale la Pena

Para aquellos que exploran la encantadora ciudad costera de Blankenberge, una visita al Monumento a Lippens y De Bruyne es imprescindible. Su ubicación a lo largo de la pintoresca playa lo convierte en un lugar ideal tanto para los entusiastas de la historia como para los turistas casuales que buscan adentrarse en el pasado colonial de Bélgica. Al pararse frente a esta imponente estructura, con el sonido de las olas como telón de fondo, se recuerda el poder duradero de la memoria y las historias que dan forma a nuestro mundo.

En conclusión, el Monumento a Lippens y De Bruyne es más que una estatua; es un símbolo de sacrificio, una pieza de arte y un catalizador para la conversación. Su presencia en Blankenberge enriquece el tapiz histórico de la ciudad, convirtiéndola en un destino atractivo para cualquiera interesado en la intrincada interacción de la historia, el arte y la cultura.

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