Las murallas de la ciudad de Binche, conocidas localmente como las Stadsmuren van Binche, son un testimonio del rico tapiz histórico de este encantador pueblo belga. Estas antiguas fortificaciones, que han resistido el paso del tiempo, ofrecen a los visitantes una visión del pasado medieval de Binche, una localidad tan impregnada de historia como de cultura.
El origen de las murallas de Binche se remonta al siglo XII, cuando fueron construidas por Balduino IV, Conde de Henao, también conocido como Balduino el Constructor. Esta primera fortificación, hecha de arenisca y esquisto locales, abarcaba la parte sur de lo que hoy es la ciudad. El límite norte de estas primeras murallas se encontraba aproximadamente a 50 metros al norte de la Grand-Place, pasando por las actuales calles de la Biche, des Trois Escabelles y de la Gaieté. Este primer recinto tenía unos 1,350 metros de longitud y protegía un área de aproximadamente 10.7 hectáreas.
En el siglo XIV, las murallas se ampliaron hacia el norte, extendiendo la longitud total de las fortificaciones a 2,126 metros. Esta expansión incluyó la adición de 30 torres redondas y cinco, posiblemente seis, torres de entrada. El diseño original del sur fue modificado y elevado, mientras que la extensión norte aumentó significativamente el área encerrada a aproximadamente 22 hectáreas. Dado el terreno inestable y pantanoso sobre el que se construyeron las nuevas murallas, los ingenieros emplearon técnicas de construcción innovadoras, como la construcción de las murallas sobre arcadas para asegurar la estabilidad y eficiencia del material. Estas arcadas estaban sostenidas por altos terraplenes tanto dentro como fuera de las murallas.
A pesar de los estragos del tiempo y los conflictos, un notable 86% de las murallas medievales permanece intacto hoy en día. Aunque no todas las secciones visibles ahora son originales, las murallas han sido reparadas, reconstruidas y, a veces, reimaginadas a lo largo de los siglos. Las murallas del norte, una vez cerradas por la ahora desaparecida Puerta de Bruselas, continúan hacia el este, paralelas a las calles des Pastures y Carlo-Mahy, con seis torres. Dos de estas torres son particularmente notables por su diseño único, que incorpora tres aspilleras rectas a media altura.
Después de la Puerta de Saint-Paul, las murallas toman un camino errático, reflejando el terreno desafiante que atraviesan. Esta sección incluye torres redondas que son tangentes a las murallas, llenas casi por completo de tierra, creando altos domos. Las murallas continúan a lo largo de la rue de la Fontaine-de-Jouvence, llevando a la Puerta de Posty, donde una parte de la muralla descansa sobre roca sólida. Estas fortificaciones son ahora un sitio patrimonial protegido, propiedad de la ciudad de Binche y reconocidas por su excepcional valor histórico en la región de Valonia.
Caminar por las murallas de Binche es como retroceder en el tiempo. La impresionante estructura, con sus imponentes torres y robustas murallas, evoca imágenes de caballeros medievales y bulliciosos mercados. Las murallas no solo servían como un mecanismo de defensa, sino también como un símbolo de la fortaleza y resiliencia de la ciudad. Cada piedra cuenta una historia de batallas libradas y ganadas, de una comunidad que se mantuvo firme contra los invasores.
El carnaval anual de Binche, un evento reconocido por la UNESCO, añade un toque vibrante al entorno histórico. Durante el carnaval, las calles alrededor de las murallas cobran vida con los coloridos disfraces de los Gilles, intérpretes tradicionales que han sido parte de las festividades durante siglos. La yuxtaposición de las antiguas murallas con las animadas celebraciones modernas crea una atmósfera única que es tanto nostálgica como emocionante.
Para los entusiastas de la historia y los turistas casuales por igual, las murallas de Binche ofrecen una fascinante visión del pasado. Las secciones bien conservadas de las murallas, junto con las placas informativas y las visitas guiadas, proporcionan una comprensión completa de la historia medieval de la ciudad. Las murallas no son solo un monumento estático, sino una parte viva del patrimonio de Binche, continuamente celebrada y preservada por la comunidad local.
En conclusión, las murallas de Binche son más que una maravilla arquitectónica; son un símbolo del espíritu duradero y la rica historia de la ciudad. Ya sea explorando las antiguas torres, caminando por los caminos fortificados o uniéndose a las festividades del carnaval, una visita a las murallas de Binche es un viaje inolvidable a través del tiempo. Así que, ponte tus zapatos de caminar, toma tu cámara y prepárate para ser transportado a un mundo donde la historia cobra vida de la manera más cautivadora.
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