El campanario de Béthune, conocido localmente como el Beffroi de Béthune, es un majestuoso monumento histórico situado en el corazón de Béthune, una encantadora ciudad en la región de Hauts-de-France, en Francia. Esta emblemática estructura, que se erige orgullosamente en la Grand-Place, no es solo un símbolo de la ciudad, sino también un testimonio de su rica y turbulenta historia.
La historia del campanario de Béthune comienza en el siglo XIV. El campanario original, construido en 1346, era una estructura de madera que desafortunadamente fue destruida por un devastador incendio. Reconociendo la necesidad de un edificio más resistente, el marqués Guillaume I de Namur autorizó su reconstrucción en 1388, esta vez utilizando piedra arenisca robusta. Esta decisión se tomó durante la Guerra de los Cien Años, un período marcado por conflictos e inestabilidad, subrayando la necesidad de un edificio sólido y duradero.
En 1437, el campanario se amplió con la adición de un tercer piso, y en 1546, los concejales de la ciudad instalaron un carillón de seis campanas. El carillón fue mejorado en 1553 por Carlos V, quien añadió campanas de Thérouanne. Sin embargo, la Sala de Paños que lo rodeaba no tuvo la misma suerte y fue destruida por un incendio en 1664, dejando el campanario solo en el centro de la plaza. A pesar de estos desafíos, el campanario continuó siendo una figura central en el paisaje de la ciudad.
Durante el siglo XVIII, el campanario estaba rodeado por un grupo de casas, una disposición que persistió hasta los estragos de la Primera Guerra Mundial. La guerra trajo una destrucción significativa a Béthune, y el campanario no escapó ileso. En mayo de 1918, los bombardeos destruyeron el campanario y el carillón. A pesar de estos daños, la estructura en sí resistió el embate, en parte gracias a los edificios circundantes que la protegieron de la peor destrucción.
Los esfuerzos de reconstrucción después de la guerra comenzaron en 1921 bajo la supervisión de Paul Degez y las autoridades de monumentos históricos. La restauración buscó replicar la estructura original lo más fielmente posible. El techo y el campanario fueron los primeros en ser restaurados, seguidos por las fachadas en 1923. Se utilizaron piedras de la arruinada iglesia de Saint-Vaast en la restauración, asegurando que el campanario mantuviera su carácter histórico.
El campanario de Béthune es un impresionante ejemplo de arquitectura medieval. La torre cuadrada está flanqueada por torretas hexagonales y coronada con un campanario que alberga el carillón. La estructura mide 33 metros de altura, con el campanario añadiendo 17 metros adicionales. En la cima del campanario se encuentra un dragón llamado Beffy, una característica distintiva y caprichosa que añade encanto al campanario.
El campanario consta de cuatro pisos, accesibles mediante una escalera de 133 peldaños. El primer piso, conocido como la Sala de los Concejales, presenta un techo abovedado adornado con un motivo de corona y servía como lugar de reuniones en la Edad Media. Un balcón de madera en la fachada permitía que las proclamaciones se anunciaran a los habitantes de la ciudad. El segundo piso, la Sala del Vigilante, proporcionaba alojamiento al vigilante de la ciudad, mientras que el tercer piso alberga el carillón, que ahora consta de 35 campanas. El cuarto piso ofrece acceso al paseo de la almena y a la sala del reloj, proporcionando vistas panorámicas de la ciudad y el campo circundante.
El campanario de Béthune fue clasificado como monumento histórico en 1862, un reconocimiento a su importancia cultural e histórica. En 2005, fue honrado aún más al ser incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como parte de los campanarios de Bélgica y Francia, una colección de 23 campanarios que simbolizan el orgullo cívico y la independencia de las ciudades que representan.
A lo largo de su larga historia, el campanario de Béthune ha sido testigo y ha resistido muchas pruebas y tribulaciones enfrentadas por la ciudad. Desde incendios medievales y bombardeos en tiempos de guerra hasta los desafíos de la restauración moderna, el campanario ha permanecido como un símbolo constante de resiliencia y continuidad.
Hoy en día, los visitantes de Béthune pueden explorar este notable monumento y sumergirse en la rica historia que encarna. Subir a la cima del campanario recompensa a los visitantes con vistas impresionantes de la ciudad y sus pintorescos alrededores. El recorrido por los diversos pisos del campanario ofrece una fascinante visión del pasado, desde la medieval Sala de los Concejales hasta la melódica sala del carillón.
El campanario de Béthune no es solo una maravilla arquitectónica; es un testimonio vivo del espíritu perdurable y el legado histórico de la ciudad. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, una visita a este icónico monumento promete ser una experiencia memorable y enriquecedora.
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